Advertía hace algunos meses nuestro querido "ponte a escribir Vientos de invierno" George R.R. Martin que el inicio de la temporada 2 de 'La casa del dragón' podría hacernos llorar. Yo ahora os digo, independientemente de las sensaciones que produzcan, estos nuevos episodios de la serie de HBO han ido, efectivamente, a por todas.
No. Sin entrar en spoilers (se estrena el 17 de junio en España), no es que el inicio de la temporada (de la que hemos podido ver ya los dos primeros episodios) sea inesperadamente épico. Es cuestión de lo que nos encontramos en estas dos horas (y poco más) de serie, tanto lo que se cuenta como el tono que tiene, mucho más sombrío, si cabe, que la primera tanda.
Algo lógico, porque estamos en un momento de grave duelo, tras la tragedia del final de la temporada anterior. Han pasado tan solo unos días y todavía el golpe está siendo notorio. En lo que Ryan Condal, guionista y showrunner de la serie, nos va llevando por los diferentes personajes, sobre todo los afines a Rocadragón, existe una tristeza y aire de resignación profunda. Están incómodos, con los demás y con ellos mismos.
Una temporada ligeramente más pausada
Pero antes de llegar a eso, hay un par de cambios a destacar en esa temporada. El primero es quizás menos evidente: el tempo. La temporada 1 cubría (aun con saltos en el tiempo) prácticamente dos décadas de hechos y eventos cara a llegar a los momentos en lo que la "Danza de dragones" parece casi inevitable. Esta no tiene tanta prisa —al menos eso parece—, por lo que es lógico un cambio de marcha en lo que quieren explorar con algo más de calma los prolegómenos inmediatos de la guerra.
El segundo cambio es una incorporación. Tenemos el regreso a un escenario conocido, tal como vimos en el último tráiler: el Muro. Y es que el prólogo del primer episodio sirve de presentación para Cregan Stark (Tom Taylor), el Guardián del Norte, quien advierte del peligro latente en ese más allá a Jacaerys (Harry Collet). Sí, vuelven los Stark.
Otro cambio, más evidente si cabe, radica en los títulos de crédito. Si bien la conocida tonadilla de 'Juego de tronos' sigue presente, para esta temporada han optado por cambiar el, por así llamarlo, escenario. Del lugar pétreo que va recorriendo un río de sangre, pasamos a un tapiz que se va bordando. No se ha explicado, al menos en lo que estoy escribiendo esto, los motivos porque se produce, pero no es difícil pensar en aquellos lienzos medievales que narraban sagas, batallas y guerras.
Personajes fuera de juego
Decisiones artísticas aparte, lo más fascinante del arranque de la temporada 2 de 'La casa del dragón' resulta el ver cómo los personajes están premeditadamente en fuera de juego y decididamente mucho más grises (que no es que antes estuviesen llenos de luz y de color). Tanto el guion de Condal como la dirección de Taylor muestran un elenco protagonista erosionado y desgastado... e incluso frío.
En este sentido, tengo la sensación de que se quedan bordeando, si no la traspasan el algún momento, la línea de la pornografía del sufrimiento—como ocurría a veces con 'El cuento de la criada'— sobre todo en lo referente a Rhaenyra y compañía. Esto hace que ver estos primeros dos episodios sea una experiencia relativamente áspera. Sobre todo para un espectador que, de paso, tiene que venir con "los deberes" hechos (vamos, con la temporada fresca).
Afortunadamente, Condal y Sara Hees, guionista del segundo episodio, saben dosificar en lo que nos mueven entre Rocadragón y Desembarco del Rey aplicando, de paso, el "si algo funciona no lo toques". Es curioso, en ese sentido, ver cómo se consolida Aegon (Tom Glynn-Carney) como una versión "ligeramente" menos psicópata (nótese el énfasis) de Joffrey o la dinámica con Hightower (Rhys Ifans) como la Mano.
Hablando de Aegon, parece que en esta temporada la serie de Martin y Condal va a dar algo más de relevancia a la siguiente generación de Targaryens tanto de un lado como del otro. Ya se apuntaba en esa dirección en el tramo final de la temporada 1, pero aquí ya apuntan a que personajes como Haelena (Phia Saban), Baela (Bethany Antonia), Rhaena (Phoebe Campbell) o el ya nombrado Jacaerys van a cobrar más relevancia que en la primera tanda.
Claro, estamos en 'La casa del dragón', sabemos dónde estamos y a qué venimos. Así que nos encontramos con un gran control de las escenas más confrontadoras y, sobre todo, las trágicas y los grandes golpes de efecto. Si algo caracteriza a la franquicia es por ese "espera lo inesperado" y el "nadie está a salvo" y en este arranque hay un par de secuencias de esos que no das crédito por crudo y sobrecogedor.
Con tan solo dos episodios vistos, que apenas rascan la premisa de lo que vamos a ver, es difícil valorar esta temporada 2 de 'La casa del dragón'. Claro, se ve que respeta ese tono, espíritu y tradición de la saga a la hora montar las escenas a fuego lento para después destrozarnos el corazón. Desde luego, quizás no sea tan épico y monumental como podríamos haber esperado, pero lo visto hasta ahora ha resultado impresionante.
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