Precedida por unos avances que quitan el hipo, el estreno mañana de 'Everest' (id, 2015) trae a primer plano de actualidad a Baltasar Kormákur, el cineasta hispano-finlandés islandés que hace pocas semanas ocupaba nuestra atención en el especial de Cómic en cine gracias a '2 Guns' (id, 2013) y que iniciaba su trayectoria profesional hace tres lustros de la mano de la adaptación de '101 Reykjavik' (id, 2000) protagonizada por Victoria Abril.
Y como suele ser habitual de un tiempo a esta parte, aprovechamos la ocasión para mirar hacia atrás y ocuparnos, no ya de la citada ópera prima, sino del segundo filme que servía al realizador para comenzar a asentar su presencia en la industria cinematográfica estadounidense tras la tímida incursión que había sido 'Inhale' (id, 2010). Contando para ello con esa figura más o menos sólida del género de acción que es Mark Whalberg, 'Contraband' (id, 2012) es una de esas propuestas que, adornada con otras disquisiciones, basa su efectividad en intentar rizar el rizo con la puesta en escena de un espectacular golpe.
'Contraband', cuestión de carisma
Adherida por su temática al cine negro, el gran problema de 'Contraband' es que en lugar de explotar las posibilidades que ofrecía la historia de un antiguo contrabandista —el mejor, para alimentar así algo de leyenda a su alrededor— que tiene que volver a su "profesión" para salvar a su familia, la cinta termine moviéndose por derroteros mucho más ramplones que la alejan del noir y la acercan al cine de acción rápido y ruidoso que tan pronto se ha consumido se ha olvidado por obligación de buena salud mental.
No hay pues en el discurso cinematográfico que Kormákur pone en pie muchos motivos para acercarse a 'Contraband' salvo la necesidad de sentarse delante de nuestros televisores y desconectar con una cinta que no requiera de nuestra completa atención: no los hay en las interpretaciones, no los hay en el guión y los pocos que podemos encontrar en la dirección quedan sepultados en última instancia bajo el alarde de prestidigitación extrema que la trama hace llegado el final.
Decía antes que Whalberg es una figura más o menos sólida del cine de acción y matizo aquí que si bien es un género en el que ha demostrado en varias ocasiones su validez, lo que ninguna cámara puede ocultar son las muchas limitaciones gestuales del intérprete, una cualidad ésta que aquí demuestra a la mínima ocasión con un registro que nos quedaríamos cortos si calificáramos de limitado. Otro tanto puede decirse de ese bello —bellísimo— florero que es Kate Beckinsale o de lo inefectivo de las adiciones de Ben Foster y Diego Luna; quedando al final el siempre espléndido J.K. Simmons como lo único medianamente rescatable de un abultado miscasting.
Ahora bien, si en lo que concierne a los actores 'Contraband' juega con una baraja muy limitada, lo que podríamos afirmar con respecto al guión es aún de una entidad más irregular: como reza el titular de la entrada, y dejando de lado lo muy común que comienza a volverse todo una vez se rasca sobre la superficie de la inusual ambientación de esta historia de robos y engaños, llegado el momento resulta de todo punto imposible asumir lo que el relato pretende hacernos tragar a marchas forzadas. Y si es así, y rizar el rizo que postula el libreto se antoja tan surrealista, es debido tanto a la forma en la que está planteado desde origen como el hecho de hacerlo descansar en Mark Whalberg.
Seamos francos, si en 'Ocean's Eleven' (id, Steven Soderbergh, 2001) uno se dejaba engatusar por el constante engaño que era la cinta y le perdonaba a la misma todas las trampas era no ya porque el guión de Soderbergh estuviera construido con bastante más habilidad que el que Aaron Guzikowski hilvana aquí —que también—, sino porque la cinta contaba con unos George Clooney y Brad Pitt que con su inconmensurable carisma posibilitaban que morder el anzuelo fuera todo un gustazo. Whalberg no tiene carisma. Su personaje está descrito con cuatro plumazos. Y, en consecuencia, "pasar por el aro" de la resolución es, como poco, harto complejo.
Con tales carencias, mucho tendría que haber ofrecido la puesta en escena de Kormákur para haber convertido a 'Contraband' en un filme digno de ser revisado. Desafortunadamente no es así, y el cine que aquí vemos se mueve entre lo poco resolutivo y lo aún menos ingenioso —atención a la torpeza y poca energía con la que se rueda la persecución en Panamá—, confundiendo el director personalidad con menear la cámara con frenesí en los instantes más inadecuados. En definitiva, una cinta para pasar poco más que un rato entretenido que, esperemos, no sea indicativo junto a la también irregular '2 Guns' del prometedor espectáculo que parece que ofrecerá 'Everest'.
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