Uno de los realizadores clave del buen cine de ciencia-ficción fue Jack Arnold, quien por solo haber dirigido 'El increíble hombre menguante' ('The Incredible Shrinking Man', 1957)', joya del género, ya merece toda consideración posible. El director que dio alguna de sus primeras oportunidades a Clint Eastwood debutó en el cine con una comedia, genero que visitaría de vez en cuando pero en el que no destacaría. 'It Came From Outer Space' (id, 1953) —conocida también en nuestro país con el erróneo título de 'Llegó del más allá'— fue su segundo trabajo y se hizo con el mismo presentándose a los ejecutivos de la Universal asegurándoles que era un experto en temas de ciencia-ficción. Fue el farol de su vida. Y ganó. Los resultados tanto artísticos como económicos de la película provocaron que el estudio le encargase a Arnold todo tipo de proyectos similares.
Los años 50 fueron muy prolíficos en cuanto a la ciencia-ficción. Películas de todo tipo, sobre todo de invasiones extraterrestres, captaban la atención de una sociedad, la estadounidense, que se encontraba en un momento delicado. El senador McCarthy y sus brillantes ideas más esa paranoia colectiva al pensar que se tenía al enemigo en casa, provocaron films como el que nos ocupa, el cual puede ser visto como un precedente de cierta obra maestra de Don Siegel —ninguna obra de arte nace de la nada—, los extraterrestres suplantan la identidad de los seres humanos para llevar a cabo su plan. En cualquier caso, la figura del extraterrestre aquí está más cerca de lo visto en clásicos como 'Ultimátum a la Tierra' ('The Day The Earth Stood Still', Robert Wise, 1951). Las intenciones de los visitantes no son, en ningún caso, dominar el mundo.
(From here to the end, Spoilers) Tomando como base una historia de Ray Bradbury, escrita directamente para la Universal, 'It Came From Outer Space' se atreve a mostrar, como se había realizado también en el film citado de Wise, a unos extraterrestres cuya nave se estrella por accidente en nuestro planeta y sus intenciones no son malas. El detalle más interesante es el hecho de que los extraterrestres comprenden a la raza humana hasta tal punto que tienen que defenderse de nosotros. Tal y como reza en un momento dado el film, el hombre no está preparado para un contacto de ese tipo por el simple hecho de rechazar lo horrible, visualmente hablando, y temer a lo desconocido. El ser humano, por ignorante, sería el verdadero peligro en ese encuentro. Una vez más la ciencia-ficción como pretexto para hablar de lo peor de nosotros.
El director que confesaba haber aprendido todo de Robert Flaherty sorprendió por su envidiable dominio de todos los elementos en la puesta en escena. Arnold no quería en ningún momento mostrar a los extraterrestres utilizando una de las máximas del suspense —menos es más—, pero el estudio le obligó a mostrarlo alguna vez —su diseño, que puede ser visto hoy día con algo de humor, fue realizado por la primera mujer dibujante de la Disney, Milicent Patrick—, algo en lo que el director tuvo que ceder por razones comerciales y porque prácticamente le habían dejado hacer lo que quisiese. Con todo Arnold se las ingenió para mostrarlo lo menos posible, y curiosamente la amenaza, e incluso el terror, está más presente cuando los extraterrestres tienen forma humana. La maldita curiosidad hace el resto. Hay que tener en cuenta que los extraterrestres solo quieren reparar su nave e irse, y todas las situaciones se desencadenan a partir del miedo humano a ser invadido. La paranoia colectiva que lleva al hombre a cometer verdaderas estupideces.
Con un presupuesto limitado en comparación con otras producciones de la época Arnold tuvo un gran aliado en ese desierto de Arizona donde se desarrolla la acción. Un escenario que se empareja en soledad con la que sienten tanto el personaje central, un astrónomo (Richard Carlson) que no es tomado en serio, y el extraterrestre que solo quiere partir. Seres solitarios y en cierto modo incomprendidos en un escenario desértico que por otro lado remite al western —género en el que Arnold también probaría suerte—. Ese tramo final de habitantes del pueblo encabezados por un sheriff algo corto de miras yendo hacia el lugar de la nave con la intención de acabar con ellos parece salido de cualquier clásico del oeste en el que se hable de tomarse la justicia por la mano a partir de la incomprensión, la confusión y la ignorancia.
'It Came From Outer Space' fue filmada en ese sistema que hoy está tan de moda y que jamás afectará a la calidad de un film, la 3D. Las escenas más destacadas al respecto son las del pequeño helicóptero acercándose a la cámara situada a ras de suelo, escenas a todas luces innecesarias y que formaban parte del juego de las tres dimensiones tan de moda en aquellos años en el que incluso se hacía tomar parte al público con sorpresas inesperadas durante la proyección. Jueguecitos comerciales aparte, la valía de un film como este está en su atmósfera desasosegante, la sabia utilización de unos medios limitados —destacando la labor de Clifford Stine en la fotografía—, y ese relato de aventuras con no pocas pizcas de suspense en el que el ser humano no queda nada bien parado. El bicho de un solo ojo —Jack Arnold lo llamaba el huevo frito— es mejor obviarlo.
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