Hay muchísimos términos sobre la producción cinematográfica y sobre el guión que no tenemos más remedio que utilizar en idiomas extranjeros por falta de un equivalente en castellano. Hay otros que se pueden traducir, pero que de todas maneras no existen como concepto, es decir, no se comprenden si se dicen tal cual sin que vayan acompañados de una explicación. La expresión “película de estudiante” o “película de escuela de cine” es algo que en inglés se utiliza mucho para definir un ejercicio lleno de ideas que a un principiante le parecen deslumbrantes y geniales, pero que se salen absolutamente del tono y de la pertinencia, llegando a lo que literalmente llamamos pretenciosidad, es decir, colocarse en un registro más elevado del que corresponde. Por debajo de ese afán por epatar –o por aprender, si eso se queda en lo que es: un ejercicio para clase de cine—, estos films no poseen nada más. No tiene por qué ser de un estudiante en realidad, simplemente seguir estas características.
Cuando una persona hace una película de este tipo, no podemos achacarle nada, ya que todo el mundo debe pasar por una etapa de aprendizaje y es maravilloso que se prueben cuantas más cosas mejor. Lo absurdo es estos bosquejos obtengan un reconocimiento mundial más allá de ver en la persona que los ha realizado a una promesa para el futuro. Por ejemplo un estreno en salas a nivel mundial me parece menos adecuado para un trabajo de estas características que una exhibición en ámbitos reducidos y cercanos al círculo del autor o autora. Quizá quienes los admiran están tan deseosos de encontrar algo valioso en una industria que ya se ha hecho tan repetitiva, que se aferrarán a un clavo ardiendo para ver obras maestras donde sólo hay ejercicios de prueba y error.
Es el caso de la película ‘Cashback’ en su versión de largometraje, que se ha estrenado el mes pasado en salas de nuestro país.
Como cortometraje, probablemente el concepto de ‘Cashback’ era poderoso, además de lo llamativo que ya sabemos que resultó, pues el cartel ha despertado la curiosidad en todo el mundo. Y, como decía mi compañero Jesús en su crítica: lo que en realidad pertenece al corto es lo mejor del film largo. No cuestiono que la escena en la cual el protagonista detiene el tiempo y despoja de sus ropas a todas las mujeres jóvenes y bellas que hacen la compra en el supermercado tenga su fuerza visual. Pero el envoltorio con el que su autor ha pretendido dotar de una justificación conceptual y artística a la escena –él es un pintor y las observa con alma de artista, ve lo que otros hombres no ven— es una excusa de lo más barata y pueril.
Otra de las señas distintivas de estas cintas de estudiantes sería su carácter de película de tesis, calificativo que también se ha aplicado en algunas ocasiones al cine de autor. Y aquí nos encontramos con ese estudio sobre la belleza que supuestamente justifica toda la cinta, pero que se expone de forma tan obvia que destaca por encima de la película, en lugar de integrarse en ella. Podríamos estar ante un cine experimental, no narrativo, artístico y destinado únicamente a ser expuesto en museos y no en salas de cine. Pero sería otra cosa. Ellis está muy lejos de lograr algo así, aunque quizá esté más en el camino de esos trabajos que del cine narrativo.
El tratar de alargar el cortometraje ‘Cashback’ hasta los 102 minutos es en sí mismo ya un error, pues el exceso de metraje —con escenas aburridas y muy obviamente incluidas para rellenar— en lugar de acompañar su logrado momento, lo que hace es desvirtuarlo por completo y sacar a la luz la falta de autenticidad, no del argumento, sino de la obra como vehículo de expresión para el autor. Sean Ellis debería haberse quedado en el corto que le había llevado a la fama y le había reportado reconocimiento para más adelante pasar una página en su carrera y seguir dando pasos adelante con otros trabajos de mayor madurez. En su lugar, se ha refocilado en su éxito echando por tierra su propia creación al estirarla torpemente en todos los sentidos.
Al hacer largo su ‘Cashback’ no ha tenido más remedio que introducir una especie de trama, muy débil, por otro lado, que justificase el visionado de más de hora y media de película. Ha tenido que aportarle elementos de film convencional, como la comedia, que sólo incluye en ocasiones logrando así un tono muy poco uniforme; y con ello hacer patente que en cuanto se sale de su hallazgo, lo normal no lo sabe lograr.
Y, lo peor de todo: ha recurrido a las estrategias más archiexplotadas por estudiantes y principiantes, como la voz en off, los planos ralentizados, el ritmo deliberadamente lento, casi detenido, esos encuadres cenitales, o, por ejemplo, el truco por el que se mueve y acaba cayendo en la cama… Todo eso grita “cortometraje” –ésta sería la expresión con la que aquí más podríamos acercarnos a la noción que tienen ellos de “película de estudiante“— con varias exclamaciones a cada lado y despierta casi la vergüenza ajena. De ahí la ingenuidad que le achaco. Pero se trata de su opera prima y de un corto alargado. Probablemente en el futuro, Ellis encontrará la manera de que estos recursos vengan a cuento, que no parezcan una colección de momentos planteada para demostrar a su evaluador lo que sabe hacer.
Positivamente hay que destacar la bella fotografía de los planos, que se comprende por los antecedentes en fotografía de moda de Ellis, de cuya carrera profesional ya os había hablado. Y en la película en general se pueden encontrar momentos conseguidos. Además, después de decir que es un error pasar a largo su cortometraje, digo todo lo contrario: es un error para el resultado creativo, pero es un gran acierto económico y de relaciones públicas. Ellis hizo bien, pues la distribución y repercusión que tienen los cortos, por mucho que viajen por festivales del mundo, nunca será la misma que la de un largo. Y, si cuela, cuela.
Como película de estudiante, considero correcto que ‘Cashback’ reciba un aprobado o incluso un notable por sus esfuerzos, pero como algo que debe desenvolverse en la vida, la repercusión que ha tenido ha sido exagerada. ¿En qué momento llegamos a admirar lo que un profesor soportaría en sus estudiantes, pero jamás les recomendaría que hiciesen en el mundo real? ¿Es culpa de una crisis de ideas que más o menos se hace evidente que estamos viviendo? ¿Tan ávidos estamos de dejarnos deslumbrar? Aunque siempre podemos pensar que no fue por la película en sí, sino por las imágenes de mujeres desnudas que la anunciaban, lo cual me parece más sano.
Más información en Blogdecine sobre ‘Cashback’ y Sean Ellis.