Vaya por delante: 'Doble cuerpo' ('Body double', Brian De Palma, 1984) es una película extraña. Más allá del obvio homenaje a dos de los mejores títulos de Hitchcock, y más allá de atesorar muchos de esos momentos de virtuosismo con la cámara por los que tan conocido se hizo Brian De Palma, hay algo en el tono de la narración, en sus caricaturescos personajes, en lo sobreactuado de los actores y en lo previsible de todo el conjunto que ha provocado que, después de más de veinticinco años sin verla, el recuerdo que de ella tenía se haya visto completamente trastocado.
Claro está, por aquél entonces yo era un núbil adolescente que comenzaba a consumir como un poseso todo aquello que caía en mis manos —sin mucho criterio, he de confesar— y, hasta donde mi memoria alcanza, la sorpresa de encontrarme con una cinta que se adentraba en el mundillo del cine dentro del cine, que aventuraba una tímida mirada al mundo de la pornografía con todo lo que ello implicaba —a las claras, tetas— y que jugaba con el espectador al constante despiste eran razones más que suficientes para dejar un muy agradable poso al que no había vuelto a asomarme.
A Hitchcock, con ojos tiernos
Huelga decir que, dentro de esas sensaciones que guardaba para con 'Doble cuerpo' no cabía encontrarse con lo que el cinéfilo de hoy apuntaría primero como fundamental característica del thriller, esto es, el "descaro" con el que De Palma plantea su acercamiento tanto a 'La ventana indiscreta' ('Rear Window', Alfred Hitchcock, 1954) como a 'Vértigo' ('Vertigo', Alfred Hitchcock, 1958), dos obras maestras indiscutibles del mago del suspense que aquí son "homenajeadas" hasta tal punto que, sin las referencias a las mismas, podríamos estar hablando de un filme completamente diferente.
(Aviso de SPOILER...aunque con una película que tiene ya treinta y un años como que no haría falta, ¿no?) De la primera, 'Doble cuerpo' extrae el que, convertido en voyeur, el personaje de Jake Scully —un sobreactuadísimo Craig Wasson— se obsesiona con la mujer que todas las noches monta un mórbido espectáculo en la lujosa vivienda en la que reside hasta que presencia su asesinato, implicándose en el mismo de lleno para tratar de salvarla. De la segunda, más que algo tan concreto, lo que hace el filme es dejarse impregnar por algo de su atmósfera y por la idea base de la obsesión más allá de la tumba de Scotty Jake por Madeleine Gloria.
Ahora bien, que nadie se lleve a error, De Palma no era Hitchcock hace tres décadas —y nunca lo llegaría a ser, para qué engañarnos— y en lugar de echar mano de la sutileza a la hora de plantear las formas en las que se coquetea con el cine del orondo británico, 'Doble cuerpo' se hace fuerte en esa coloquial expresión de "matar moscas a cañonazos"; tanto que, llegado el momento, el fusilado que se hace del BESO de 'Vertigo' es de esos que da hasta vergüenza ajena tanto por lo mal fundamentado que está, como por cómo se resuelve desde una perspectiva meramente visual con un, "si Hitchcock hacía un travelling de 360 grados, yo hago veinte y me quedo tan pancho". (FIN spoilers)
'Doble cuerpo', y Frankie se fue a Hollywood
De todas formas, y aún contando con que la sutileza no fuera —ni haya sido nunca— el fuerte de De Palma, hay que reconocer que el querer beber de tan excelsos ejemplos es un esfuerzo loable aunque se resuelva con cierta torpeza y todo termine quedando además impregnado de un sentido del humor que, claramente pretendido en ocasiones, no es buscado en otras muchas, resultando del encuentro entre ambos mundos un filme, como decía al comienzo, bastante extraño.
Y no hay mejor muestra de esa extrañeza, al margen de otros muchos puntos cardinales en los que nos podríamos fijar, que el momento en que al director "se le va" y mete casi con calzador un videoclip improvisado del 'Relax' de Frankie Goes to Hollywood que, además —y aquí sí que se hila fino con el humor— cambia la clara orientación homoerótica del legendario tema ochentero por una que nada tiene que ver con el mundo gay, cuajando de paso una oda a lo hortera de la década que duele, y mucho, cuando se ve con ojos contemporáneos.
Preñada de esos planos secuencia que tanto gustan a su director —me quedo, sin duda, con la escena del centro comercial—, y contando con unas interpretaciones que se mueven entre lo sobreactuado y lo directamente ridículo, resulta sorprendente que en última instancia sea la ex-señora de Antonio Banderas —por aquél entonces en ciernes de convertirse en la ex-señora de Steven Bauer y, por segunda vez, en la esposa de Don Johnson— la que mejor entiende su papel y la que, sin duda, tiene el mejor puñado de líneas de diálogo que se escuchan en todo el metraje cuando su personaje aclara qué estaría dispuesta a hacer en una producción X.
Filme menor en la trayectoria de un cineasta que, para el que esto suscribe, tocaría techo tres años más tarde con sus 'Los Intocables de Elliot Ness' ('The Untouchables', 1987), 'Doble cuerpo' queda como testimonio palpable —demasiado palpable en este caso— de la inmensa influencia que el cine de Alfred Hitchcock ejerció en las generaciones que supieron ver en él lo mismo que Truffaut y los cahieristas: a un cineasta que trató el suspense a 24 fotogramas por segundo como pocos —por no decir casi ninguno— lo han hecho a lo largo de la historia del séptimo arte.
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