El autor de ?La maldición de Hill House? se desmelena en su despedida de la plataforma, pero también ofrece el trabajo más torpe y sobrecargado de su carrera
La carrera de Mike Flanagan ha alternado entre el cine y la televisión, a menudo rompiendo la línea de ambos formatos, pero en su última etapa ha encadenado cuatro series seguidas para Netflix en solo cuatro años, siendo la última una despedida de la plataforma tras cerrar un nuevo acuerdo con Amazon studios, con 'La caída de la casa Usher', la adaptación del relato titular, y otro buen puñado adicionales, de Edgar Allan Poe.
Tras su impacto con 'La maldición de Hill House' el nombre del director se ha asociado con las reescrituras de clásicos de la literatura de terror, y al mismo tiempo su estilo de ha ido construyendo de forma más literario que estrictamente cinematográfico, el peso de su dramaturgia ha ido ganando fuerza, con su ejemplo más comentado en los monólogos de 'Misa de medianoche', que de alguna manera han creado un estigma sobre su estilo que con 'El club de la medianoche' no acabó de quitarse, y ahora, con su nueva aproximación al horror gótico rescatado de las raíces del género parecía haberse entregado a un tono más lúdico y cargado de comedia negra.
Sin embargo, en esta ocasión la gravedad o el sentimentalismo sin miedo al ridículo no aparecen salvo momentos concretos, puesto que todos los personajes son despreciables y estamos en una historia de venganza sobrenatural, de malas conciencias y castigo, con lo que la mayoría de diálogos tratan de hacer una representación de distintos estados de la decadencia humana, de la corrupción del poder. Partiendo de la idea principal del relato, el guion imagina a Roderick Usher y su hermana Madeleine como dos grandes empresarios con un imperio farmacéutico internacional que empieza a dar signos de zozobra cuando la dinastía se empieza a tambalear.
Cómo si la empresa de Usher fuera la WayStar Royco de 'Succession', la casa tiene un sentido amplio, de familia que se va derrumbando cuando todos los descendientes de Roderick comienzan a morir sin explicación aparente. Es decir, es como si el problema aquí no fuera tanto quiénes de los hermanos serán los herederos sino quién sobrevivirá. Los primeros minutos del capítulo piloto dejan claro que el destino de la progenie Usher, lo que vemos es un relato contado después de que ocurran los hechos, y es ahí en donde se establece la conversación cara a cara entre el patriarca y el visitante del relato que da título a la serie.
Una antología que raciona sus mejores momentos
El resto de relatos son desplegados de forma semiantológica, casi a modo de un slasher que estuviera relacionado con el material de estos, como actualizaciones que suelen tener bastante sentido y que encajan con el universo que se explica en la serie, por ejemplo, para dar vida a los crímenes de la calle Morgue recurren a la experimentación con animales y chimpancés usados para probar los medicamentos que produce la empresa. El baile de 'La mascara de la muerte roja' es una rave de niños ricos y alta sociedad etc etc.
Entre otros textos que incorpora de una forma u otra se encuentran William Wilson, El corazón delator, Los asesinatos en la calle Morgue, El entierro prematuro, El pozo y el péndulo, El gato negro, El barril de amontillado, el escarabajo de oro, Anabel Lee, El cuervo… otros sencillamente son citados nombrando a personajes como Auguste Dupin, Arthur Gordon Pym, Lenore, Morella… hasta este punto, el parecido con el método para encajar la obra en una narrativa de 'La maldición de Bly Manor' es evidente, siendo aquella, eso sí, mucho más fiel a algunos relatos de Henry James, porque, de alguna manera, no forzaba el actualizarlos a una época actual.
Lo que caracteriza a estos ocho episodios, de una hora de duración salvo el último de 77 minutos, es que la base del texto de Poe de cada uno de ellos se reduce a los últimos momentos, empleando el resto de tiempo en establecer flashbacks de la vida de Roderick y Madeleine para ir averiguando por qué el protagonista merece el destino que se nos es mostrado en la actualidad. También hay ratos dedicados a todos los hermanos, discusiones, juicios y una progresiva descomposición de la realidad de los personajes en la que los momentos de terror se reservan con cuentagotas.
La obra más política de Flanagan
Sobre el papel la idea es muy interesante, Flanagan se pone el manto de George A. Romero, quien no solo adaptó a Poe en su segmento de 'Los Ojos del diablo' — la propia 'La tierra de los muertos vivientes' es su versión de 'La máscara de la muerte roja'— adoptando una actitud parecida. El director de Pittsburgh siempre afilaba su dardo hacia los burgueses y el liberalismo, y en sus miradas a Poe siempre entran en juego la codicia y avaricia como los pecados que sus protagonistas despreciables, a los que satirizaba constantemente, acababan pagando de alguna manera. De hecho, esta 'La caída de la casa Usher' tiene algo que ver con su 'Bruiser', aunque Mike Flanagan no acaba de encontrar el punto de acidez corrosiva suficiente y el trabajo le muestra más fuera del agua que nunca.
Hay algo en el guion y las actuaciones que busca ser afilado y unirse a la sana mofa de la clase alta que han planteado 'Succession', 'El triángulo de la tristeza' o 'El menú', con la que tiene mucho en común, pero mientras juega con el sarcasmo, personajes viperinos con cierta tendencia a lo escatológico, le resulta difícil resistirse a una prosa sobrecargada que más que decantar en buenos diálogos tiende a la reiteración y un barroquismo mal entendido. Pese a que su carrera se caracterizó por un crecimiento silencioso y constante, este no es el momento más inspirado del autor como guionista. Esto no sería un problema si el reparto no estuviera tan perdido como él, con un retrato de los ricos como insoportables caprichosos que resultan demasiado difíciles de aguantar durante todo un episodio, en el que solo queremos ver el momento de su muerte.
Es lo que se supone que deberíamos desear, claro, pero da la impresión de que los textos no están pulidos, de que hay momentos que deberían ser más divertidos y ridículos de lo que son, pero nunca acaba de desmelenarse, de ser realmente idiota, de desparramar los cubos de sangre que prometía. Los soliloquios de otras series, a pesar de ser excesivos, tienen sentido dentro de un tono sobrio y los reserva para momentos concretos, pero en ‘La caída de la casa Usher’ la mayoría de diálogos siempre necesitan una poda, la pomposidad lírica que a veces se funde con versos de Poe es demasiado omnipresente y se pega con el tono de befa del conjunto.
Un pequeño placer culpable para los fans de Poe
Hay una propuesta sobre el papel que parece querer experimentar con el estilo de Poe, y al mismo tiempo construir una historia épica de condenación y secretos innombrables, pero su comentario social solo funciona en ocasiones, aunque hay algunas ideas brillantes. No todo el reparto está desperdiciado, y algunas líneas suenan bien en manos de actores como Mark Hamill, Carla Gugino, Bruce Greenwood o Samantha Sloyan, pero la insistencia de colocar a todas su tropa en papeles tan diferente deja señalados a unos horrendos Rahul Kohli, Henry Thomas, Kate Siegel o incluso T'Nia Miller.
En realidad, ‘La caída de la casa Usher’ no es un desastre total, sino un tanto decepcionante por venir de un apellido que nos ha acostumbrado a una elegancia clásica en el género que no es fácil de encontrar. Se asemeja más a cualquier tipo de contenido de la plataforma, pese a que siga teniendo una producción sólida, a veces llega a recordar incluso a una temporada perdida de ‘American Horror Story’. La idea general es buena, tiene algunos detalles visuales que tienden al giallo y el tramo final está bien concebido, dejando la sensación de que el todo es mejor que sus partes por separado.
El mayor atractivo para los fans tradicionales del cine de terror es comprobar cómo la obra de Edgar Allan Poe puede ser encajada en una trama coherente, aunque a veces el equilibrio es desigual, es imposible no reaccionar a los pequeños guiños, los pequeños insertos de textos y la catarsis de revivir el clímax del relato que da nombre a la serie con mucho sentido de la atmósfera y lo grotesco mientras dispara a las grandes familias reales como los Getty, Murdoch, Trump... Si a alguien le da ganas de explorar las adaptaciones de Roger Corman o Jean Epstein al terminarla, ya habrá cumplido su función.
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