Creo que debería comenzar haciendo constar que no vi esta cinta en el año de su estreno. Ya entonces no supo llamar mi atención, por más que el género de acción fuera de mis predilectos, y es por esta razón que, a la hora de revisarla para la entrada que aquí comienza, no guardaba ningún tipo de cariño para con este 'Remo: desarmado y peligroso' ('Remo Williams: the adventure begins', Guy Hamilton, 1985). El responsable directo de su inclusión en esta sección de "Nostalgia ochentera" cabe encontrarlo en nuestro lector Rubico, al que, desgraciadamente, no voy a poder agradecerle el haberme descubierto una joya oculta. De hecho, espero no terminar teniendo que exigirle daños y perjuicios por haber atentando contra mi integridad mental.
'Remo: desarmado y peligroso' pretendía ser, como bien indica su título en inglés, la primera entrega de una franquicia que llevara al cine cuantas más adaptaciones mejor de las casi ciento cincuenta novelas pulp que iniciadas por Warren Murphy y Richard Sapir a principios de los setenta, fueron publicadas bajo el título genérico de 'The destroyer'. Típico sub-producto literario de rapidísimo consumo, los relatos ideados por Murphy y Sapir seguían a Remo Williams, un agente de la policía de Newark que sentenciado a muerte por un crimen que no cometió es reclutado por CURE, una agencia estatal creada por Kennedy para defender el país al margen de la ley.
Más o menos con la misma premisa de partida, el inicio de 'Remo' ya debería haberme olido mal. Dignos hijos de una época en la que el cine de acción iba a lo que iba —no me cuesta imaginarme el comienzo hoy, con media hora de presentación del personaje y de las motivaciones que terminarán llevándole a luchar contra el crimen desde el otro lado de la ley— los cinco primeros minutos de la cinta narran de forma muy directa el reclutamiento "por las buenas" del policía por parte de CURE, una organización que secuestrará al agente sin que se nos explique de ninguna forma por qué él ha sido el elegido, y que tras someterlo a cirugía facial lo rebautizará Remo Williams en honor a la escupidera que hay en el hospital en el que éste despertará tras su "reclutamiento" (sic).
Aceptando esta elipsis argumental y el chiste con el nombre del personaje —y vamos a dejarlo estar— lo cierto es que la primera parte de la cinta se deja ver sin mayores estridencias: Remo —un Fred Ward pasado de vueltas que, digo yo, pretendería convertirse con este subproducto en una nueva estrella del género— es obligado a entrenar con un maestro de artes marciales coreano que le enseñará a ser letal con sólo el uso de sus manos. A partir de ahí, la cinta discurre, más o menos por los típicos senderos de los entrenamientos en artes marciales que hemos visto en decenas de producciones cinematográficas, con el alumno enfrentándose a un maestro —irreconocible Joel Grey que, bajo capas de maquillaje, resulta lo mejor del metraje gracias a su caustico sentido del humor— que demuestra habilidades sobrehumanas y que pasa de rechazar de pleno a un sabelotodo que no hace caso de sus lecciones, a convertirse en una figura semipaternal que ve con ojitos tiernos como su cachorro evoluciona de forma espléndida gracias a sus enseñanzas.
Y entonces, el horror. La "fase" de entrenamiento está tocando a su fin, y la cinta nos muestra una escena en la que se ve como Remo es capaz de correr levitando y evitar así dejar huellas. Lo ridículo de la secuencia —un quiero y no puedo de Rocky corriendo en la playa— unido a unos diálogos que ya acusan demasiado que esto no es una cinta de acción, sino una comedia de acción, provocan que todo se empiece a agrietar por los cuatro costados. Algo que el tono de la cinta irá acusando a partir de ese momento a pasos cada vez más agigantados primero, con una absurda secuencia de acción en la Estatua de la Libertad —rodada de forma nefasta y sin ningún sentido del ritmo—; segundo, con aquella que se desarrolla en la factoría de armas que asaltan Remo y su superior y que tiene como inesperados alivios cómicos a tres perros dóberman y, por último, en el constante desfase, en todos los sentidos que uno pueda imaginar, que es el clímax final en la base militar.
¿Factoría de armas? ¿Base militar?. Perdón. Es que me pongo y se me va. Resulta que para el guión de 'Remo' —que, repito, era una pretendida primera entrega de una posible saga que incluso contó con un piloto para televisión de una serie que tampoco llegaría a nada— el guionista se saca de la manga que CURE está detrás de un malvado industrial multimillonario que, asociado al proyecto de 'La guerra de las galaxias' de la administración Reagan —¡toma ya!—, pretende estafar al gobierno mucho dinero construyendo un súper satélite mortífero que en realidad no es tal. De ahí lo de la aparición de la factoría. Si os soy sincero, el que al final la cosa termine yendo a parar a una base militar es algo que la cinta no se toma muchas molestias en explicar.
Llama poderosamente la atención que el director elegido para poner en pie un guión que se deshace con la misma rapidez que el papel higiénico mojado sea el responsable de la que siempre he considerado como la mejor cinta de Bond pre-Daniel Craig, la espléndida 'James Bond contra Goldfinger' ('Goldfinger', 1964), un Guy Hamilton que tanto en esta como en sus otras incursiones en el reino de 007, y en títulos como 'La fuga de Colditz' ('The Colditz story', 1955) o 'La batalla de Inglaterra' ('Battle of Britain', 1969) siempre había demostrado tener un gran pulso para la acción y un mejor tino a la hora de la puesta en escena, factores ambos que en ningún momento entran en juego en 'Remo' y que, de cara a su esperpéntico final —esa persecución sin pies ni cabeza—, hubieran sido deseables.
Puntualizada de forma hilarante por la música de Craig Safan —con un tema principal que no se molesta lo más mínimo en enmascarar el autohomenaje del compositor hacia su trabajo en 'Starfighter. La aventura comienza' ('The last starfighter', Nick Castle, 1984) — huelga decir que 'Remo: desarmado y peligroso' no forma parte ni queriendo del grupo de comedias de acción de los ochenta que, encabezado por las dos primeras entregas de 'Arma letal' ('Lethal weapon', Richard Donner, 1987) y 'Superdetective en Hollywood' ('Beverly Hills cop', Martin Brest, 1984), tantos ratos de risas y adrenalina nos hizo pasar a muchos amantes del cine.
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