Daniel Calparsoro estrenó en su momento 'Invasor' y 'Combustión' con apenas meses de diferencia entre sí, algo poco usual en nuestro país por la dificultad que tienen hasta realizadores contrastados en levantar proyectos. Lo más habitual es que al menos pasen dos o tres años entre cinta y cinta, justo el tiempo que separa a ‘Combustión’ de 'Cien años de perdón', título que llega mañana viernes 4 de marzo a los cines españoles.
Calparsoro vuelve a demostrar en ‘Cien años de perdón’ que es uno de los realizadores españoles que más atención presta al acabado técnico de sus obras, pero en esta ocasión cuenta con varias ventajas respecto a sus dos anteriores trabajos sin abandonar el cine de puro entretenimiento: Un guion solvente que sabe construir personajes interesantes que vertebren una historia que mantenga nuestro interés y un dúo protagonista que borda sus papeles.
Solidez y claridad de ideas
A estas alturas hemos visto tantas películas de atracos que es poco menos que imposible sorprendernos con una. De eso es muy consciente el libreto de Jorge Guerricaechevarría, por lo que opta por llevar a los personajes, en especial a los dos atracadores interpretados por Luis Tosar y Rodrigo de la Serna, a primera línea y que sean ellos los que hagan avanzar la historia en lugar de hacerlo al revés.
Además, tanto el guion de Guerricaechevarría como la puesta en escena de Calparsoro hacen especial hincapié en diversos elementos que rodean al atraco que ayudan a diversificar el interés. Lo más potente es echar mano de la corrupción, un tema de constante actualidad en España, tanto para enriquecer la progresión de la historia como para convertir a los atracadores hasta cierto punto en los héroes de la función.
Como mencionaba más atrás, la solvencia es la mejor palabra para definir el trabajo de Guerricaechevarría, pues ofrece un acercamiento siempre como mínimo correcto al relato que nos plantea y sabe ir dando con las teclas adecuadas para que tanto los personajes como la historia avances de formas más o menos lógicas. Todo ello sin sacrificar su naturaleza como pasatiempo de “lujo”, una de las grandes claves de ‘Cien años de perdón’.
Tampoco me olvido del notable esfuerzo técnico que achaco sin duda a los deseos de Calparsoro de ser fiel en todo momento a su apuesta. Además, no hace distinciones para conseguir el tono deseado, y se preocupa por conseguir un empaque conjuntando, prestando prácticamente la misma atención a las secuencias más, por así llamarlas, espectaculares como a momentos más de transición como algunos planos aéreos de Valencia. Todo suma.
Es cierto que no faltan los lugares comunes, pero al menos sabe cómo integrarlos sin convertir a ‘Cien años de perdón’ en un tópico andante. Además, la parte de la corrupción sí que queda un pelín desdibujada, pero tampoco es nada realmente y cuadra bien con el uso de la misma que necesita la parte de los atracadores. Sería necesario repensar toda la película para solucionarlo -y sería entonces algo muy diferente-, así que será mejor verlo como un mal necesario.
El gran dúo protagonista de ’Cien años de perdón’
Ese efectivo equilibrio entre intenciones y resultados tanto en guion como en dirección alcanza otro nivel gracias a un acertado trabajo de casting en el que todos aportan, desde los rostros más conocidos y con mayor presencia en el relato hasta otros en personajes menores. Sin embargo, sería injusto no volver a incidir en lo mucho que debe ‘Cien años de perdón’ a Luis Tosar y Rodrigo de la Serna.
Eso sí, de Tosar ya lo esperaba al saber lo gran actor que es -¿qué película española no estaría deseando contar con él a poco que un personaje se preste a ello?- y aquí vuelve a dar en la diana, tanto en el retrato individual del gallego como en su forma de interactuar con los demás, pero el que realmente me sorprendió fue De la Serna, ya que como El uruguayo está casi incluso mejor que el protagonista de ‘El desconocido’.
Por un lado, su química con Tosar se convierte en uno de los puntos más destacables de la función, pero es que además muestra un carisma inesperado y una intensidad que rivaliza con la del actor español y hace que sigamos sus movimientos con particular interés. También el resto de miembros de la banda encajan muy bien, surgiendo de ahí esas pequeñas gotas de humor que ayudan a que ‘Cien años de perdón’ nunca abandone esa tensa ligereza de la que hace gala.
Otro detalle que me gustaría comentar de la aportación del reparto es que Calparsoro y Guerricaechevarría son lo suficientemente inteligentes como para no confiar únicamente en la aportación de Tosar y De la Serna, lo cual aviva el ritmo de la progresión dramática y ayuda a que ese trasfondo de la corrupción sea un trasfondo que realmente añada algo y no una mera consecuencia del macguffin utilizado.
En definitiva, ‘Cien años de perdón’ no es una gran película, pero sí es un pasatiempo muy disfrutable, con las ideas claras y elevado por tanto por el buen hacer de Tosar y De la Serna. No pasará a la historia, pero sí es un buen ejemplo de que en España se hace cine comercial que realmente merezca la pena, por lo que os lo recomiendo por encima de 'El amor es más fuerte que las bombas' ('Louder than Bombs'), el otro estreno de esta semana que ya os comenté.
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