En mi post anterior hablaba sobre lo parecidas que son las comedias románticas americanas. Bueno, el caso es que le pasa lo mismo a las películas deportivas americanas. También están cortadas todas por el mismo patrón pareciéndose enormemente las unas a las otras. Sólo basta con cambiar el deporte, puede ser baloncesto, rugby o beisbol. Todas suelen tener a un equipo que no da pie con bola, pero llega un entrenador que les hará ver la luz, no sólo haciéndoles ganar todos los partidos, sino también alcanzando sus sueños al convertirse en mejores personas, porque alguno de los miembros del equipo o está enfermo y enfadado con el mundo, o pertence a una banda de delincuentes, o es muy malo en los estudios o simplemente es introvertido y no se relaciona con nadie, más que con su madre y su hermana a las que mantiene trabajando duramente en una fábrica. Éstos podrían ser algunos de los tópicos que pueblan este tipo de películas.
En este caso en particular estamos hablando de un hecho verídico. El acaecido en 1965-66, cuando los Texas Western Minners se alzaron con la copa de campeones en la Liga Nacional de Universidades contra los todopoderosos Kentuchy. Don Haskins fue el legendario entrenador que logró tal hazaña componiendo su equipo de jugadores afroamericanos, con lo que eso suponía en aquellos años. Ese partido es considerado como el más importante de cuántos hubo en las ligas estudiantiles al sorprender a todo el mundo, y cambiar la perspectiva de muchas cosas, no sólo en el baloncesto.
Estamos pues ante la típica historia ya conocida por todos, y no me refiero a los hechos reales, sino a lo antes comentado. Un entrenador que es la leche convertirá a su equipo de baloncesto en el mejor del país, y lo hará no sólo lidiando con los demás equipos sino con el palpable racismo de casi todo el mundo, que no acepta que un equipo esté formado por gente de color. Así pues, a la historia ya manida se le une el componente racista que también hemos visto en otro tipo de películas que hablaban de la superación personal.
La película dirigida por el debutante James Gartner sigue el camino más trillado, sin salirse ni un centímetro del mismo. Presentación de personajes de forma totalmente convencional, reunión del equipo sabiendo quienes se van a llevar bien o mal (porque hay que decir que en el equipo hay tanto negros como blancos), duro entrenamiento, primeras victorias, problemas personales, alguna derrota, dudas, y partido final en el que nadie espera otra cosa de la que realmente sucede. Todo esto nos es servido por Gartner sin ninguna personalidad, cediendo ante el estilo de todas las producciones del señor productor Jerry Bruckheimer.
Y es aquí donde hago otra queja: salvo tres o cuatro excepciones, las producciones Bruckheimer son todas iguales, hasta dan la sensación de que están dirigidas por la misma persona. Yo me pregunto si no será él quién dirige realmente, y los directores sólo ponen su firma. El mismo montaje, los mismos movimientos de cámara, el mismo planteamiento en sus historias, en fin, casi todo igual. Por lo menos logra que la mayoría sean un éxito. Aunque esta vez no ha sido así.
Y es que la gente ya está harta de este tipo de películas, en las que sabemos de antemano todo lo que va a pasar. Ya no hay emoción en ellas, ni siquiera en el partido final que suele abarcar unos 20 minutos de metraje, considerados los más importantes argumentalmente hablando, en los que debe de estar concentrada toda la pasión. Pero aquí nos da igual, está bien filmado, de acuerdo, pero no tiene alma.
El trabajo actoral es de lo más correcttito. Josh Lucas es uno de esos actores a los que todavía les falta mucho para llegar a hacer un buen papel. No tiene expresividad alguna, y da igual que se le filme a cámara lenta con cara de cabreado, no logra transmitir ni lo más mínimo alguna emoción, de hecho ni parece un entrenador de baloncesto, es simplemente Josh Lucas gritando a sus equipo. Lo mismo podríamos decir del veterano Jon Voight, que ya ha participado en algunas producciones más de Bruckheimer, y que aquí vuelve a salir maquillado para hacer otro de sus numeritos, pero no tiene mucha oportunidad de lucirse. Este actor ya no es lo que era.
Una película muy floja, como tantas otras que pueblan las carteleras. Esta vez el éxito no le ha acompañado, y de hecho no se ha estrenado en todas las ciudades de nuestro país teniendo un estreno limitadísimo. Probablemente ya sabían de antemano que no iba a interesar a demasiada gente.