Una vez más, y con esta ya van tres, 'La casa de las flores' se cuela entre lo más visto de Netflix en los días sucesivos a su estreno. En esta ocasión, la familia de la Mora tenía una deuda pendiente con sus fans: recuperar el espíritu de la brillante primera temporada. Espíritu que perdió en la segunda, cuando lo exageró todo (aún más, si eso es posible) y pecó de autoparódica.
'La casa de las flores' es una serie exagerada, colorida, gritona y, sobre todo, kitsch. En la forma y en el fondo. Lo ha sido desde esos primeros capítulos en los que conocimos a la peculiar Paulina de la Mora (Cecilia Suárez), hasta su final, esta tercera entrega.
La última tanda de episodios comienza en el mismo punto que termina la segunda temporada, con la protagonista en la cárcel tras entregarse voluntariamente. Allí, Paulina se ve en una situación límite: su compañera de celda no es otra que Jenny (Mariana Treviño), la líder de la secta de quien su padre, Ernesto de la Mora (Arturo Ríos), se enamoró y más tarde denunció por estafa.
Y el panorama no es más halagüeño para sus hermanos: Julián (Dario Yazbek Bernal) decide por fin no esconder su relación con Diego (Juan Pablo Medina); y Elena (Aislinn Derbez) está en coma tras el accidente que sufrió al final de la segunda temporada... además de embarazada del bebé de Diego.
Partiendo de este panorama, Manolo Caro, el creador de la serie, ha reconducido la ficción y la ha devuelto a su origen, volviendo a ser la sitcom mexicana con aire de soap-opera que nos sacó más de una carcajada hace dos años.
Y no era tarea fácil, ya que la marcha de Virginia de la Mora (Verónica Castro) en la segunda entrega y sus claras intenciones de no volver, supusieron todo un mazazo para los seguidores de la serie. Había que traerla de vuelta como fuese pero, ante la negativa de la actriz que la interpretó, ha habido que buscar una solución.
¿Cómo han conseguido hacer volver a Virginia?
Efectivamente, en la tercera temporada vemos a la matriarca del clan... pero en forma de flashbacks, contando su vida a finales de los 70, cuando conoció a Ernesto y formaron una familia. Este ha sido uno de los grandes aciertos de la nueva temporada. La (al menos en España) desconocida actriz Isabel Burr se mete en la piel de una díscola y joven Virginia, y supone todo un soplo de aire fresco en una serie que se estaba engullendo a sí misma.
Estos flashbacks funcionan como un continuo guiño a los personajes de la serie en la actualidad: desde la puritana vecina de la familia protagonista, al psiquiatra que habla con calcetines como si fuesen marionetas.
En esta tercera temporada repiten también los hermanos León, Paco dando vida a María José, la mujer de Paulina, y María bordando el papel de Purificación, la desquiciada cuñada obsesionada con su hermana.
Si en la segunda entrega vimos cómo esta ponía todo tipo de trabas para intentar separar a la pareja, en la tercera esta situación se ha elevado a la enésima potencia y Purificación deja ver su lado más obsesivo sin pudor ninguno. Jamás hubiéramos dicho que meterse en la piel de una supervillana era un giro perfecto en la carrera de María León.
Una vuelta a los 70... en muchos sentidos
No solo en formato flashback retrocede cuatro décadas 'La casa de las flores'. La ficción de Manolo Caro es una de las series más lgbt-friendly del panorama. Desde su inicio derrocha purpurina y cultura queer, y no han querido marcharse sin dar un mensaje de liberación y reflejar lo duro que ha sido para el colectivo homosexual llegar hasta aquí.
En la tercera temporada conoceremos a varios personajes que no se lo pondrán nada fácil a Julián y a Diego: los padres de este último reniegan de su hijo debido a su condición y la abuela del primero (cuyo lado extremadamente conservador hemos conocido en los regresos al pasado) tampoco acepta la relación de su nieto.
En resumen, 'La casa de las flores' ha sido una serie de lo más tierna y divertida, con buenos momentos, partes más flojas, y muchas, muchas frases para el recuerdo. La serie da su carpetazo final con una Paulina de la Mora convertida en todo un icono pop debido a su peculiar forma de hablar (que, por cierto, Netflix le prohíbe reproducir fuera de la serie), y con la consagración de Paco y María León como dos grandes estrellas también en México. Larga vida a 'La casa de las flores'.
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