Nadie puede poner en duda los bombazos que fueron tanto la novela de ‘Cincuenta sombras de Grey’ (‘Fifty Shades of Grey’) como su adaptación cinematográfica. Sin embargo, la trilogía literaria se mantuvo en todo momento en la cumbre de la ola, mientras que el salto al cine de ‘Cincuenta sombras más oscuras’ (‘Fifty Shades Darker’) ya demostró que el interés del público hacia la saga había descendido de forma clara.
Por ponerlo en cifras, ‘Cincuenta sombras de Grey’ recaudó 571 millones de dólares y ‘Cincuenta sombras más oscuras’ se quedó en 381. Un bajón claro, pero eso no impidió que fuera una cinta muy rentable, como seguramente también lo sea ‘Cincuenta sombras liberadas’ (‘Fifty Shades Freed’), la tercera y última parte que por fin ha llegado a los cines. Al menos eso pensarán sus fans, mientras que los demás nos limitaremos a dar gracias a que la tortura haya terminado.
Lo hace todo mal
No es que ninguna de las dos anteriores entregas fueran gran cosa, pero al menos había una relativa progresión argumental para acabar llegando a lo que todos teníamos claro que iba a acabar sucediendo: la boda de Christian y Anastasia. A partir de ahí la única opción que quedaba era la de estirar del chicle a través de dos vías: los celos y una amenaza con tanta credibilidad como la ridícula parte del accidente de ‘Cincuenta sombras más oscuras’.
Si hubiese tenido que apostar, habría dicho que la amenaza iba a tener al menos algún tipo de suspense que animase la función, pero a la hora de la verdad todo queda reducido a convertir al personaje interpretado por Eric Johnson en una especie de loco demente con muy pocas luces. No esperéis ningún tipo de desarrollo de su personaje o que sus planes vayan más allá de sonar a típico chiflado que jamás de los jamases va a conseguir salirse con la suya.
Por ello, ‘Cincuenta sombras liberadas’ no solamente logra evitar crear cualquier tipo de tensión -todo sucede muy precipitadamente y hay que admitir que algunos personajes actúen un poco de aquella manera para que todo avance con rapidez-, sino que acaba resultando sencillamente ridículo, sobre todo cuando llega la hora de resolverlo todo. Yo es que ya no sabía dónde meterme, ya que encima lo ligan a una subtrama personal de la peor de las maneras.
Todo ello permite relativizar hasta cierto punto los defectos de lo que habíamos visto previamente, donde todo encajaba más o menos dentro de lo que uno podría asumir que los amantes de la franquicia esperan de ella. Por un lado se nos muestra el lado más celoso de Christian en oposición a la necesidad de Anastasia de tener su propio espacio vital. Ahí es donde podría haberse sacado algo de interés si se lo hubiesen propuesto. No es el caso.
'Cincuenta sombras liberadas' solo tiene bueno que se acaba
La solución que propone ‘Cincuenta sombras liberadas’ es utilizar eso como elemento inductor de unas secuencias de sexo en las que no hay ningún detalle realmente sugestivo de ese lado anteriormente oculto de Christian Grey. Parece como si James Foley las hubiese dotado de un elemento tan genérico desde la puesta en escena que acaban sabiendo a mera repetición. La fantasía ha quedado a un lado y lo que nos queda es un sucedáneo de algo que por sí mismo ya se quedaba a mitad de cambio -y eso siendo generoso-.
A todo eso hay que añadir la reaparición de personajes olvidados para ejercer como simple relleno, la pobre utilización de otros, ya sea para intentar dar alguna especie de cierre a sus tramas –si es que realmente las tuvieron en algún momento- o para reforzar esos celos que están abordados de forma tan deficiente a través de los diálogos del libreto nuevamente firmado por Niall Leonard, el marido de E.L. James, que cualquier atisbo de credibilidad brilla por su ausencia.
Lo que nos queda al final es un espectáculo para que sus protagonistas se luzcan sin darles ningún tipo de recurso para que puedan hacerlo. Hasta los desnudos están abordados de una forma que se cargan todo el factor excitante -pienso por ejemplo en la escena en la que Dakota Johnson se acerca para meterse en la ducha con Jamie Dornan-. Todo está pensando para enseñar, pero solamente lo justo no vayamos a escandalizar a alguien… cuando esa debía ser la gran arma de esta trilogía.
Al final Johnson y Dornan son los que menos culpan tienen de que ‘Cincuenta sombras liberadas’ sea incluso peor que las dos anteriores porque simplemente están estirando el chicle. Ellos hacen lo que buenamente pueden -más ella que él- para salvar con cierta dignidad la papeleta que tienen entre manos, pero de donde no hay poco se puede sacar. Bastante hacen con no dejarse llevar y actuar desde la desidia absoluta…
En definitiva, ‘Cincuenta sombras liberadas’ es el triste adiós para una saga que empezó mal, decayó aún más y terminó de hundirse con una tercera entrega que va poco más allá del relleno. Falla de forma estrepitosa cuando quiere entrar en lo emocional y roza la vergüenza ajena cuando le toca intentar convertirse en un thriller durante unos minutos. Menos mal que ya se ha acabado.
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