Durante los nueve años que se mantuvo en antena, 'Seinfeld' (id, 1989-1998) pasó de ser una serie del montón a convertirse en una de las sitcoms más veneradas por el público americano, con permiso de 'Friends' (id, 1994-2004), 'Frasier' (id, 1993-2004) y 'Cheers' (id, 1982-1993), claro está. La serie, que en palabras del propio Seinfeld "va sobre nada", se caracterizó a lo largo de sus nueve temporadas precisamente por eso, por no contar una historia coherente, siendo cada capítulo un hecho aislado dentro de las vidas de Jerry, George, Kramer y Elaine que comenzaba y terminaba siempre con un monólogo del genial artífice de la misma.
El caso es que una vez finalizada 'Seinfeld', el cómico se quedó temporalmente sin saber qué hacer hasta que recuperó una idea que le venía rondando por la cabeza desde hacía un tiempo. Una idea surgida de un chiste que había soltado durante uno de sus monólogos "me gustaría hacer una película de serie B sobre las abejas" —"a B movie about bees" en el inglés original—. Dicha idea se concretó, de manera rotunda, cuando durante una cena con el humorista, Spielberg se ofreció a apadrinarla bajo la división de animación de la Dreamworks, hoy por hoy, seis años después del estreno de esta 'Bee movie' (id, Steve Hickner, Simon J. Smith, 2007), lo único que queda (casi) intocado del ambicioso proyecto iniciado por el cineasta, Jeffrey Katzenberg y David Geffen.
Una vez vista, queda claro que la intención de Seinfeld era alejarse lo más posible de otras famosas incursiones en el género de animación dedicado a los insectos —la genial 'Bichos, una aventura en miniatura' ('A bug's life', John Lasseter, Andrew Stanton, 1998) de Pixar o la entretenida 'Hormigaz' ('AntZ', Eric Darnell, Tim Johnson, 1998) de la propia Dreamworks—. Para ello, el humorista plantea una cinta que se mueve cómodamente entre dos mundos, aquél destinado a complacer a la audiencia infantil, y el que acerca la cinta a los adultos que, sufridores o no, recalen en el visionado de la misma.
Se plantea así un abismo entre historia y diálogos de la cinta. La primera es absurda, muy entretenida, pero absurda, con elementos que la hacen avanzar que resultan poco plausibles incluso para una cinta de animación —ese final en el avión—. Aún así, está claro que a los más pequeños tales problemas no les procupan. Y es precisamente para suplirlos donde entran en liza los diálogos, dejando claro que, ante todo, la historia de 'Bee movie' no deja de ser una anécdota al servicio del irreverente humor de Seinfeld.
Y es precisamente ahí donde reside la genialidad de la película, en los ácidos e hilarantes comentarios que casi todos los protagonistas tienen ocasión de espetar en uno u otro momento de la acción, reservándose Seinfeld, en su papel de Barry B. Benson, esa abeja inconformista, las mejores líneas y escenas. De entre todas ellas caben destacar aquellas en las que hacen incursión personajes famosos reales como Larry King (la mejor secuencia de la cinta sin duda alguna), Ray Liotta o Sting, momentos que recuperan el excéntrico humor del que siempre hizo gala 'Seinfeld', la serie.
Entrar a comentar a estas alturas la perfección de la animación digital es casi como querer explicar la maestría de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. En un momento en el que dos claras tendencias marcaban la tónica en el campo de la animación, la ejemplificada por 'Beowulf' (id, Robert Zemeckis, 2007) y su hiperrealismo, y aquella en la que se enmarcaba todo lo demás —tónica que ha quedado ya muy lejos después de los inmerecidos fracasos de Zemeckis en el campo—, 'Bee Movie' servía como clara muestra de las ilimitadas posibilidades del segundo grupo, uno en el que la caricaturización de la realidad, locos movimientos de cámara y un conseguido sentido de la perspectiva (que juega a la perfección con las dos escalas de la historia, la de las abejas y la humana) son virtudes aprovechadas hasta sus últimas consecuencias.
Con 'Bee movie' tuvimos que volver a lamentar la molesta costumbre que sigue siendo demasiado habitual a la hora de plantear el equipo de doblaje que se hará cargo de una película de animación. ¿Por qué en un país que cuenta con los mejores actores de doblaje del mundo, las productoras se obstinan en meter con calzador a los famosetes de turno?. La respuesta no es fácil, máxime si se tiene en cuenta lo siguiente: a los niños que vayan a ver la cinta, les da igual que Buenafuente, Fernando Tejero, Andrés Hiniesta, José Coronado, Luis Merlo, Alaska, Mario Vaquerizo o, en el caso que nos ocupa, Arturo Valls, doblen a los protagonistas de la cinta, simplemente porque, ¡es más que probable que no sepan ni quiénes son!.
¿Y qué hay de los adultos?. Seamos sinceros, ¿de verás piensan, directivos de las compañías, que el hecho de que el simpático actor—es un decir— de turno doble una cinta, les garantizará más ventas de entradas?. Para colmo, en 'Bee movie' tuvimos que soportar—y si digo tuvimos es porque gracias a las ventajas del cine en casa, no he vuelto a ver la cinta en español, apreciando así las voces originales de Seinfeld o Matthew Broderick entre otros— no a uno, sino a dos "dobladores", y si bien la labor de Valls es más que correcta, la de María Adánez como Vanessa alcanza momentos lamentables.
Aunque su anterior incursión en el mundo de la música de animación con 'Vecinos invasores' ('Over the hedge', Tim Johnson, Karey Kirkpatrick, 2006) nos dejó más bien fríos, Rupert Gregson-Williams demostraba con la partitura de 'Bee movie' que no tenía nada que envidiarle al intermitente talento de su hermano, el ecléctico Harry Gregson-Williams: juguetona, estupendamente orquestada y con influencias de trabajos tan dispares como 'Hormigaz' —de su hermano— o la espléndida 'La fuerza de la ilusión' ('Radio flyer', Richard Donner, 1992) de Hans Zimmer, la partitura de Gregson-Williams para 'Bee movie' fue un soplo de aire fresco dentro de la mediocre música de cine que tuvimos la oportunidad de escuchar el año de su estreno.
'Bee movie' no resultó el éxito de taquilla que la Dreamworks había previsto, quedándose sus 126 millones de recaudación en Estados Unidos por debajo de los exagerados 150 de inversión —nada comparable con el descalabro que supuso cuatro años antes 'Simbad: la leyenda de los siete mares' ('Sinbad: Legend of the Seven Seas', Patrick Gilmore, Tim Johnson, 2003) o el que según la productora ha sido 'El origen de los guardianes' ('Rise of the guardians', Peter Ramsey, 2012)—, ello no quita, como suele ser habitual, para que la cinta sea un entretenimiento sumamente recomendable tanto para niños como para adultos que quieran reirse a placer con los innumerables chistes que atesora su metraje.
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