‘Chapelwaite’, la exquisita miniserie precuela de ‘El misterio de Salem’s Lot’ con Adrien Brody, se ha estrenado por sorpresa en HBO Max. Un tremendo buffet libre para amantes del cine gótico de vieja escuela con criaturas de la noche que va del horror psicológico al cósmico con el mismo director de arte de ‘El faro’ (2019) dotando al conjunto de una ambientación impecable en el que un presupuesto ajustado luce como buen cine de época.
La serie toma el relato lovecratiano 'Los misterios del gusano’ (Jerusalem's Lot) de Stephen King como punto de partida para crear una historia épica de 10 episodios que van desarrollándose en tres actos bien diferenciados incluso en tono, y que van introduciendo en el relato diferentes antagonistas, que llega a portar incluso elementos de folk horror. Su mirada al cine de género se afronta desde la vocación de terror atemporal, resultando casi anacrónica, alejada de tendencias en su paciente aproximación al gótico.
El multiverso Salem's Lot
Una rara avis televisiva para amantes de los clásicos de los 60 que se centra pacientemente en atmósfera y la gramática del cine de época de otra era. ‘Chapelwaite’ es la quinta ficción relacionada con la novela ‘El misterio de Salem’s Lot’, tras las dos adaptaciones oficiales, y las secuelas apócrifas ‘Retorno a Salem's Lot’ (1987) y la temporada 2 de ‘Castle Rock’ (2019), con la que tiene algún punto en común en relación a los cultos alrededor del pueblo que da cierta coherencia al universo Marsten.
Además, Peter Filardi, guionista de la mítica ‘Jóvenes y brujas’ (The Craft, 1996) es aquí el showrunner junto a su hermano Jason, completando su visión de la obra de King tras escribir la muy reivindicable ‘Salem’s Lot’ (2004), aunque en esta ocasión el acabado es más añejo de lo acostumbrado en las adaptaciones del escritor de Maine, recordando en su aspecto a una serie de terrores marinos en la época de aventureros como ‘The Terror’ (2018), en la que el protagonista ballenero de esta, Charles Boone, podría haber formado parte de la tripulación.
Un festín de gótico deliciosamente anticuado
Estirar el cuento de apenas 40 páginas incluido en el volumen ‘El umbral de la noche’ es un trabajo delicado, que corre el riesgo de caer en el relleno y las subtramas insípidas, pero la historia original era en sí misma un gran homenaje a la literatura weird, por lo que las 9 horas son un lienzo en blanco donde se incorporan elementos de esos viejos relatos de miedo, con fuerte influencia de ‘Las ratas en las paredes’ de H.P. Lovecraft – sus primeros episodios son casi una adaptación apócrifa–, y algo también de ‘El morador de las tinieblas’ más adelante.
Su protagonista es un viudo que podría haber salido de la pluma de Edgar Allan Poe, aunque aquí tiene tres hijos y aparece la figura de la institutriz, que conecta con el punto de partida de ‘Otra vuelta de tuerca’. Hay retratos de antepasados con secretos, mansiones chirriantes, maldiciones familiares, bebés que nacen con deformidad, exhumaciones nocturnas... ‘Chapelwaite’ condensa sin reparos todos los ingredientes del cine de terror gótico más decimonónico, con un tono que recoge el espíritu del ciclo Poe-Corman de la AIP.
Durante el primer acto la serie se centra en las leyendas alrededor de Preacher's Corners, los misterios de la mansión y el duelo del protagonista, creando un tono fúnebre y desangelado que impregna todo de tristeza y se convierte en una espiral de locura paralela a los misterios que se descubrirán más adelante. Se disfruta capítulo a capítulo y la obra no tiene ninguna prisa, dejando que su tono lúgubre se mezcle con las leyendas de Nueva Inglaterra y la tradición de folklore americana.
Del horror de la hammer al lovecraftiano
Su drama se equilibra con la sensación de pisar por ese tipo de historias con pueblos supersticiosos y temerosos de extraños que parecen dibujados con los trazos de ‘Sleepy Hollow’ y otros lugares de tinieblas de la obra de Washington Irving. Cuando la serie llega a su nudo cambia el horror psicológico por el mundo de horribles seres de la noche y ghouls, familiares en el universo de King, también estableciendo ciertas alianzas de héroes que parecen una variación genuinamente weird western de la novela.
Cuando Stephen King publicó ‘El misterio de Salem’s Lot’ explicaba que la inspiración para sus no muertos eran los que salían en las portadas de los viejos tebeos de terror de la EC y similares, y en ‘Chapelwaite’ siguen la misma doctrina extendiéndolo a las apariciones en revistas de la Warren como ‘Creepy’ o ‘Eerie’. Su aproximación visual al no muerto se acerca a la podredumbre del cuerpo del ‘Nosferatu: el vampiro de la noche’ (1979) de Herzog, así como la decrepitud de otras películas del género en los 70, como las duplas de ‘Count Yorga’ y ‘Dark Shadows’ o filmes tardíos de la Hammer como ‘Capitán Kronos, cazador de vampiros’ (1974)
Ya en el tercer acto la historia ya circula alrededor de conceptos de horror cósmico, relacionado aquí con una creación de Robert Bloch, el autor de ‘Psicosis’, que se incorporó en la mitología de H.P. Lovecraft, el De Vermis Mysterii (Los misterios del gusano) una especie de necromomicón "menor" que no solo aparece en relatos de Bloch como ‘El vampiro estelar’, sino en obras del propio Lovecraft como ‘La sombra más allá del tiempo’ y de Stephen King, quien, además de en 'Jerusalem's Lot' incluso lo incorpora en una de sus novelas recientes, la escurridiza ‘Revival’.
Un final muy emocional pero satisfactorio
El tramo final de ‘Chapelwaite’ es una gran vuelta a los terrores de barricada de John Carpenter y George A. Romero, puro western horror que nunca escatima sangre para representar una lucha del bien y el mal épica, recuperando un sabor clásico que no hemos visto este año en cines. Su clímax, sin embargo, es más diferente al relato de King, ajustando esa visión del horrores arcanos de forma más sutil e indirecta: detalles de la presencia del mal, visiones de gusanos y soluciones de efectos especiales sugerentes pero muy sencillas que ajustan el presupuesto para nunca plasmar algo que luzca irreal o con exceso de CGI.
Los últimos compases de la serie cierran bien la historia principal, pero donde ‘Chapelwaite’ sorprende es en su conclusión, casi a modo de epílogo, en donde concentra el corazón de la historia, un cierre emocional satisfactorio que deja algunas imágenes poéticas muy hermosas y es plenamente coherente con el sustrato plenamente romántico de la historia, llevando a un lugar lógico todo el poso de duelo y derrotista de la historia, quizá un punto más esperanzador de lo que podría apuntar la naturaleza de un relato tan lovecraftiano, pero definitivamente más conectado al Stephen King literario, el que tiene en cuenta la paternidad y la redención y combina de maravilla las historias con corazón en sus personajes y el terror clásico.
‘Chapelwaite’ es toda una sorpresa que inyecta nueva sangre en un mito muy olvidado y prostituido en los últimos años, volviendo a las historias de peste, enfermedad y terrenos condenados por la presencia del mal y logrando hacer una pirueta sin esfuerzo para adentrarlos en los terrenos de la literatura weird en su sentido más amplio, con sus grimorios malditos, casas que murmullan, horrores más allá del tiempo (que nunca llegamos a ver) y aldeanos cabreados. Todo un festín que nos devuelve las sesiones de noche del programa ‘Alucine’ con sus viejas películas sobre tumbas exhumadas y tabernas llenas de cuchicheos y advertencias sobre criaturas que acechan durante la noche.
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