'Estrella oscura' ('Dark Star', John Carpenter, 1974), aquél hilarante y bizarro filme —en el sentido anglosajón del término— que había servido como pistoletazo de salida en la gran pantalla para el que terminaría convirtiéndose en uno de los mejores directores de cine de género de los últimos cincuenta años, no había funcionado como su creador esperaba, dando momentáneamente al traste con sus intenciones de posicionarse como cineasta y relegándole, o al menos esa era su creencia, a buscarse un hueco en Hollywood como guionista.
Pero no pasarían dos años antes de que John Carpenter volviera a probar suerte tras las cámaras con la enérgica 'Asalto en la comisaría del distrito 13' ('Assault on Precint 13', 1976), un filme que ya sí consiguió llamar la atención lo suficiente como para que el director pudiera llamar a según que puertas buscando financiación para sus muchas ideas. De hecho, la que hoy nos ocupa se le ocurriría ese mismo año de 1976 a raíz de la ola de escepticismo hacia la figura del presidente de los Estados Unidos que siguió al escándalo del Watergate, un hecho histórico que plantó las semillas para lo que cinco años después se convertiría en '1997: Rescate en Nueva York' ('Escape from New York', 1981).
La América del desencanto
La sensación que envolvía a la nación era de genuino cinismo acerca del presidente. Escribí el guión y ningún estudio quería hacerla porque era demasiado violenta, terrorífica y extraña.
Desde el magnicidio de Dallas en 1963, la impopularidad de alto mandatario de los Estados Unidos había ido cayendo en picado gracias, primero, a la política intervencionista de Johnson y ese desastre armado que fue la guerra de Vietnam y, después, al escándalo en el que se vio envuelto Nixon cuando colaboradores suyos fueron sorprendidos intentando robar documentos en el complejo Watergate, sede del partido demócrata —Nixon era republicano—, prendiendo la mecha de lo que después resultaría ser un auténtico polvorín bajo los pies del gobierno en el que sigue siendo el mayor escándalo que ha envuelto a un presidente en la historia del país.
Bajo esas circunstancias, no es difícil aprehenderse de las palabras de Carpenter que encabezan éstos párrafos y que, de forma sucinta, recogen el sentir generalizado de un pueblo que miraba con malos ojos a todo lo que dimanaba de Washington y que sentía que lo que allí se cocía ya no servía de representación de sus intereses, máxime cuando la investigación posterior a la detención en el Watergate descubrió una conspiración encabezada por Nixon cuyos objetivos, a día de hoy, todavía no han quedado del todo esclarecidos aunque muchas voces apunten a que la clara pretensión del presidente era dinamitar la credibilidad del partido en la oposición ligándolo a actividades que podrían ir desde su posible financiación con capital cubano hasta su implicación en redes de prostitución.
No es de extrañar pues que, cuando uno se acerca a la cinta de Carpenter, la figura presidencial encarnada con gran efectividad por Donald Pleasance —que ya había colaborado con el cineasta encarnando al doctor Loomis en la mítica 'La noche de Halloween' ('Halloween', 1978)— sea un personaje execrable al que resulta complicado, sino imposible, tomar afecto o simpatía, situándolo el director en las antípodas del que, a todas luces, resulta el mayor hallazgo del filme y a la postre uno de los mayores aciertos de las extensas carreras de Carpenter y Kurt Russell. Hablamos, cómo no, de Snake Plissken.
Llámame Serpiente
Toda vez Carpenter contó con el suficiente respaldo cinematográfico que le aportaban la citada 'La noche de Halloween' y la posterior 'La niebla' ('The Fog', 1980) y afrontó el rodaje de '1997: Rescate en Nueva York', el primer problema al que tuvo que enfrentarse fue la elección del actor que encarnaría a ese antihéroe chulo, sobrado e incombustible que iba a terminar siendo Snake Plissken. Unas cualidades éstas que Avco-Embassy Pictures, la productora de la cinta, pretendía encontrar en los dos nombres por los que se decantaba inicialmente, Charles Bronson y Tommy Lee Jones.
Pero Carpenter no quería que ningún actor de recorrido como Bronson le arruinara el control creativo que quería ejercer sobre el proyecto y sus miras se orientaron hacia Kurt Russell, que por aquél entonces pretendía empezar a desempolvarse de la imagen ligera que había cultivado gracias a sus tempranas intervenciones en producciones Disney del talante de 'Mi cerebro es electrónico' ('The Computer Wore Tennis Shoes', Robert Butler, 1969), 'Un ejecutivo muy mono' ('The Barefoot Executive', Robert Butler, 1971) o 'Te veo y no te veo' ('Now You See Him, Now You Don't', Robert Butler, 1972).
Y lo cierto es que, si quería librarse de dicha imagen, Russell no lo podría haber hecho mejor: musculado, con un parche en el ojo izquierdo, barba de unos cuantos días, melena, camiseta negra ceñida, pantalones de camuflaje y una actitud que en palabras del propio actor era mezcla entre "los estilos de Bruce Lee, el Exterminador, Darth Vader y la vocalización de Clint Eastwood', queda muy claro que sin la presencia del intérprete encarnando a ese hiper-carismático anti-héroe que es Plissken, este espléndido ejemplo de la ciencia-ficción post-apocalíptica que es '1997: Rescate en Nueva York', no habría sido lo mismo.
'1997: Rescate en Nueva York', post-Apocalipsis ochentero
Sub-género muy cultivado durante la década anterior en un amplio abanico de filmes —algunos de los cuales han quedado cubiertos en el repaso que en este mismo ciclo hemos hecho a tan prolíficos diez años— la ciencia-ficción post-apocalíptica también encontrará a lo largo de los ochenta multitud de títulos de los que los aficionados podemos seguir disfrutando sin tener que recurrir a excusas como la nostalgia o sentir la necesidad de justificarnos ante propuestas que provocarían en más de uno demasiados momentos de "vergüenza ajena". Huelga decir que el filme de Carpenter es uno de ellos.
Sobrio y conciso, y con un diseño de producción que consigue hacernos creer que las calles de St. Louis Este son las de una isla de Manhattan convertida en prisión federal, '1997: Rescate en Nueva York' es uno de esos filmes que, siempre y cuando se tengan en cuenta ciertas concesiones de estilo ligadas a la época en la que se rodó —la estética ochentera se deja aquí notar bastante por más que sea una visión de futuro de década y media después de su fecha de estreno—, se disfrutan cada vez más con cada nuevo revisionado, aumentando su efectividad sobremanera con el paso del tiempo.
De hecho, es en su imaginativa configuración visual y en la espléndida dirección de un Carpenter que dista mucho de aquél cineasta en ciernes que era en 'Dark Star' donde la cinta encuentra dos de sus bases más sólidas. Dos pilares que nos dejan momentos imperturbables —para qué citarlos, acérquense a ella y vean— y que unidos a decisiones como que toda la cinta se desarrolle de noche, al ambiente sórdido que envuelve la acción, a la presencia de nombres como Lee Van Cleef, Harry Dean Stanton o Isaac Hayes y a las texturas sonoras que aporta la banda sonora compuesta Alan Howarth y el propio cineasta legan una película de esas a las que la calificación "de culto" tiempo ha se le quedó MUY pequeña.
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