Entre la discreta experimentación formal que supone el uso de media docena de formatos distintos y una narrativa puramente tradicional, la nueva película de Jia Zhang Ke, 'La ceniza es el blanco más puro', es otro poderoso drama sobre las consecuencias de la pasión en el momento menos propicio para amar.
El color de la desesperanza
La nueva película del director de 'Un toque de violencia' es una historia universal que podría haber funcionado en el marco del western o durante cualquier revolución del hombre a lo largo de la historia, pero Jia Zhang Ke se encuentra muy cómodo colocando a sus personajes en un extenso tablero que arranca desde los inicios del siglo XXI para terminar probablemente mañana.
Entre bailes de salón cochambrosos, hits de un pasado diferente, armas ilegales, tigres y leones, asistimos perplejos a una historia de amor y devoción destruida por las convenciones y las normas de una forma de vida y de una nación. Una historia que en manos de otro director podría haber elegido un puñado de explosiones para explicarse. Aquí se explica el corazón.
Dice su director que el título original de la película, 'Jiang hu er nü', significa “Hijos e hijas del jianghu”, y que de algún modo también describe a todos los que hacen cine. En su película, con “jianghu” se refiere a los que no tienen hogar. En la primera parte de la misma, el “jianghu” es el conflicto entre bandas rivales en la ciudad de Shanxi.
Amor en tiempos de crisis
Tras una estupendo plano de apertura, la película decide cambiar su relación de aspecto para lograr el primer impacto de la historia de una mujer que no ha pasado los mejores días de su vida en un autobús. Tampoco lo hará en barcos. Ni en coche. Probablemente tampoco lo hará a pie.
La poderosa narrativa, plagada de múltiples formatos (2.8K, DV, 4K, HDCAM, HDV, 6K o Super 35), entrega en realidad las riendas de la historia a la extraordinaria labor de Zhao Tao, que ofrece una interpretación imponente. Y es que aún sin parecerlo, la película juega con la experimentación formal y la puesta en escena de choque (esas elipsis) casi tanto como con las emociones.
Al igual que sucedía en la notable 'Widows', aquí tenemos otro ejemplo de la cobardía humana masculina, reflejada en otro varón (¿o debería decir "barón"?) que decide entrar al ropero antes de dar la cara. A pesar del esfuerzo que supone para el otro salir en busca de ayuda y amor, aunque no sean más que unos inútiles y perjudiciales disparos al aire.
La música de Giong Lim y la fotografía de Eric Gautier, director de fotografía con experiencia junto a directores como Alain Resnais, Olivier Assayas, Agnès Varda o Léos Carax, refuerzan la narrativa hasta el punto de conseguir que ciertas situaciones extraordinarias no desgarren en ningún momento la cortina de la credulidad. Venga a través del clásico golpe de humor inesperado del país (jamás sabremos si voluntario o no) o venga del espacio exterior.
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