Llega un punto en la carrera de todo director en el que parece que se ha quedado sin nada nuevo que contar, y eso es algo que sucedió en el caso de Christopher Nolan tras el estreno de ‘El Truco Final (El Prestigio)’, ya que las constantes de su cine estaban reproducidas casi a la perfección, dejando la sensación de que algo tenía que cambiar en su cine si no quería correr el riesgo de estancarse. Además, Nolan se enfrentaba al riesgo de decepcionar con la secuela de ‘Batman Begins‘, ya que son muchos los que se diluyen a la hora de rodar secuelas. Sin embargo, este reto no amilanó al director de la inminente ‘El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace‘, dando como resultado una película que arrasó en la taquilla, encantó a la gran mayoría de gente que la vio y también supuso un nuevo comienzo en su forma de encarar la puesta en escena de una película.
Hasta ahora os había comentado en repetidas ocasiones que Nolan tenía una clara preferencia por los planos cerrados, normalmente como recurso para mostrar el aislamiento en la obsesión de su personaje protagonista, siendo también un director que no abusaba de la grandilocuencias visuales, pero es por aquí por donde surge la entidad propia ‘El Caballero Oscuro‘ dentro de la filmografía de su director.
La evolución de Christopher Nolan
Aunque ya comenté que me parecía algo injusto, uno de los puntos más criticados de ‘Batman Begins’ fue la forma en la que Nolan encaró las escenas de acción. Sí, por lo general inducían a la confusión, pero era algo con perfecto sentido a la hora de introducir a Batman como alguien que podía atacar a los villanos sin que éstos supieran que era lo que estaba pasando. La duda era si Nolan optaba por el continuismo, lo que hubiese sido un error (ahora ya todos los villanos saben que es Batman su atacante), o si optaba por abordar de otra forma las abundantes escenas de acción de una cinta de estas características.
El primer gran cambio en la puesta en escena de Nolan es apostar sin rubor por los espacios abierto. De hecho, es algo que lleva al extremo en varias ocasiones a través del uso del IMAX, la tecnología propicia para que este tipo de planos luzcan de forma bestial en ese tipo de planos. Además, Nolan lo utiliza con dos finalidades: La primera es conseguir el impacto inicial con la genial escena inicial, aparentemente inspirada en ‘Heat’, del robo a un banco que también sirve como brillante introducción para el personaje de Joker. Ahí la espectacularidad es un elemento sustancial, pero no el principal, algo que cambia en el uso posterior de este recurso: Grandes planos generales con Batman en acción. Cierto es que esto es algo más convencional, pero cumple holgadamente con su objetivo sin caer en la saturación, algo muy habitual en estos casos.
Otro punto importante es que Nolan mueve la cámara mucho más de lo habitual en él, ya que parece empeñado en que resulten emocionantes conversaciones que antes hubiera rodado con una cámara bastante estática, dejando que sean los actores y las líneas de diálogo las que imprimieran interés a esos momentos. Este detalle, más bien específico de determinados momentos, no me resultó molesto (mi novia sí que lo encontró algo mareante), estando muy lejos del uso erróneo que otros directores le dieron, siendo el caso de Kevin Smith en ‘Clerks 2’ el primero que viene a mi cabeza.
En el plano temático, Nolan ya había mostrado en ‘El Truco Final (El Prestigio)’ que no era necesario que ninguno de los principales protagonistas sea alguien positivo, para así lograr la empatía emocional del espectador. No obstante, eso no era impedimento para lograr fascinarnos, siendo esta la base de su evolución en este campo: El villano no sólo como elemento de atracción del público, sino como cortina de humo para mostrar el proceso de corrupción necesario para que alguien se convierta en un ser despreciable (¿lo logrará?). Es decir, Nolan se deleita en mostrarnos cómo el mayor de los héroes puede acabar siendo el peor de los villanos. Seguimos así en el campo de las obsesiones, pero aplicándolo de forma magistral en el mundo de los superhéroes/supervillanos.
Otro detalle relevante es la exploración de la predestinación del héroe (siempre que aceptemos a Batman como tal) y el villano al través del choque entre Batman y Joker, ya que ambos se rigen por unos principios que les obligan a no acabar voluntariamente con el otro. De hecho, hay también un avance en este punto, porque Batman no tenía problema en dejar morir a uno de los villanos, pero aquí su conciencia ha cambiado y ya no puede permitirse algo así si quiere que Bruce Wayne conserve algo de humanidad. Por su parte, Joker es un arma de destrucción masiva, un accidente a punto de suceder que uno no puede evitar mirar fascinado cómo se produce. Sin embargo, la cosa no se queda en eso.
El Joker de ‘El Caballero Oscuro’
Hasta el mayor de lo detractores de ‘El Caballero Oscuro’ debería reconocer que el trabajo de Heath Ledger como Joker es de los que pasan a la historia con todo merecimiento. Y es que el protagonista de ‘Brokeback Mountain’ asombra con su composición de peligroso demente que sólo quiere ver el mundo arder, pero hay mucho más que eso en él. El gran factor diferencial es que es alguien con un plan, estando dispuesto a cualquier cosa (siendo esto cierto por una vez) para sacarlo adelante. La riqueza personal o la consecución de un único objetivo pierden sentido con él, siendo eso lo que lo convierte en alguien terriblemente peligroso.
La actuación de Ledger es un prodigioso ejercicio de sobreactuación contenida, en la que tan pronto muestra una lucidez que para muchos quisieran como se convierte en un terrorista sin sentimientos, y Ledger lo clava: Se ha criticado mucho la famosa secuencia de los dos barcos, y es verdad es que no está del todo bien ejecutada, pero el hecho de no coincidir con la conclusión que se extrae de la misma (yo mismo no lo estoy) no es óbice para admitir que cumple una función estratégica para el discurso de la película y la función de Joker dentro la misma. Por mi parte, creo que una de las grandes pegas es que no me termino de creer las actuaciones de los personajes, algo a lo que Nolan no ayuda mucho ni desde el guión, ni tampoco desde la puesta en escena. Aquí es donde aparece también un problema de sobreexposición un tanto preocupante, ya que también dura más de lo que debería para poder incidir en unos elementos filosófico-morales en los que en otros momentos se da en la diana (el discurso final), pero no es éste el caso.
El reparto de la película
Es evidente que el dúo Bruce Wayne/Batman que interpreta Christian Bale sufre una evidente transformación (y maduración) con respecto a ‘Batman Begins’, ya que en ‘El Caballero Oscuro’ su determinación es total, algo que Bale muestra con una credibilidad e intensidad fuera de toda duda. Da igual los obstáculos que haya (aunque deriven en multitud de secuelas físicas), que él ha de conseguir lo que busca casi sea cual sea el precio. Es aquí donde procede una pequeña comparación con el Joker, ya que, como éste dice, ambos se completan mutuamente. No habría héroe sin villano, y este villano sólo quiere divertirse. Entramos entonces en un punto muerto en el que aparece un personaje que es la auténtica clave de la película: Harvey Dent.
No es para nada casualidad que se aluda a Harvey Dent como el caballero blanco de Gotham, es decir, el héroe que la ciudad necesita para conseguir dejar atrás de forma definitiva el oscurantismo y la decadencia que casi provoca la destrucción de la ciudad en ‘Batman Begins’. Él es la esperanza, la justicia y todo lo positivo que alguien destinado a convertirse en un símbolo podría ser, pero también lo que podría echar todo el esfuerzo por la borda. El problema es que la película es la narración de su caída en desgracia, algo que se va mostrando de forma progresiva (la escena en la que Batman le reprocha la violencia con la que está tratando a un criminal) hasta llegar el gran acontecimiento que ha de decidir si es un héroe o un villano.
En definitiva, Eckhart ha de resultar convincente al mismo tiempo como un equivalente de Batman, pero dejando síntomas de que puede convertirse en un nuevo Joker, y vaya si lo consigue. Él es el auténtico elemento vertebrador de la película pese a ser el tercer personaje en importancia en pantalla, y es aquí donde Nolan demuestra una vez más su gran capacidad a la hora de controlar la información que va dando al espectador. Por su parte, Eckhart está perfecto mostrando las dos caras del personaje y, de nuevo, deja con ganas de más. Por cierto, ¿soy el único que se acordó del niño de ‘El Truco Final (El Prestigio)’ al que el personaje de Christian Bale regalaba una moneda como la que utiliza Dent? Otra pequeña muestra de que Nolan suele ir allanando el camino para lo que hará en el futuro.
El resto de las novedades del reparto ya son menos estimulantes aunque cumplan perfectamente su función: Maggie Gyllenhaal mejora a Katie Holmes como Rachel Dawes, siendo además un elemento clave en que surja cierto antagonismo entre Wayne y Dent al estar ambos enamorada de ella, mientras que la sorprendente elección de Eric Roberts se traduce en un capo mafioso convincente. Por lo demás, nueva curiosidad para los teléfilos al ver al Richard Alpert (solvente Nestor Carbonell) de ‘Lost’ como el alcalde de Gotham (en la primera entrega era el Joffrey de ‘Juego de Tronos’ al que salvaba Batman en el tramo final de la película) y la contratación de William Fitchner para un personaje del prólogo refuerza la conexión del mismo con ‘Heat’.
Entre los reincidentes gana especial importancia Gary Oldman como el teniente Gordon, un cargo intermedio paralelo al nivel de corrupción del cuerpo policial, menor, pero muy peligrosa para el devenir de la historia. Oldman da vida al aliado clave de Batman, siendo capaz de cualquier sacrificio para poder contener las alocadas acciones del Joker. Además, vuelve a ser el personaje más humano de todos, el auténtico punto de cordura a un panorama de locos, algo que él sabe mostrar a la perfección. Por su parte, Michael Caine vuelve a interpretar con convicción al leal Alfred y el Lucius Fox de Morgan Freeman dota de ciertos puntos de conexión a la película con las cintas de James Bond, al mismo tiempo que actúa a modo de reproche moral de un Batman quizá demasiado desatado.
Sin embargo, y pese a su escasísima presencia en pantalla, casi más importante es la reaparición de Cillian Murphy como el Espantapájaros, ya que resulta vital para establecer la necesaria transición entre las diferentes clases de villano que hay. Y es que en ‘Batman Begins’ eran más mundanos, siendo las armas lo que realmente los definía: Una vez neutralizadas las amenazas (en este caso una droga alucinógena), el enemigo es fácilmente batible. Y no sólo sirve para eso, sino para establecer que Batman ha conseguido el estatus de héroe de la acción, de ahí el discutible recurso de sus imitadores: El mundo quiere a Batman aunque no entienda exactamente lo que es. Una vez establecido esto se puede pasar a la equivalencia entre villano y arma, ya que el propio Joker no duda en utilizar sus recursos físicos para atacar al protagonista, y no habrá nada que pueda detenerlo de forma indefinida.
En definitiva, ‘El Caballero Oscuro’ es una grandísima película que consigue crear un villano tan carismático como el Joker, pero también evitar que se coma una película que consigue equilibrar con brillantez casi todos los frentes que abre. Y es que siempre será mejor dejar al espectador con ganas de más a saturarlo con lo que en grandes dosis podría perder gran parte de su impacto. Además, es una evolución de Nolan como director, ahora dispuesto a abrazar la espectacularidad como elemento vigorizante de su discurso. De hecho, en su siguiente trabajo combinaría esa espectacularidad con una idea personal en la que podía prescindir de los límites de la realidad para así dar un nuevo giro de tuerca a las típicas obsesiones de sus protagonistas. Cualquier cosa antes que quedarse estancado.
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