'La casa del terror': un tributo al cine de género de los 70 que se beneficia de sus limitaciones

'La casa del terror': un tributo al cine de género de los 70 que se beneficia de sus limitaciones

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Haunt

Todos los aficionados al cine de terror tienen un rincón en su corazoncito para, al menos, un par de películas con pasajes de terror a bordo: la fundacional y extraordinaria 'La casa de los horrores' de Tobe Hopper, quizás su película más querida junto a 'La matanza de Texas'; y su salvaje tributo a manos de Rob Zombie, la también excelente 'La casa de los 1000 cadáveres'.

Ambas dejan bien claro el protagonismo de su tenebroso escenario desde sus títulos, y no es para menos: un pasaje del terror o un tren de la bruja son ambientaciones lo suficientemente familiares para todo el mundo, y al mismo tiempo, rebosan un misterio oculto e indescifrable.

En lo que podemos estar todos de acuerdo es en cómo todas estas películas exageran la escala y la capacidad de aterrorizar de la mayoría de estos sitios: a las dos mencionadas se pueden sumar otras películas con parques de atracciones, como 'Ghoulies II' o 'Muñeco diabólico III', donde los pasajes del terror son ridículamente lujosos, de tamaño exageradísimo y medios poco creíbles para una feria ambulante que recala en un pueblo de mala muerte. Y todos sabemos que lo que más miedo da del tren de la bruja es que el tío que te atiza con el mocho da incluso más miedo sin la máscara.

La originalidad y la fuerza de esta 'Haunt' que, para continuar con la tradición, tiene un título en español muy descriptivo del entorno, es que me atrevería a decir que por primera vez en la historia del género -aunque seguro que se me escapa algún caso semi-desconocido de alguna serie Z rodada en un pasaje del terror genuíno-, el escenario es perfectamente creíble.

El cutrerío de los materiales con la que está construida la casa, la escenografía directa y demente, los recursos de susto barato, el atrezzo de todo a cien... todo está aquí, y multiplica el impacto.

Lo multiplica porque hace que esta pesadilla sea mucho más reconocible, al estilo de tantas películas de terror (especialmente en los setenta del bajísimo presupuesto, de la citada 'Texas' de Hopper a 'La última casa a la izquierda' de Craven) en las que lo sórdido y lo barato inyectan una atmósfera casi documental a las mayores atrocidades.

'Haunt' carece de la brutalidad y visceralidad de los referentes setenteros a los que contempla a distancia (y seguro que con Eli Roth a la producción, esos referentes se han tenido muy en cuenta), pero algo queda de su atmósfera irrespirable y desesperada.

'La casa del terror': un buen tren de la bruja

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Haunt cuenta la historia de Harper (Katie Stevens), que acaba de romper con su siniestro novio, y decide salir en Halloween con sus amigos. Para divertirse, acuden a una misteriosa casa del terror donde apenas hay instrucciones: pero pronto, los típicos laberintos de espejos, trampillas, esqueletos de goma y pasillos claustrofóbicos se van convirtiendo en algo mucho más siniestro.

Y es precisamente la facilidad con la que algo agobiante (pero reconocible) se convierte en algo agresivo y peligroso lo que le da toda la fuerza a la película. Al principio, los guionistas y directores Scott Beck y Bryan Woods (coguionistas también de la mucho menos histérica 'Un lugar tranquilo') tontean con los resortes del whodunit, pero no tardan en lanzarse en plancha a los códigos del slasher más clásico.

'Haunt' no es especialmente sangrienta, siniestra ni original, pero aquí y allá destila algunas gotas de veneno que sin duda le otorgan una atmósfera especial. El espectador parece contagiarse de la desorientación que estos sitios oscuros y laberínticos imprimen en quienes los visitan, y por muy ducho que esté en el género, determinados giros como el de la ayuda que les llega desde dentro de la casa es absolutamente aterradora gracias a un inteligente manejo de las expectativas.

'La casa del terror' no es revolucionaria, pero sabe apartarse con cierta inteligencia de los algo más blandos y genéricos códigos de Blumhouse gracias a cierto espíritu y estética indie, una mala baba importante, y un ir al grano de forma implacable desde los primeros compases. Un trabajo de atmósfera muy interesante y una película que llega tarde a Halloween, pero no a las listas de lo más simpático y morboso del año dentro del género.

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