Adi Shankar, aunque pasando desapercibido para la mayoría de espectadores, lleva presente una larga temporada deleitando a algunos sectores del respetable ya no sólo con sus alucinantes fan films del 'Bootleg Universe', sino haciendo las veces de productor ejecutivo en largometrajes de la talla de 'Infierno blanco', 'The Voices' y la maravillosa 'Dredd' de Pete Travis Alex Garland.
El año pasado, finalmente, Shankar dio el salto a la palestra gracias a su asociación con Netflix, trasladando la longeva saga 'Castlevania' a la pequeña pantalla en una serie de animación homónima que, como nos tiene acostumbrados el indio, rezumaba pasión, estilo y violencia, y se convertía en un ejemplo a seguir en cuanto a adaptaciones de videojuegos se refiere.
Por desgracia, la primera temporada de 'Castlevania' no pasó de ser un simple —y sabroso— aperitivo de lo que estaba por venir, convirtiéndose en todo un coitus interruptus debido a una breve duración que no la permitió ir más allá del simple reclamo; lastrando la posibilidad de dar forma a una trama sólida y con un mínimo de complejidad, y desarrollar correctamente a unos personajes con un claro potencial.
Por suerte, y para sorpresa de un buen número de escépticos, Shankar y su equipo han enmendado la inmensa mayoría de errores de su toma de contacto con la franquicia para brindarnos una magnífica continuación de las aventuras de Trevor Belmont y compañía en una segunda temporada de 'Castlevania' que, ahora sí, pone toda la carne en el asador para deleite del público.
Tres deliciosas horas en las que enmendar errores pasados
Esta nueva etapa de 'Castlevania' se ve enormemente beneficiada por su duración, que duplica la de su predecesora situándose en los ocho episodios de unos 25 minutos cada uno. Esto ha permitido desarrollar una historia más compleja y ambiciosa que, en esta ocasión, sorprende dando una vuelta de tuerca a la cacería vampírica para transformarla en una suerte de drama shakespeariano con traiciones, tragedias y dramas paternofiliales.
Por encima de su alucinante e inesperada aproximación al entorno de Drácula y sus funestos planes para la humanidad, las cerca de tres horas de duración del relato destacan por el tiempo que dedican a continuar desarrollando a los personajes presentados con anterioridad y a exprimir su dinámica de grupo; dejándonos unas interacciones completamente orgánicas entre el trío compuesto por Trevor, Alucard y Sypha.
Para acompañar a los héroes de la función, se ha creado y traído a primera plana un nutrido —e interesante— grupo de secundarios, tratados con mimo y a cuyas backstories se da un peso específico, que van ganando importancia conforme avanza la trama y se muestran como piezas clave ya no sólo para el presente, sino para el futuro de la producción.
Por supuesto, el cóctel de devoción por el material original, acción y el humor macarra y algo pasado de vueltas marca de la casa Shankar, continúa vigente en una segunda temporada de 'Castlevania' que mantiene intacto su buen hacer visual. Su animación, aunque siga teniendo un buen número de detractores, continúa funcionando a la perfección tanto en los momentos más pausados como en unas secuencias de acción dinámicas, violentas y endiabladamente divertidas.
El retorno de 'Castlevania' hará las delicias de todos aquellos que disfrutaron de esa primera temporada a la que deberíamos llamar prólogo, en la que se mostraron las cartas que se jugarían en estos ocho episodios adictivos y absorbentes que, muchos, de tener tiempo —y como yo mismo no he podido evitar—, optarán por meterse entre pecho y espalda en un maratón del que no se arrepentirán.
Ahora sólo queda esperar pacientemente a una tercera temporada, ya confirmada, que promete llevar la historia por nuevos —e inusitados— derroteros. Tocará desempolvar el 'Symphony of the Night' para hacer los meses que nos quedan por delante más llevaderos, pero seguro que, de seguir con este nivel, toda nuestra paciencia será recompensada con creces.
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