Cuando analizamos los capítulos iniciales de Castle Rock, teníamos ante nosotros un enorme signo de interrogación: ¿qué derroteros tomaría la serie? Y también cierta satisfacción porque su característica más temible, la avalancha de guiños a un universo literario y fílmico inabarcable, estaba relativamente bien gestionada: los homenajes al kingverso -y especialmente a las ficciones que transcurren en Castle Rock- no son caramelitos para fans, sino que cimentan un universo coherente y con multitud de sucesos fuera de campo.
Quedaba la duda de si la trama principal, la que implica al enigmático Chico y su relación con Henry Deaver y el regreso de éste a Castle Rock, estaría imbricada en obras anteriores de Stephen King. Hubo cierto delirio internáutico cuando aparecieron referencias al número 27, importante en la obra de King, y vinculado sobre todo a 'It'. La presencia, aún no se sabía si casual, de Bill Skarsgård (Pennywise en la reciente adaptación cinematográfica) desató las teorías.
Finalmente, la cosa ha quedado en una explicación que retoma varios temas mayores de la obra de King, presentes en grandes obras como 'La Torre Oscura'. Especialmente el resplandor (los poderes sobrenaturales de clarividencia y percepción extrasensorial que aquí tiene el personaje Melanie Lynskey) y las diferentes dimensiones que se cruzan en un punto concreto. Es decir, puede que la serie vaya dejando huevos de pascua por todos sus capítulos para tener a los fans entretenidos, pero su conexión con el Kingverso es más íntima que un sencillo catálogo de homenajes.
Algo más allá de su tercio final, es decir, a partir del espectacular capítulo 8, 'Castle Rock' desvela su secreto, y la explicación de su principal enigma: quién es el Chico y por qué ha estado encerrado 27 años. ¿Es realmente el origen de todos los problemas de Castle Rock? ¿Es una entidad bíblica que ha condenado al pueblo a convertirse en imán de todo tipo de desgracias, desde fenómenos extraños en la cárcel de Shawshank a que el Diablo abra una botica?
Una explicación satisfactoria
Lo que explica esta primera temporada de 'Castle Rock', y no entraremos en detalles, es que la propia naturaleza de la localización del pueblo (una que recuerda a los puntos más psicogeográficos de 'Twin Peaks', por cierto: un pueblo aislado y pacífico y un bosque que en realidad es un portal hacia lo desconocido) propicia determinados fenómenos. El Chico y Henry Deaver son consecuencias de lo extraño en el pueblo, no motores. Como explicación del misterio resulta apropiada y suficiente, y quizás dé más de sí en futuras temporadas.
De hecho, si algo puede echársele en cara es que no está lo suficientemente desarrollada y que hay aspectos que quedan un poco en penumbra. Pero en cierto sentido, así funciona mejor: las interpretaciones son todas extraordinarias (los mencionados Lynskey y Skarsgård a los que se suma, cómo no, un André Holland que calla mucho más de lo que habla), pero destaca por encima de todos ellos Sissy Spaceck.
Spaceck es la protagonista absoluta del mencionado episodio 8, una filigrana estructural en la que los no-exactamente-viajes-en-el-tiempo adquieren condición de dolencia mental, y su personaje también es el gran enigma de la serie, ya que su naturaleza y destino no terminan de explicarse del todo. Por eso, sin duda, es el personaje más memorable, por encima del Chico. También inyecta humor y ligereza a la serie, pese a lo terrible de las implicaciones de su estado y su trágica y muy humana relación con el sheriff.
El tono fatalista que impregna la serie y que destacábamos como una de sus grandes virtudes adquiere cierto significado en el tramo final. Esa maldición que pesa sobre Castle Rock adquiere tintes levemente circulares y conecta bien -aunque muy vagamente- con la mitología más esotérica de 'La Torre Oscura'. Quizás el único inconveniente es que los lectores más curtidos de King se vean venir la conclusión, pero eso no debería achacársele como un problema: más de un fan del escritor de toda la vida, intentando descifrar acertijos numéricos, se topará con una solución al misterio algo más trascendente que una mera triquiñuela para tuiteros, una que da auténtico significado al Chico y a Deaver.
La serie guarda en sus post-créditos el anticipo de su segunda temporada, una que al parecer estará relativamente relacionada con la primera, con algún personaje común y un referente que se aleja del más obvio aquí (alguna ficción vinculada al pueblo de Castle Rock y, por supuesto, 'Cadena perpetua' y 'La milla verde'). De hecho, esa obra a la que apunta es un referente inesperado de la obra de King... pero que ya aparece apuntado en uno de los guiños más insólitos del estupendo opening de la serie. Me parece una gran idea que cada temporada cuente historias más o menos independientes, es una buena forma de extender la exploración del kingverso sin perder por ello cierta coherencia interna.
Es posible que la resolución del misterio sea insuficiente para algunos fans, pero ni el planteamiento es tan enrevesado ni la explicación tan insatisfactoria, aunque se le dé carpetazo en apenas quince minutos. Veo más 'Castle Rock' como un interesante ensayo de lo que puede ser una adaptación sin prisas, con posibilidad de incluir múltiples personajes y que la cosa eche a rodar sin los arrebatamientos de una película. Y desde ese punto de vista, 'Castle Rock' es un punto de partida más que prometedor.
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