El Festival de Cannes 2012 arrancó ayer con un título como protagonista: ‘Moonrise Kingdom’, el nuevo trabajo de Wes Anderson. La primera jornada de esta 65ª edición estuvo marcada por la visita de los famosos actores de la película (elegida para inaugurar el certamen) y de algunos miembros del jurado, pues aunque parezca que aquí lo fundamental es el séptimo arte, venga de donde venga y sea como sea, lo cierto es mucha gente se vuelve loca cuando se acerca una estrella. En serio, hay golpes por conseguir una firma o una foto. Por suerte, en este caso no se trataba solo de un hueco espectáculo en torno a celebridades, vimos por la mañana un estupendo film que aunque aspira a la Palma de Oro creo que no tiene muchas opciones; quizá en el apartado de guion. También se proyectó otro título de la sección oficial, la egipcia ‘Baad El Mawkeaa’ (‘After The Battle’), que parece estar aquí simplemente por la premisa y la exótica nacionalidad.
‘Moonrise Kingdom’
Al igual que el año pasado con ‘Midnight in Paris’, el festival no pudo empezar de mejor forma en 2012. A las once de la mañana tuvo lugar el pase de prensa de ‘Moonrise Kingdom’, el séptimo largometraje de Anderson; conocido por ‘Academia Rushmore’ (‘Rushmore’) o ‘Los Tenenbaums’ (‘The Royal Tenenbaums’), entre otras, debutó en el cine animado con ‘Fantástico Sr. Fox’ (‘Fantastic Mr. Fox’), su último estreno hasta este año. Bruce Willis, Edward Norton, Bill Murray, Frances McDormand, Tilda Swinton, Harvey Keitel y Jason Schwartzman son los nombres más destacados del reparto de su nuevo film, si bien los auténticos protagonistas son dos adolescentes sin experiencia previa en cine, Jared Gilman y Kara Hayward. Ellos dan vida a dos chicos enamorados que deciden fugarse juntos para vivir una gran aventura, provocando que todo el pueblo se lance a buscarlos. El resultado es un precioso cuento para todos los públicos, una película hilarante, hermosa, tierna y emocionante. Una delicia. Supongo que se quedará fuera del palmarés porque el jurado preferirá premiar algo más dramático y arriesgado, pero esto no ha hecho más que empezar, ya veremos.
Anderson y Roman Coppola (hijo de) firman el guion de ‘Moonrise Kingdom’, una historia ambientada en el verano de 1965, en una isla junto a la costa de Nueva Inglaterra. La desaparición de dos jóvenes revoluciona la tranquila comunidad; el único policía del lugar y el jefe del campamento de “scouts” ponen en marcha una improvisada y desastrosa operación de búsqueda, mientras los muchachos, que han estado planeando su fuga durante un año, disfrutan de su compañía (lejos de todos los demás) y del poderoso vínculo romántico que los ha unido. Además, se acerca una terrible tormenta. El plato está servido, hay de todo y muy bien administrado. En la película se alternan con habilidad los momentos de los personajes adultos, más serios y tristes, con los de los adolescentes, más alegres y optimistas. Los primeros, encadenados por las decisiones que tomaron hace tiempo, han dejado escapar oportunidades y han dado la espalda a sus sueños, los segundos aún no entienden de obstáculos que les impidan ser felices, para ellos todo parece posible; la vida como un juego maravilloso con el que deleitarse. Hasta que los adultos deciden que se ha acabado e imponen sus reglas. Si los atrapan, al chico le espera un oscuro orfanato y un futuro alejado de su amada…
Autor de estética y temas muy reconocibles, Anderson vuelve a hablar de lo que le gusta y le inquieta, a su manera. Problemas familiares, personajes excéntricos, inmadurez, viejas mentiras, soledad, frustración, amor, humor, aventura… Podría decirse que ‘Moonrise Kingdom’ es la misma película que ha estado haciendo desde que empezó, partiendo de sensaciones que el realizador reconoce que provienen de Truffaut ('La piel dura'). Hay situaciones que recuerdan mucho a trabajos anteriores de Anderson, pero la falta de frescura del material se compensa con la experiencia, ha ido puliendo sus torpezas y perfeccionando sus virtudes. Es un excelente director de actores, no es casualidad que consiga estos elencos, se preocupa mucho por los detalles, creando un mundo ficticio que parezca auténtico para el espectador; por esto también cuida mucho el aspecto visual y musical (Alexandre Desplat compone el “score” original de este film). Personalmente, admiro su capacidad para explotar el lado absurdo y miserable del ser humano, pero de una manera tierna y encantadora, sin cebarse en el ridículo, pues son sus personajes, sus creaciones, los aprecia y los ayuda; de hecho, suele compensar los fracasos con escenas de redención, donde demuestran valía y coraje, o con afortunados sucesos extraordinarios. Siempre hay momentos divertidísimos en sus películas y la última no falla, provoca carcajadas. No es su trabajo más redondo pero sí el mejor desde ‘Los Tenenbaums’ (2001).
‘After The Battle’
A las siete de la tarde estaba programado el primer pase de prensa de ‘After the Battle’, nuevo trabajo del egipcio Yousry Nasrallah. Había otro pase más tarde, en una sala más pequeña (a la que igual solo acceden los que tienen la acreditación rosa, la privilegiada), y otro hoy, a mediodía. Lo curioso es que, por ejemplo, ‘Moonrise Kingdom’ solo podías verla a las once, luego estaba la premiere oficial, a la que se accede con invitación (y traje, obligatorio). Y claro, es la que queremos ver todos, por lo que hay que estar pronto en la cola o te quedas sin butaca. Este tipo de decisiones, un tanto absurdas, son un comedero de coco para los que intentamos organizarnos con tiempo y ver todo lo interesante que hay en el programa, que es bastante. No se puede ver todo, ni la mitad de lo que a uno le gustaría, y menos si hay que escribir sobre lo que se ve, así que imagino que entenderéis perfectamente el chasco que se lleva uno cuando elige una película y resulta ser mala o floja. Decidí ver la de Nasrallah porque es una de las veintidós que han entrado en la sección a concurso, de más de 7.000 que lo intentaron (o eso dicen los organizadores), eso sonaba a garantía. Quise irme a los cinco minutos pero me quedé pensando, ingenuamente, que podría perderme la razón (artística) por la que había sido seleccionada. Pero no hay nada especialmente valioso en ella desde un punto de vista cinematográfico. No es lo que se espera de un festival como el de Cannes.
El único interés de ‘After the Battle’ reside en que intenta ser un fiel retrato del Egipto actual tras la revolución de 2011, filmado in situ. Lo de siempre, las buenas intenciones no hacen una buena película. Por desgracia. La trama, propia de un culebrón, presenta a Reem, una mujer del Egipto intelectual y moderno, empleada en una compañía publicitaria, que se enamora de Mahmoud, un hombre de la zona pobre, casado y con dos hijos, tras enterarse de que participó en una revuelta a favor del régimen de Mubarak, en contra del cambio que ella defiende con tanto entusiasmo. Pronto el insólito romance entre ambos pasa a un segundo plano y todo se centra en la labor humanitaria de Reem, que intenta ayudar a la familia de Mahmoud, que vive humillado (alguien grabó cómo los revolucionarios lo apaleaban) y desesperado por la falta de trabajo hasta el punto de considerar la idea de convertirse en el pistolero del mafioso de la zona. La pobreza y la vejación conducen a la violencia, nos subraya Nasrallah. No hay un bando bueno y otro malo. Todo es muy evidente y previsible, el guion está lleno de frases que suenan falsas, como si se tratara de un teatro improvisado, y la mezcla de imágenes reales con ficticias es realmente torpe. Las localizaciones auténticas, con las imponentes Pirámides de fondo, y un reparto esforzado (Bassem Samra está sensacional) son los únicos puntos a favor de ‘After The Battle’, que quedará bien como apoyo didáctico en institutos y universidades para explicar las revoluciones de la Primavera Árabe, pero hay poco cine en ella.
PD: Os dejo una foto de los miembros del jurado de la sección competitiva. De izquierda a derecha, Andrea Arnold, Ewan McGregor, Hiam Abbas, Nanni Moretti, Emmanuelle Devos, Jean-Paul Gaultier, Diane Kruger, Raoul Peck y Alexander Payne.