Alexandre Bustillo y Julien Maury, dos de los más recordados cineastas de aquel breve movimiento europeo de horror extremo de mediados de los 2000, están de regreso con la extraordinaria 'La casa de las profundidades', una hermosa pesadilla en clave b rodada bajo el agua y que refresca dos subgéneros con su ejemplar apuesta narrativa. Un pequeño clásico de aquí a unos años.
Todos flotan ahí abajo
La longeva pareja artística presenta con su sexto largometraje un ambicioso proyecto, arriesgado en fondo (jeje) y forma, que se aleja del pretendido nuevo terror actual de prestigio haciendo que la sencillez y el encanto sean los dueños de la función. Pero nada es lo que parece, porque una película como 'The Deep House' requiere de una pericia técnica y narrativa al alcance de muy pocos. Que la oscuridad no te impida ver el fondo.
Cundo uno piensa en terrores acuáticos y pantanosos alejados de abominaciones de la naturaleza, es inevitable pensar en 'El lago de los muertos vivientes' o 'Shock Waves', dos clásicos de culto dirigidas por Jean Rollin y Ken Wiederhorn de intenciones muy difrentes. La europea, por cierto, con guión de Jess Franco.
Pero las intenciones de Bustillo y Maury, fans de 'Dentro de mis sueños (In Dreams)' o del 'Inferno' de Dario Argento, deciden que, para empezar, la acción submarina será pura. Nada de efectos digitales, postproducción, trampa o cartón. 'La casa de las profundidades' estará en las profundidades. Así, los cineastas logran una atmósfera inaudita de horror creciente que se aleja, literalmente además, del cacareado término de moda. Esto no es terror elevado, es horror sumergido.
Técnicamente compleja y visualmente arrebatadora, estamos ante una pequeña joya con tantas buenas ideas de puesta en escena por minuto que corren el riesgo de pasar tan desapercibidas como la propia película. El imaginario de los directores se aprovecha de la gravedad submarina para crear imágenes icónicas increíbles, como esos candelabros flotantes o los poltergeist de mobiliario tan habituales en el género. Aquí consiguen que nos preguntemos si todo eso está flotando o si, en cambio, está "flotando".
La premisa es sencilla y muy actual. Una pareja de youtubers especializados en vídeos misteriosos descubre la posibilidad de grabar una casa sumergida en el fondo de un lago. Nada saldrá bien, por supuesto. Apenas un cuarto de hora de exposición y James Jagger y Camille Rowe ya están flotando hasta un desenlace que podría parecer precipitado, pero que tiene un sentido y una cohesión brillante con sus pasiones.
'La casa de las profundidades' es una historia macabra que logra aterrar y crear un universo propio que hasta dejaría la posibilidad de volver a ella incluso fuera del agua. Una película que ofrece el mejor resultado posible a una premisa tan atractiva como la de una casa encantada bajo el agua. Un tren de la bruja convertido, por primera vez, en un submarino. La mejor atracción de tu vida.
Cargada de estímulos y una poesía barroca que haría las delicias de la factoría Corman de los días de Usher o Ligeia, 'La casa de las profundidades' es la mejor película de unos cineastas incansables y fieles a sí mismos y al género que les abrió las puertas de nuestras pesadillas hace ya quince años. La mejor película de terror que he visto desde 'La cura del bienestar'.
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