Los minions han sido durante años la principal fuente de alegrías para Illumination Entertainment y no tiene pinta de que vayan a dejar de exprimirlos en breve -dentro de apenas unos meses llegará una tercera entrega de ‘Gru, mi villano favorito'- (‘Despicable Me’) que no pinta nada mal-, pero sí que están diversificando algo más su catálogo para desgracia de aquellos que solamente quieran ver más aventuras de esas simpáticas criaturas amarillas.
De hecho, hace apenas unos meses se estrenó la entretenida ‘Mascotas’ (‘The Secret Life of Pets’) y este viernes es el turno de ‘¡Canta!’ ('Sing'), la última gran apuesta del cine animado en un 2016 que nos ha regalado varias estupendas películas. En este caso no se llega a tanto, pero sí que se trata de una divertida comedia músical que consigue que sus más de 100 minutos de duración se pasen volando siempre y cuando no le pidas ser lo que no es.
Sabe lo que quiere y cómo conseguirlo
Es verdad que sus intenciones vienen a ser las mismas que las de los anteriores trabajos de Illumination, pero en ‘¡Canta!’ hay una diferencia esencial a la hora de encarar el humor: Emana de los personajes en lugar de simplemente arrastrarlos de una acción a otra. Puede parecer un detalle menor, pero ayuda sobremanera a meterte más en la acción -que no deja de ser una pequeña variación de un tipo de relato mil veces visto- y a que te importe algo más lo que pase, por mucho que sepas exactamente todo lo que va a ir sucediendo con antelación.
Con esto no quiero decir que sean un prodigio de construcción, pues hay una selección tan variada -otro punto a su favor- que resulta inevitable cierta tendencia a lo superficial, pero sí que es una decisión artística que le sienta muy bien. Además, Garth Jennings ha construido una historia ágil que va saltando de un personaje a otro con la fluidez necesaria para que tengan su propio espacio pero sin que nunca lleguemos a cansarnos de ellos, y también con el ritmo adecuado para que todo funcione.
Otra buena persona de compensar esa tendencia a lo superficial es que cada personaje destaque por algo que realmente lo haga único, siendo esa la base para que su humor cuaje mejor entre aquellos que sean conscientes de cuáles son las aspiraciones de ‘¡Canta!’. A eso le unes una selección musical entre la que resulta imposible que no haya algo de tu agrado para que ese tono festivo se te contagie.
’¡Canta!’, un gran triunfo en su nivel
A decir verdad, parece que sus propios responsables son conscientes en todos los frentes de las aspiraciones “limitadas” de la película -una historia sencilla y optimista con la que el público, tanto los más pequeños como los mayores de la casa, se lo pase bien y abandone la sala con una sonrisa en la boca- y eso también se aplica a la propia animación. Siendo justos, es muy solvente, los diseños tienen su encanto y encaja perfectamente con el tono buscado, pero se queda muy lejos del nivel exhibido últimamente por Disney o Pixar.
Por lo demás, no puedo decir gran cosa del trabajo de su estelar reparto vocal ya que tuve que verla en su versión doblada al español, pero sí que me sirve para reafirmar que no sé cuál es el techo de Taron Egerton, ya que también canta muy bien y ahora me he quedado con ganas de verle en un musical en acción real. El resto también cumple con holgura en ese punto, poniendo la guinda que faltaba a unos personajes que te caen bien casi sin darte cuenta.
Más allá de eso hay que aceptar ciertos detalles para los que hay que estirar mucho su credibilidad –pienso por ejemplo en la forma que tiene Rosita de solucionar todas las tareas del hogar y tener tiempo para participar en el concurso-, pero es que ‘¡Canta!’ tampoco busca el realismo en ningún frente y se permite una serie de licencias que encajan con su tono desenfadado. Todo cuadra.
En definitiva, ‘¡Canta!’ se queda lejos de ser la mejor película animada del año, pero sí que consigue rayar a un muy buen nivel en todo lo que se propone. Vale que es mejor ver una obra maestra, pero una cinta que te haga disfrutar de lo lindo dentro de las reglas que marca tampoco es algo que podamos, ni mucho menos, despreciar.
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