El enorme éxito de 'Ocho apellidos vascos' (Emilio Martínez-Lázaro, 2014) podría hacer que el resto de comedias españolas que consiguen el apoyo del público suenen a poca cosa por comparación. Una de las más comentadas de los últimos años fue 'Carmina o revienta' (2012), aunque no tanto por lo recaudados en cines, ya que la ópera prima de Paco León se lanzó al mismo tiempo también en dvd y en vídeo bajo demanda en lo que supuso una iniciativa prometedora que no aún no ha tenido la continuidad necesaria.
Sin embargo, lo que a nosotros realmente nos interesa es que 'Carmina o revienta' era una simpática comedia que se apoyaba sobre todo en la carismática presencia de Carmina Barrios, la madre de Paco León que debutaba así en el mundo del cine contando ya con casi 60 años. En 'Carmina y amén' (2014) se reincide en la misma fórmula, pero lo hace de una forma que consigue mejorar, aunque no por mucho, los resultados de su predecesora.
Las mejoras de 'Carmina y amén'
Una de las grandes debilidades de 'Carmina o revienta' era el hecho de que no tenía un argumento claro y se basaba en la eficacia de las anécdotas contadas por Barrios con su peculiar estilo. En cuanto estas se volvían demasiado repetitivas, la película perdía bastante interés, pero su ajustado metraje hacía que esto no fuera algo realmente grave. Eso se ha corregido hasta cierto punto en 'Carmina y amén', ya que la necesidad de ocultar la muerte de su marido y este hecho en sí mismo funcionan en todo momento como los hilos conductores de la historia.
La cuestión es que Paco León aún tiene que mejorar bastante en su faceta como guionista, ya que es cierto que hay una estructura más definida, pero el contenido es muy irregular, alargando secuencias más de la cuenta --el tramo inicial dentro de la casa de la protagonista está a nada de resultar cargante-- para que así el metraje llegue a unos más normalizados 90 minutos. Los perspicaces comentarios de Carmina vuelven a servir para intentar enmascararlo, pero la cosa cambia cuando hablamos del resto de personajes.
Sería estúpido quejarse de que Carmina es la protagonista absoluta e indiscutible --apenas recuerdo una escena donde no lo sea--, ya que es de lejos el personaje más interesante de todos. No obstante, sí tengo más queja sobre los demás, ya que hasta las novedades más estimulantes --pienso sobre todo en Manolo Solo y Yolanda Ramos-- están muy por debajo de aprovechar todo el potencial cómico de sus apariciones y hay otros casos --el violento hijo de la protagonista-- descritos como un estereotipo un tanto inefectivo. ¿Podría ser algo intencionado para que Carmina salga aún más fortalecida? Lo desconozco, pero no me siento satisfecho con que lo hayan hecho así.
También es una pena que León no aproveche más la posibilidad de que la peculiar situación de partida sea el origen de divertidos equívocos, pero eso quizá sería banalizar demasiado lo sucedido cuando la película quiere mantener en todo momento los pies en una cercanía basada en un realismo ilusorio hasta cuando echa mano de soluciones que podríamos considerar de corte fantástico. Con todo, la película mantiene muy bien en todo momento su tono, ya que la tragedia nunca es algo que impida abordarlo todo desde un agradecido optimismo que le sienta de maravilla a 'Carmina y amén'.
Costumbrismo bien entendido
Donde sí triunfa León es en su forma de atrapar una realidad importante del costumbrismo español, desde la mera decisión de ocultar la muerte de su marido para poder cobrar la inminente paga extra que iba a recibir hasta las tiranteces de las relación de Carmina con una de sus vecinas --momentazo cuando aparece el marido de esta última--. Además, lo hace sin recurrir a una exageración de las mismas cómo sucedía en el caso de la simpática 'Ocho apellidos vascos', pues prefiere captar su patetismo sin mayores libertades que una marcada querencia por lo esperpéntico y por los jocosos comentarios que pueda hacer la protagonista.
Este punto también contagia la puesta en escena de León, ya que esta se caracteriza por una inusitada sencillez --sólo hay una escena hacia el final en la que se permite dejar su marca ralentizando la imagen durante un momento especialmente dramático-- en la que echa mano casi siempre de planos cerrados para destacar aún más la importancia de los personajes y la humanidad de éstos. Hay alguna excepción --el descubrimiento del cadáver por parte de Carmina--, pero esa es la nota dominante y también el evitar dejar la cámara demasiado estática, incluso cuando esto podría haber funcionado correctamente.
En definitiva, 'Carmina y amén' es una película que debería gustarte si ya disfrutaste con 'Carmina o revienta' y en ese caso es probable que hasta te guste más. De lo contrario, lo mejor que podéis hacer es simplemente ignorar su existencia, ya que no hay tantos cambios como para que vuestra antipatía hacia la primera entrega pase a convertirse en amor por esta estimable secuela.
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