Si digo John Barry, es muy probable que la gran mayoría de los que estáis leyendo estas líneas penséis de forma automática en el compositor británico que puso sonido a James Bond, que hizo que King Kong escalara las Torres Gemelas que Christopher Reeve viajara en el tiempo o que Kevin Costner danzara con los lobos. Pero ese no es el John Barry que nos interesa hoy, ya que nuestra atención va a moverse hacia un compatriota suyo cuya relevancia en la historia del séptimo arte, aunque no tan llamativa como la del músico, es de similar calado.
El John Barry al que hoy atendemos es el diseñador de producción con el que Stanley Kubrick contó para dar verismo a ese distópico futuro que mostró en 'La naranja mecánica' ('An Clockwork Orange', 1971), el que se ocupó de tratar de dar respuesta a las lisérgicas exigencias de Saul Bass en la extraña e hipnótica 'Sucesos en la IV fase' (‘Phase IV’, Saul Bass, 1974) y que, sobre todo, puso su talento al servicio de George Lucas y Richard Donner en esos dos hitos del cine de los años 70 que fueron 'La guerra de las galaxias' ('Star Wars', George Lucas, 1977) y 'Superman' (id, Richard Donner, 1978).
De John Barry a Stanley Donen
Tras el inmenso éxito que consiguieron en taquilla ambos blockbusters, a Barry se le presentó la oportunidad de dirigir una historia de ciencia-ficción que él mismo había escrito y que, adaptada para la ocasión por Martin Arris —la única en la que el novelista británico incursionó en el mundo del celuloide—, terminó alejándose de las intenciones iniciales del artista cuando los productores quisieron aprovecharla para hacerse eco de la nueva moda que 'Alien, el octavo pasajero' ('Alien', Ridley Scott, 1979) había impuesto en el género mezclándolo con terror.
Dejando pues de lado la idea original de mostrar un futuro esplendoroso, Barry se acomodó a las directrices de los que ponían las libras para sacar adelante el proyecto, claudicando también a lo mucho que éstos pretendían explotar la vertiente sexual de la cinta con la exuberante presencia de una Farrah Fawcett en la plenitud de su belleza —seamos francos, no sabría interpretar, pero la actriz está aquí más guapa que nunca—. Desafortunadamente, tras pocos días de rodaje, Barry se apearía del carro tras lo que parece que fueron varios encuentros poco amistosos con Kirk Douglas, uno de los dos protagonistas masculinos del filme.
'Saturno 3' ('Saturn 3', Stanley Donen, 1980) pasaba entonces a manos de su productor, un Stanley Donen que decidió rebajar lo "picante" de la cinta, dando más de un quebradero de cabeza al departamento de ventas de ITC Entertaiment, compañía productora del filme, que se encontró con enormes complicaciones para poder colocar en el mercado un título que, visto hoy, aqueja incuestionables problemas que incluyen su inane dirección, unas pésimas interpretaciones, muchos préstamos muy mal insertados en el conjunto y un diseño de producción que apesta a barato.
'Saturno 3', engendro mecánico
Según parece, de que esa última "cualidad" marcara a fuego a la producción fue responsable 'Rescaten el Titanic' ('Raise the Titanic', Jerry Jameson, 1980) la otra gran apuesta de la ITC de ese mismo año que, al pasarse de presupuesto, obligó a los estudios británicos a recortar la inversión en la cinta que hoy ocupa nuestro tiempo. El resultado de dicho recorte, como puede observarse nada más comenzar a verla, es que poco separa a 'Saturno 3' de la cutrez que rezumaban ciertos escenarios de la ya revisada 'Los 7 magníficos del espacio' ('Battle Beyond the Stars', Jimmy T.Murakami, 1980), siendo especialmente vergonzoso lo referente a Héctor, el robot del filme.
Es precisamente en todo lo que orbita alrededor de la inteligencia artificial que traerá de cabeza a Douglas, Fawcett y a un impertérrito Harvey Keitel, donde la cinta más deja ver esos préstamos que comentaba dos párrafos más arriba. Y no hace falta remontarse mucho para dar con ellos, ya que un simple salto de tres años hacia atrás nos lleva de forma directa a ese otro título del género que fue 'Engendro mecánico' ('Demon Seed', Donald Cammell, 1977), al que demasiado le debe la ominosa presencia del citado Héctor y sus impulsos y deseos hacia la figura femenina de la cinta.
Sin llegar tan lejos como en el filme protagonizado por Julie Christie, es a la nombrada 'Alien' a la que 'Saturno 3' acopla la práctica totalidad de sus esquemas argumentales, pudiendo ser definido el filme como una ramplona reimplementación de la historia a bordo de la Nostromo en una base espacial en Saturno con tres protagonistas en lugar de los siete de la película de Scott. Más allá de eso resulta muy complicado —por no decir imposible— rascar algo que valga la pena, siendo especialmente doloroso el comprobar que nada queda aquí del talento que Donen atesorara años atrás.
Que el responsable de la obra maestra que es 'Cantando bajo la lluvia' ('Singin' in the Rain', 1952) o esa delicia titulada 'Charada' ('Charade', 1963) firme tan prescindible producción es tanto o más alarmante que encontrarnos aquí a un Kirk Douglas cuyo horrendo trabajo le hizo merecedor de una nominación al Razzie al peor actor, un mérito que el otrora gran intérprete compartió con su partenaire femenina y la propia película, siendo "batida" en esta última categoría por la insufrible '¡Que no pare la música!' ('Can't Stop the Music!', Nancy Walker, 1980). Sobran ulteriores comentarios.
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