Uno de los grandes recursos del cine de psicópatas de los últimos tiempos es echar una mirada al pasado y aprovecharse de la popularidad de una franquicia ya consagrada. Esto se ha traducido en una ingente cantidad de nuevas versiones que rara vez ofrecen algo realmente estimulante. Eso sí, Marcus Nispel encontró las teclas que debía pulsar en el remake de ‘La matanza de Texas’ (‘The Texas Chain Saw Massacre’, 1974), no faltando los que incluso llegan a afirmar que logró superar a la cinta homónima de Tobe Hooper —valoración que no comparto pese a gustarme, y mucho, el trabajo de Nispel—.
Dado el notable éxito comercial de ‘La matanza de Texas’ (‘The Texas Chainsaw Massacre’, 2003) —costó 9,5 millones de dólares y recaudó más de 107—, poco tardó en llegarnos ‘La matanza de Texas: El origen’ (‘The Texas Chainsaw Massacre: The Beginning’, Jonathan Liebesman, 2006), entretenida pero vulgar precuela que no ofrecía nada digno de ser destacado. Su éxito fue menor —16 millones de presupuesto y 51 recaudados—, lo que llevó a Platinum Dunes —la productora de Michael Bay— a no querer saber más de la saga. Lionsgate estuvo varios años intentando sacar adelante una nueva entrega, cosa que no prosperó hasta el pasado 2011, siendo la terriblemente decepcionante ‘La matanza de Texas 3D’ (‘Texas Chainsaw 3D’, John Luessenhop, 2013) el resultado de sus —escasos— esfuerzos.
Una secuela singular
No abundan los casos en los que se ruede una secuela directa de una película estrenada hace ya casi cuatro décadas —y que encima tiene un remake mucho más cercano en la mente de la mayoría de cinéfilos—, pero aún más extraño es que se obvie por completo la existencia de varias secuelas —la más interesante es ‘Masacre en Texas 2’ (‘The Texas Chainsaw Massacre 2’, 1986) y los excesos cómicos en los que incurría el propio Tobe Hooper—. Esto convertía a ‘La matanza de Texas 3D’ en una película única, una oportunidad de oro para indagar en la mitología de la franquicia y sorprendernos a todos. El problema es que las buenas ideas del guión se pierden en un océano de mediocridad, lugares comunes, soluciones argumentales absurdas y, sobre todo, cobardía —prescindir de la palabra masacre en el título original sólo es la punta del iceberg—.
‘La matanza de Texas 3D’ arranca justo donde se acababa la cinta original de Tobe Hooper: Una de las víctimas potenciales ha conseguido huir y una turba de vecinos quiere hacer pagar a la familia Sawyer por los crímenes que han cometido, algo que acaba consumándose. Sin embargo, una niña, apenas un bebé de teta, es puesta a salvo, iniciando así una nueva vida en la que desconoce completamente sus complicados orígenes. Una inesperada herencia hace que regrese a su auténtico hogar y ‘La matanza de Texas 3D’ pronto se convierte en la típica historia de unos adolescentes con una distraída capacidad intelectual que van siendo ejecutados por el matarife de turno.
Tenía mucha curiosidad por saber qué encontraría aquí que reforzase el mito de Cara de Cuero, pero lo que me encontré era un prólogo en el que era un pobre diablo cuya careta se asemejaba más a la de un payaso sin gracia que a la de una imperturbable máquina de matar y luego una mole más. No se incide lo más mínimo en sus motivaciones y su única reacción que se sale de lo típico cae de lleno en el absurdo. Más interesante resulta la evolución del personaje interpretado por Alexandra Daddario, pero debió meter mano tanta gente en el guión que sus motivaciones nunca trascienden lo obvio, y eso termina de hundir a ‘La matanza de Texas 3D’, ya que ella es el eje psicológico del relato y tampoco aporta nada en su rol de final girl por mucho que lo intente.
Una película sin garra
Uno de los grandes aciertos del remake fue confiarle las riendas de Marcus Nispel, un novato en el mundo del cine que supo combinar el respeto al original de Hooper con un gran sentido del entretenimiento. En el caso que nos ocupa, John Luessenhop ya ha rodado varios largometrajes, siendo ‘Ladrones’ (‘Takers’, 2010), un tímido éxito en lo comercial aunque no en lo artístico, su trabajo más destacable hasta la fecha. Luessenhop ya demostraba allí ser un director bastante limitado, pero aún más preocupante es la absoluta inutilidad que demuestra para conseguir que ‘La matanza de Texas 3D’ destaque por algo en el apartado de puesta en escena.
Mucho se habló del acierto del remake dirigido por Nispel al contar con los servicios de Daniel Pearl para añadir un enfermizo tono visual a la propuesta. No logró igualar lo conseguido en la cinta de Hooper, pero fue una de las claves para que la nueva versión fuese tan efectiva. Eso es algo que aquí se ha sustituido por un acabado visual estándar, perfectamente intercambiable por el de un slasher de baratillo pensado para ser editado directamente en dvd. Esto se traduce en una ausencia de una atmósfera malsana, un gravísimo error agigantado por el anodino y vulgar trabajo de dirección de Luessenhop, quien se revela incapaz de crear no ya una set-piece destacable, sino simplemente una imagen para el recuerdo.
Ya he mencionado mis sospechas sobre que muchas personas metiesen mano en un guión en el que aparecen acreditados Adam Marcus —‘Viernes 13 IX: Jason se va al infierno’ (‘Jason Goes To Hell: The Final Friday’, 1993)—, Kirsten Elms y Debra Sullivan, y es que se nota una pulsión entre querer impactar al espectador y al mismo tiempo no atreverse a llevarlo a sus últimas consecuencias. Se juega la carta del sexo, pero sin desarrollarlo más allá de una insípida infidelidad o jugando a mostrar el máximo posible del físico de Daddario sin que, y aquí la culpa es compartida con Luessenhop, se vea realmente nada. Es un detalle sin trascendencia real, pero que delata la cobardía que no tarda en adueñarse de la función tras su curioso prólogo.
La gente suele recordar ‘La matanza de Texas’ como mucho más sangrienta de lo que realmente es, y es ahí donde su fuerza visual y los aciertos de puesta en escena de Hooper son vitales. Por desgracia, Luessenhop cae en un doble error: Deja de lado el poder de la sugerencia sin dar rienda suelta a los excesos o cualquier elemento que pueda servir como redención. Sí que hay momentos con cierta fuerza visual —un plano cerrado de un personaje al que le han serrado las piernas—, pero ahí vemos ya el resultado en plan pegote para impresionar de forma intrascendente a los espectadores poco curtidos. La mayor decepción de todas es lo terriblemente desaprovechada que está la secuencia ambientada en una feria —¿quizás un –mal orquestado- homenaje a Hooper y su notable ’La casa de los horrores’ (‘The Funhouse’,1981)?— con Cara de Cuero corriendo por allí con la sierra mecánica en alto.
No hay nada que merezca ser destacado positivamente en ‘La matanza de Texas 3D’ más allá de lo curiosa que puede ser la propuesta a nivel argumental. Sin embargo, esto no sirve de nada si tú mismo anulas las posibilidades de las ideas que manejas y te limitas a ofrecer un slasher de tercera categoría que solamente sirve para mancillar el nombre de una franquicia que ya sufrió un grave revés en su momento con la lamentable ‘La matanza de Texas. La nueva generación’ (‘Texas Chainsaw Massacre IV: The Next Generation‘, Kim Henkel, 1994). La que ahora nos ocupa no llega a caer tan bajo, pero poco le falta.
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