Ciencia-ficción: 'Alien nación', de Graham Baker

Un policía pierde a su compañero en un tiroteo con un par de criminales pertenecientes a una banda. Para poder atrapar a los culpables, se le asigna un nuevo compañero de la misma etnia que los citados asesinos. La investigación desvela que un poderoso miembro de la comunidad a la que éstos pertenecen está detrás de todo y que, al mismo tiempo, pretende controlar el tráfico de una nueva sustancia ilegal de potentes efectos. ¿Cómo? ¿Que éste es el guión de una película policíaca al uso? Claro, pero si cambiamos etnia por extraterrestres, ya no es un thriller con agentes de la ley sino uno que entronca de pleno con la ciencia-ficción, ¿no?

Pues la verdad es que no, que por mucho que la mitad de los personajes de 'Alien nación' ('Alien Nation', Graham Baker, 1987) lleven maquillada la cabeza al completo y en el guión se nos cuente cómo una raza de esclavos alienígenas llegó a la Tierra en una nave a la deriva y se les dejó quedarse, tal premisa de partida es después desaprovechada sobremanera en una cinta que se mueve de forma tan errática sobre la línea que separa ficción de ciencia-ficción que, en última instancia se queda muchísimo más del lado de la primera que de la segunda.

'Alien nación', entre dos mundos

Con poco o nada que extraer del género del que nos ocupamos en éste ciclo más allá de las escuetas idiosincrasias con las que se dibuja la citada presencia de extraterrestres —que hablan en un lenguaje gutural y se emborrachan con leche agria— y de que la droga de la que hablábamos genera en ellos una resistencia y fuerza desmesuradas, es muy evidente que 'Alien nación' no logra superar la barrera que lo haría entrar de lleno en la ciencia-ficción por mucho que, en la línea de lo que ésta siempre ha ofrecido en su mejor faceta, las intenciones del libreto sean las de servir de émulo a las alarmantes tensiones raciales que habían ido en aumento en Los Ángeles durante los ochenta.

Matando no obstante moscas a cañonazos, la metáfora en la que se apoya la cinta es tan evidente como poco agraciada y juega muy a favor de que, en última instancia, la producción se perciba plenamente como un relato policíaco de limitada repercusión cuyo principal atractivo descansa tanto en una duración que provoca que el visionado se pase en poco más que un suspiro como, sobre todo, en los tres intérpretes masculinos que la Fox colocó al frente de reparto: James Caan, Mandy Patinkin y Terence Stamp.

El primero carga con un papel escrito a su medida, el del típico policía de vuelta de todo que vive el día a día sin atender en exceso al futuro y que mantiene una empobrecida relación con una hija a la que casi nunca ve. A su lado, casi irreconocible bajo la extensa capa de maquillaje, Mandy Patinkin es también el típico agente pulcro y de vida ordenada que encuentra en el siempre espléndido hacer de "Iñigo Montoya" el personaje más agraciado del terceto protagonista. Cerrándolo, un Terence Stamp sobrio y de gesto adusto que, huelga decir, funciona sin problemas en su papel de villano.

Ahora bien, saliendo de ellos, 'Alien nación' falla en ofrecer al espectador algo más que un vago entretenimiento que supere los tópicos más típicos del género de cine policíaco —o, porque también lo es, de las buddie movies—, esos que atañen a trilladísimas situaciones y previsibles diálogos y que, además, nunca encuentran refuerzo en una labor sólida por parte del cineasta al cargo de la función, en una partitura que se salga de lo común o en un diseño de producción que brille en alguna de las secuencias. Con todo, la cinta fue un relativo éxito de taquilla y dio pie a una única temporada de una serie con los mismos personajes de la que hoy nadie se acuerda ya.

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