Ciencia-ficción: 'La serie Divergente: Leal', de Robert Schwentke

He comentado en no pocas ocasiones a lo largo y ancho de este ciclo, que la ciencia-ficción, la "buena", esa que perdura en el tiempo, es aquella que no se dedica únicamente a fantasear con pasados improbables o futuros posibles de manera estricta, sino que añade a dichas "fantasías" elementos reales para alzarse como una reflexión crítica más o menos velada, más o menos evidente, hacia la actualidad socio-política.

Ocultas tras el lustre de cine para adolescentes bajo el que se cubren ambas sagas, dichas reflexiones estaban presentes en las aventuras de Katniss Everdeen y también lo han estado desde el comienzo en la adaptación de las novelas de Veronica Roth que nos situan en una Chicago futura en la que la población está dividida en facciones y en la que los que no se acogen al sistema son calificados de Divergentes y rechazados por su carácter único.

Pero lo cierto es que, puestos a atender a cómo se transmite el mensaje de aceptación de uno mismo y de tolerancia que la saga acarrea desde su comienzo, hemos de lamentar que en la operación comercial de división del último libro en dos producciones —una operación heredada de la conclusión de la saga de Harry Potter que 'Los juegos del hambre' también adoptó— aquél haya quedado completamente diluido en la que se alza como la peor de las tres entregas que hemos visto hasta ahora.

¿Dirección? ¿Qué es eso?

Si hay algo que llama poderosamente la atención en las dos horas sobre las que se prolonga 'La serie Divergente: Leal' ('The Divergent Series: Allegiant', Robert Schwentke, 2016), es la pobreza formal que envuelve a la dirección de Robert Schwentke: no es que el cineasta alemán haya dado lecciones de autoridad en dicha materia en el pasado y ahora, de repente, se haya ataviado con un manto de mediocridad, pero a la luz de los puntos más álgidos de su filmografía, sorprende ver la carga de mediocridad que arrastra en buena parte del metraje.

Inquieto en escenas que requerían calma —hay una conversación en concreto al principio del filme entre los personajes de Cuatro y su madre rodada cámara en mano que es el mejor ejemplo de ésto— y calmado en los momentos de acción que hubieran necesitado de un mayor pulso narrativo, la realización de Schwentke queda puesta en entredicho una y otra vez y su escueta validez se ve aumentada, y de qué manera, por el pobre acabado que recibe la producción.

Vale que no estemos ante una superproducción en toda regla, pero que en 2016 uno pueda señalar con el dedo los momentos —los muchos momentos— en los que los efectos visuales "dan el cante", termina provocando, unido a otros factores de los que ahora pasaremos a hablar, que la apreciación final sobre la cinta descienda considerables enteros y que, como comentaba tres párrafos atrás, podamos calificar a esta tercera entrega de la franquicia como el momentáneo punto bajo de la misma.

'La serie Divergente: Leal', diluida y estirada

Vaya por delante que no he leído las novelas de Veronica Roth pero, por lo que me comentaba mi esposa —que sí lo ha hecho— durante la proyección, la fidelidad hasta límites exagerados ha sido la tónica reinante en la traslación de las páginas originales al celuloide de la misma manera que lo fueron las escritas por Suzanne Collins para la trilogía de 'Los juegos del hambre'. Aquí tocaría repetir lo de "medios diferentes requieren de necesidades narrativas diferentes", pero no lo haré.

En su lugar, valorando el guión de la cinta como un hecho cinematográfico a secas, resulta paradójico que la sensación que se extrae del filme sea la de que todo va pasando de forma acelerada y de que el libreto anda de puntillas por las diferentes tramas, haciendo especial hincapié en lo que menos lo merece —la poco creíble relación entre David y Tris— y dejando de lado aquello que hubiera merecido la pena haber sido desarrollado con más detalle —todo el mundo tras la muralla.

El mismo problema acusan los personajes; tanto los nuevos, que no reciben especial atención y se antojan planos y poco trabajados —lamentable lo estereotipado del que encarna Jeff Daniels—, como los antiguos, cuya definición no gana en matices de ningún tipo con respecto a lo que ya habíamos podido observar en 'Divergente' ('Divergent', Neil Burger, 2014) o 'La serie Divergente: Insurgente' ('Insurgent', Robert Schwentke, 2015).

Sorprendentemente, y aún contando con tantas trabas de cara a una valoración positiva de la cinta, 'Leal' se pasa en un suspiro y resulta hasta entretenida, una cualidad que es, como decía al final de la entrada correspondiente a su antecesora, lo único que este redactor le pide a un filme de éstas características; ni que se convierta en un referente del género ni que mueva a hondas reflexiones. Podría haberlo hecho en muy mejores modos, eso es indudable, pero la cuestión es que lo consigue. Tampoco pidamos peras al olmo.

Otra crítica en Blogdecine | 'La serie Divergente: Leal', horrible es quedarse corto

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