'Casino Royale', un nuevo Bond, un Bond diferente

'Casino Royale', un nuevo Bond, un Bond diferente
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Daniel_Craig_James_Bond

No me considero un fanático de James Bond, aunque considere a ‘James Bond contra el Dr. No’, a ‘Desde Rusia con amor’, y a ‘Goldfinger’, excelentes películas, con una frescura sorprendente para la época, pero lo cierto es que siempre que hay una nueva entrega de las saga del agente con licencia para matar, la tendencia es a compararla con las anteriores. Sin embargo, esta nueva entrega es diferente, como si los productores y guionistas, dado el cambio de actor, hubieran querido reinventar al agente.

Hay un momento que uno observa que en este 'Casino Royale', está ante un nuevo James Bond. En una secuencia en la que tras una pelea, Vesper Lynd ha tenido que ayudar y ver como James Bond mata a un hombre, Bond se la encuentra metida en la ducha, bajo el agua, aún compulgida por lo que ha visto. Cuando Bond se mete con ella en la ducha para consolarla, uno observa las manos de 007, y ve los nudillos machacados y a un James Bond cansado y dolorido. ¿Desde cuando Bond tiene los nudillos machacados? Los productores lo tienen claro, sobre la base del Bond de siempre, hay que actualizarle, y desde luego, en el siglo XXI, tienen que dolerle los golpes.

Por ese motivo decidieron coger la primera novela que escribió Ian Fleming sobre el agente, con los mismos personajes que en la novela, Le Chiffre y Vesper Lynd, adaptándolos a nuestro tiempo (financiación de terrorismo internacional para el malo, lo raro es que no hayan pillado a Bin Laden), y sobre esa base realizar la presentación de este nuevo Bond interpretado por Daniel Craig. Y la verdad es que hace suyo a 007.

Mucho se ha hablado, entre la multitud de seguidores de la serie, sobre la idoneidad de Daniel Craig como agente 007, pero tras ver la película, uno se da cuenta que la hace suya. ¿Motivo? Que estamos ante el mejor actor, como intérprete, que ha hecho el papel desde Sean Connery. Grande en las escenas de acción, sobre todo una primera persiguiendo a un malabarista terrorista, saltando y subiendo por edificios en construcción, 10 minutos que te dejan sin respiro. Es sarcástico cuando debe serlo, y sin palabras, sólo con la mirada transmite el dolor interior de alguien que sabe que tiene un trabajo que no le permite alegrías ni mostrar sus sentimientos. Y ese peso lo lleva durante la primera parte de la película.

Y aquí, en ese interés de los productores por mostrarnos a un Bond diferente, en una evolución del personaje, en una evolución desde James a Bond, nos entregan tres películas en una, estirando una historia que bien le hubiera venido un tijeretazo en el montaje. Tenemos a un Bond, primera parte, haciendo su trabajo de espía, al estilo ‘Misión Imposible’ (la 1ª y la 3ª entrega), con escenas de acción, para descubrir quien financia el terrorismo y frenar un atentado, para mí la mejor parte. Un Bond con hechuras de caballero para jugar una partida de póker, segunda parte, contra Le Chiffre, en la novela era bacarrá, pero no da tanto juego, en el Casino Royale que da nombre a la película, en la novela está ubicado en Francia, aquí en Serbia y Montenegro, aunque rodado en la República Checa, donde tiene que impedir que gane el dinero con el que seguir financiando al terrorismo internacional, y donde Bond empieza a evolucionar su personaje, fase con altibajos, pero que entrega algunas de las mejores secuencias de la película. Y por último un Bond romántico, tercera parte, lo más flojo de la película y al final, donde se nos enamorará de Vesper Lynd, y donde el director no se siente cómodo, y pienso que Craig también. En esas tres fases Daniel Craig tiene que transformar su creación, y sale perfectamente del envite, como Judi Dench siempre grande en su papel de M (que gran actriz es, y que bien le siente el papel).

En el punto de los defectos, quizá una esperaba una presentación más espectacular del personaje de Eva Green (Vesper Lynd), que belleza la de esta actriz, a uno se le viene a la memoria la presentación espectacular de Halle Berry, pero han decidido mostrarnos un contrapunto para Bond más elegante, más inteligente, pero pienso que está desaprovechada, aumenta su papel en la parte más floja de la película, aún así nos regala un par de secuencias muy buenas.

Y en la caracterización del malo de turno, me hago la siguiente pregunta, ¿por qué se empeñan en ponerles siempre, y esto es característico de las últimas entregas, un defecto físico (en este caso Le Chiffre llora sangre)? ¿Por ese defecto actúan como actúan? Quizá deberían cambiarlo. Pero es un apunte, aunque, ¿quién es de verdad el malo?

En suma, un nuevo Bond, diferente, interpretado por un excelente actor, que quizá esté pidiendo a gritos un director de talla, porque la pregunta que deberían hacerse los productores es, ¿por qué no entregar la próxima vez la mejor película de la saga? Dejan el final abierto para ello, aunque la verdad es que eso está en manos de las taquilla. Se han arriesgado, pero se han quedado a mitad de camino. “Me llamo Bond, James Bond”, merece otro giro de tuerca. Sobre todo por el filón de actor que tienen entre manos.

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