Si bien supongo que fuimos muchos los que lamentamos la decisión de Lionsgate de, impulsada por motivos puramente económicos, dividir la adaptación de la última entrega de la saga escrita por Suzanne Collins en dos películas —como ya hiciera Warner con el séptimo libro de Harry Potter o la propia Lionsgate con los dos filmes en los que nos llegará 'Leal', el cierre de la trilogía de 'Divergente'—; hay que admitir a la vista de los resultados de 'Los juegos del hambre: Sinsajo - Parte 1' ('The Hunger Games: Mockingjay, Part 1', Francis Lawrence, 2014) que la apuesta se saldó con una cinta digna que partía con serias desventajas para competir con sus dos predecesoras.
Y si lo hacía, era por el mero hecho de que la primera mitad de la novela que la cinta sigue, al igual que las dos primeras partes, de formas muy fidedignas, se vuelca más tanto en situar a Katniss Everdeen y a Peeta Mellard tras el final de 'En llamas' como en dibujar la situación en la que Panem se encuentra sumida tras el lanzamiento de la flecha con la que la aguerrida protagonista retaba al Capitolio en los momentos finales de su directa antecesora. Concentrando pues toda la épica y la acción de cara a la cinta que a partir de hoy podremos ver en los cines, este capítulo inicial de 'Sinsajo' tenía, como apuntaba en el párrafo anterior, "todas las de perder".
Complicado intermezzo
Con la sola referencia del contenido de las novelas que se deriva de los muchos comentarios que mi esposa fue trasladándome conforme fue leyéndolas, he de confesar que agradecí sobremanera que 'Sinsajo - Parte 1' —y por lo que se ha podido ver en sus adelantos, su segunda mitad— no se estableciera en los mismos términos argumentales que lo que, en esencia, ya habíamos visto dos veces en las entregas previas, esto es, a los protagonistas sobreviviendo a las extremas crueldades impuestas por los juegos en lo que, eso sí, era un estupendo despliegue de imaginación,
El problema era el que, como decía, al carecer de acción, no tardaron mucho en escucharse las voces en contra de dos horas de drama, diálogos, desarrollo de personajes y alguna pincelada del sesgo más adrenalínico de la saga. En lo que a este redactor respecta, quizás por saber aproximadamente lo que iba a encontrarme, quizás por esas ganas de algo diferente y, por supuesto, porque todo lo que rodea al futuro post-apocalíptico en el que se sitúan las cintas me había atrapado desde el comienzo de la tetralogía cinematográfica, no "me duele en prenda" admitir que, salvo el momento de la canción, 'Sinsajo - Parte 1' me pareció una producción a la altura de las anteriores.
Siempre que sale en la conversación, se burla un amigo mío con ingenio de mi gusto tanto por esta saga como por la de 'Divergente' afirmando que ambas son "películas Superpop". Quizás algunos no pilléis la referencia, pero 'Superpop' era una revista española muy popular entre los adolescentes de finales de los ochenta y principios de los noventa que, con pegatinas en cada ejemplar de las sensaciones del momento, servía a la chavalería de entonces para decorar sus carpetas escolares a la última con fotos de cantantes y actores de moda tanto de la gran como de la pequeña pantalla.
Ante tal "injuria" siempre defiendo a 'Los juegos del hambre' —más que a 'Divergente', más dada a momentos ñoños— como una saga muy digna de ciencia-ficción que, como las mejores del género, arroja ciertas reflexiones a través de los mecanismos del mismo acerca de cualidades de la sociedad actual que, extrapoladas a un futuro y exageradas sobremanera, miran con cinismo a asuntos como la pobreza, la hambruna, la opresión, los efectos de la guerra y, por supuesto, a la presencia de la violencia en los medios de comunicación de masas como mero entretenimiento en lugar de objeto de rechazo.
'Sinsajo - Parte 1', (muy) correcto prólogo
A partir de ese trasfondo, y de lo que ya se había dibujado con sutileza en las dos anteriores películas, la primera parte de 'Sinsajo' se centra en el distrito 13, en el que recaía el poder militar y que, supuestamente arrasado al final de esos días oscuros en el que los diferentes sectores de Panem se alzaron contra el totalitarismo del Capitolio, se ha convertido en el austero foco de la rebelión que lleva intuyéndose desde el comienzo de la saga. Una rebelión que encuentra en Katniss a su protagonista y que en las dos horas de metraje tendrá que vérselas con los empellones que el temible presidente Snow va lanzando desde su posición de poder.
Comandada con corrección y algún repunte de brillantez —en los contados momentos en los que la acción se hace protagonista del relato— por Francis Lawrence; interpretada en los mismos términos por un reparto del que destacaría a Donald Sutherland y a Julianne Moore; musicada también en similares parámetros por un James Newton Howard que parece haber perdido el empuje de hace unos años invisibilizando su estilo hasta hacerlo casi irreconocible y con un diseño de producción sobrio, es precisamente éste último epíteto el que describe con más precisión lo que podíamos encontrar hace cosa de un año en 'Los juegos del hambre: Sinsajo - Parte 1'.
Esperando que dicha cualidad de paso a la espectacularidad que prometen sus avances, sólo resta pues saber si lo que se espera de la conclusión de la franquicia está a la altura de las circunstancias de lo que aquéllos muestran y que el cierre de 'Los juegos del hambre' deje el regusto agradable que muchos esperamos después de tres años acercándonos a ellos. Una duda ésta sobre la que mi compañero Mikel ya ha arrojado su personal luz y que encontraréis asimismo resuelta de mano del que esto suscribe tan pronto como el próximo lunes.
Otra crítica en Blogdecine | 'Los juegos del hambre: Sinsajo - Parte 1', el decepcionante comienzo de la revolución
Ver todos los comentarios en https://www.espinof.com
VER 9 Comentarios