'Cerdos Salvajes', honesta, efectiva y sin prejuicios

'Cerdos Salvajes', honesta, efectiva y sin prejuicios
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Creedme, soy el primer sorprendido. Desde que la vi, entre otras cosas, me han acusado desde haber entrado en la sala con más alcohol que sangre en las venas, hasta de ser beneficiario de sospechosos honorarios capaces de modificar mi juicio. Lo cierto es que me senté a ver 'Cerdos Salvajes' para consumir parte de la aburrida tarde del domingo y me lo pasé estupendamente, hacía (demasiado) tiempo que no me reía tan a gusto en un cine. Una razón más para ir en contra y no fiarse en absoluto de los prejuicios. Si mi yo del pasado mirara a este yo de ahora... Recuerdo que cuando vi el póster de la película, me pareció patético... recuerdo que miraba la cartelera y no me creía que fuese a entrar a ver 'Wild Hogs'... recuerdo cuando mis colegas cinéfagos y yo nos burlábamos del "incomprensible" éxito de esta película en los Estados Unidos, donde, a día de hoy, lleva acumulados más de 160 millones de dólares. ¡Ya se piensa en la secuela! No es de extrañar y si bien, antes de verla, habría enviado a ninjas asesinos a donde hubiese sido necesario para que el proyecto no se llevase a cabo, ahora me encuentro del otro lado; ¡hagan la segunda parte y que sea pronto! Antes de que se me pase el efecto y antes del fallecimiento de alguno de los protagonistas, si es posible. No sé cómo le irá el film de aquí en adelante en nuestro país, pero en la sala en la que estuve había pocas butacas libres (me tuve que sentar en la segunda fila) y todo ser humano se partía de risa, cuando la película quería, que es lo deseable, no como al final de 'Infiltrados' o con el poder divino en '300'.

En 'Cerdos Salvajes', un grupo de amigos deciden realizar un atrevido viaje a través del país en motocicleta, con la esperanza de recuperar la ilusión en sus rutinarias y acomodadas vidas. El viaje sin compromisos ni ataduras se complicará peligrosamente cuando se encuentren con una pandilla de moteros con ganas de bronca.

Decía mi compañero Antonio Toca que los actores de esta comedia se lo habían pasado muy bien rodándola y esto es algo que puede deducirse del buen rollo que transmite el film. No me costó mucho imaginarme en la piel de uno de estos moteros cutres de ciudad, deseosos de recuperar el tiempo perdido pero a la vez preocupados por su comodidad o por cómo se lo tomarán en casa (la parienta, claro). Como pasara con la extrañamente emotiva 'Rocky Balboa' (otra que, sin ser gran cosa, superó mis bajas expectativas), que tan bien supo jugar con la nostalgia, el espectador siente que estos "cerdos salvajes" quieren volver a sentir la fresca brisa de la libertad, la salvaje crudeza de la carretera y la indomable llamada a la marcha que todo hombre siente cuando está con su grupo de amigos. ¿Quién no se pone en el lugar de estos tíos? Sí, vale, son cutres, son carrozas, están viejos, son aburridos, son torpes, etc, etc, pero se han puesto las pilas y quieren vivir una (posiblemente) última aventura. La misma nostalgia de tiempos mejores que vivimos con el boxeador la volvemos a sentir con los cuatro moteros. Claro, lo otro era un drama y esto es una comedia. Cada uno en su estilo. Hay que darle la enhorabuena a Walt Becker, seguro que no esperaba el éxito del film pero sí supo cómo tratar a los cuatro protagonistas y cómo llevar a buen puerto una historia que podía haberse desmontado en pedazos a costa de una acumulación de chistes sin sentido.

Tomei y Macy en una imagen de la película

Como decía, el grupo protagonista derrocha simpatía en todo momento. Se los ve muy cómodos y metidos en sus personajes y esto se nota. Lo realmente sorprendente es que la unión de gente como Tim Allen, Martin Lawrence o John Travolta haya dado una mezcla satisfactoria. A ver, son los cómicos que ya conocemos y esto es una comedia gamberra, sin pretensiones, destinada al gran público en general, ¿qué se les puede pedir? Allen y Lawrence no resultan tan cargantes como de costumbre y se permiten el lujo de autoparodiarse en más de una ocasión; Travolta, que ya parecía de nuevo hundido, recupera la sonrisa, los pasos de baile (literalmente) y, como los otros, se lo pasa bomba con un personaje que necesita recuperar la ilusión. De todas formas, aunque defiendo a los anteriores, no es de extrañar que el mejor de la función sea William H. Macy, uno de esos secundarios que vemos en tantos títulos y siempre cumplen a la perfección con su labor, un actor (el único de los mencionados hasta el momento que puede considerarse completamente como tal) al que no veía en este proyecto y que, sorprendentemente, se mete en el bolsillo al espectador desde el principio, resultando el personaje más divertido de todos. También tenemos de secundarios a dos excelentes Ray Liotta y Marisa Tomei. El primero ejerce del malo de turno, y lo hace estupendamente, aportando esa mala leche que siempre ha acompañado a su particular físico. La segunda apenas hace nada, pero pasea su encanto y belleza por la gran pantalla con el estilo que siempre la ha caracterizado, ¿para qué más? Por cierto, y por último, destacar un cameo genial cerca del final de la película. No quiero revelar nada, y es posible que algunos no lo pilléis, es un chiste cinéfilo, pero es un detallazo digno de levantarse y aplaudir.

No dejamos de encontrar, al menos un servidor, películas de factura impecable, técnicamente sobresalientes, pero carentes de alma, de emoción, de humanidad; 'Cerdos Salvajes' aporta todo lo último a costa de ser un producto casi televisivo y con poca calidad técnica o cinematográfica. Lo bueno es que no lo esconde, te lo dice directamente. No pretende ganar un Oscar, pretende hacer pasar un buen rato mientras la ves. Es una comedia honesta y efectiva, cuyos protagonistas, seguramente, se ganarán al espectador a base de mostrar sus debilidades abiertamente y sin pretender ser otra cosa más que seres humanos con ganas de recuperar los viejos tiempos; la vida pasa muy rápido y a todos nos gusta recordar momentos del pasado. Aunque sea casi imposible volver a vivirlos, se puede intentar. Ahí es donde ataca el film y ahí es donde gana. Para mí, una comedia que quiero volver a ver y que conservaré en mi colección. A veces prefiero sentarme cómodamente y que me diviertan sin pedir nada a cambio, sólo la carcajada.

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