La segunda jornada del festival de Cannes 2012 estuvo marcada por la presentación del nuevo trabajo de Jacques Audiard, tres años después de la portentosa ‘Un profeta’. 'De óxido y hueso' ('De rouille et d´os') es su sexto largometraje y el cuarto que trae a la Croissette; ya está en las carteleras francesas, con el apoyo publicitario del certamen. Es lo mismo que os decía ayer, aquí a veces parece que lo menos importante es el cine. No dejan de sorprenderme las charlas de algunos de los acreditados, negociando la compra y la venta de películas como si fuese una corriente mercancía, “busco algo infantil, animación a ser posible, para el público francés, algo ligero con mucha aventura”. En fin, no es mi parte favorita de esto, ya lo sabéis. Ayer tuvo lugar también el primer pase de prensa de otro título de la sección oficial, ‘Paradies: Liebe’, pero hay más hoy y mañana, así que en lugar de ver ésa fui a la inauguración de la sección “Un certain regard”, donde se presentó el jurado presidido por Tim Roth y se proyectó el film ‘Mystery’ de Lou Ye (premiado en Cannes por el guion de ‘Spring Fever’), que ha venido acompañado por parte del reparto (todos los gastos pagados, hay que aprovechar). Quise tirarle el bolígrafo tras ver la película pero me di cuenta que era una mala idea: no traje nada más para escribir.
'De óxido y hueso'
'De óxido y hueso' se vende internacionalmente como ‘Rust and Bone’ y es el título de una colección de relatos escritos por el canadiense Craig Davidson. En un principio, la idea era adaptar esa obra, pero tal como ha revelado Audiard, el proyecto fue evolucionando y finalmente la película narra la historia de dos personajes que no aparecen en los textos de Davidson. Lo que sí queda, al parecer, aparte del título, es el tono del material original, el crudo retrato de un mundo despiadado donde solo los más fuertes (física y mentalmente) sobreviven. Audiard y su colaborador Thomas Bidegain partieron de ahí, y con la idea de crear un melodrama con un aspecto visual “expresionista”, crearon a los dos protagonistas de una película intensa, poderosa, narrada con elegancia y maestría, interpretada de forma inmejorable. No es lo más arriesgado que veremos en el festival ni lo más dramático, pero estoy convencido que habrá pocos títulos con imágenes y escenas tan emocionantes como las que nos deja Audiard en su último y notable film.
La trama de 'De óxido y hueso' gira en torno a Ali (Matthias Schoenaerts) y Stéphanie (Marion Cotillard), dos perros apaleados por la vida que lucharán por escapar a su destino. Al primero nos lo presentan junto a su hijo de cinco años, buscando restos de comida en los cubos de basura. No tiene hogar ni dinero; su hermana le proporciona refugio y comida caducada que roba del supermercado donde trabaja y ayuda para conseguir un empleo como portero de discoteca. Una noche su destino se cruza con el de Stéphanie, que ha sido golpeada durante una pelea fuera del local. Ali la acompaña a casa y le deja su número de teléfono al ver que la mujer, autosuficiente, de carácter fuerte, tiene problemas con su pareja. Stéphanie trabaja como domadora de orcas en un parque acuático y una mañana sufre un terrible accidente. Cuando Ali responde a su llamada, descubre a una persona muy diferente a la que conoció, derrumbada, desamparada, inútil, una víctima de un desgraciado incidente. Ali responde a la situación con normalidad, como si no hubiera ocurrido nada grave, y anima a Stéphanie a intentar recuperar el control de su vida. El contraste entre ambos personajes, que se extiende al apartado audiovisual de la película (hay escenas violentas que son observadas con deleite mientras suena la música de Alexandre Desplat), hace interesante una relación salpicada de detalles poco convencionales (sexo sin compromiso) para evitar que el público se adelante al desenlace y pierda la conexión con el film.
Con el apoyo de dos actores entregados profundamente a sus personajes (Cotillard se confirma como una de las mejores intérpretes del presente y el talento de Schoenaerts no es una promesa, es una realidad), Audiard nos zambulle con mucho oficio e ideas claras en una descarnada historia de lucha, amor y redención que siempre se siente auténtica, nunca fingida. 'De óxido y hueso' funciona estupendamente por la puesta en escena de Audiard, siempre enfocada en transmitir las sensaciones y las emociones de los protagonistas, en sumergir al espectador en la historia y el drama de estos dos supervivientes. De nuevo, creo que un montaje más conciso beneficiaría mucho al conjunto, hay tramos donde solo se subraya lo ya expuesto, y no sé si por falta de tiempo pero las peleas en las que participa Ali (brutales combates callejeros donde gana mucho dinero) me parecen mejorables, sobre todo si se compara con el impecable trabajo de efectos visuales que necesitaba el personaje encarnado por Cotillard a partir del accidente (parece real). Tampoco me convence cómo cierran la historia Audiard y Bidegain, si bien no arruina ni mucho menos el disfrute de una apasionada película que deja huella.
‘Mystery’
Como ya sabrá el lector que ha acudido con una acreditación a un festival (qué orgullosos van algunos, ¿eh?, con la placa a todas partes), si uno se informa sobre las películas que, a priori, puede ver, querrá verlas casi todas. Siempre hay algo que nos despierta curiosidad, el argumento, algún nombre del elenco o una foto. Lo que me enganchó de ‘Mystery’ fue descubrir que el realizador Lou Ye había tenido problemas con la censura de su país desde que comenzó a hacer cine, hasta el punto de que le prohibieron filmar en China durante cinco años. Lou no cumplió el castigo, rodó ‘Spring Fever’ de manera clandestina y ‘Love and Bruises’ en Francia. Su último trabajo es su regreso oficial tras esos cinco años de veto, y según ha contado, tras revisar el guion durante meses es posible que la administración china vuelva a condenar su trabajo. ¿Qué problema tienen con este cineasta? Eso me preguntaba yo. Tras ver ‘Mystery’, dudo mucho que obliguen a recortar algo, es un retorcido melodrama con sabor a culebrón mezclado con una simplona investigación criminal para hacer más entretenido el producto. Hay un policía corrupto (toda una novedad…) y una escena en la que me pareció intuir una relación homosexual, quizá les moleste eso. Lo importante, en todo caso, es que la ficción no se mantiene en pie, y de nuevo tuve la sensación de que, como me ocurrió con la egipcia ‘After The Battle’, no hay motivos artísticos detrás de la selección de la película por el festival. Otro chasco, ya van dos y solo acabamos de empezar.
Cuenta Lou en una entrevista que nos han facilitado que tras terminar ‘Love and Bruises’ pidió a su colaborador Mei Feng que buscara historias reales en Internet para empezar a trabajar en un nuevo guion. Finalmente se quedaron con tres sucesos a partir de los cuales construyeron el relato de ‘Mystery’, centrado en una mujer que descubre las infidelidades de su marido y en un enigmático asesinato. El realizador se empeña en que su guion habla de los problemas de su país, de la amoralidad dominante, así que habrá que aceptarlo. Da igual. Lo relevante es que no te crees nunca lo que ocurre. Abundan los giros forzados y las situaciones inverosímiles (¿golpear brutalmente a una persona a la que un segundo antes temes haber matado por accidente?), lo que no beneficia a los actores (Hao Lei, Qin Hao, Qi Xi, Zu Feng...), que intentan parecer convincentes. Posan, lloran y gritan, pero casi nunca lo viven. A veces parece que Lou rueda como si aún tuviera prohibido hacerlo, descuida el apartado visual apostando por un estilo cercano al documental, con cámara en mano y encuadres nerviosos, intentando imprimir autenticidad, intensidad y emoción, pero más bien lo que consigue es marear y entorpecer la narración. Hay una escena en la que una de las protagonistas está llorando desconsolada, y la cámara se mete en el baño para pegarse a su cara y quedarse ahí, con el tembleque habitual. Rompe la ilusión. Lo peor es la resolución del misterio que da título al film, con una secuencia a cámara lenta verdaderamente ridícula. No es un completo desastre, se puede ver con nulas expectativas, pero es un título indigno del festival de cine más importante del mundo.
PD: Os dejo dos fotos que hice desde mi butaca, durante el acto de apertura de la sección “Un certain regard”.