‘Cadillac Records’ cuenta la historia de Muddy Waters (Jeffrey Wrigth) y del fundador de la discográfica que le dio a conocer: Leonard Chess (Adrien Brody). Se apodaba a esta compañía ‘Cadillac Records’ porque el dueño les compraba este lujoso coche a todos sus representados cuando las ventas iban bien. En los mismos estudios también grabaron Little Walter, Howlin’ Wolf y Etta James, aunque la figura más importante que salió de la firma fue Chuck Berry. Willie Dixon colaboró con ellos como autor de algunos de los temas más influyentes que surgieron de Chess Records.
Darnell Martin, una realizadora con una carrera principalmente televisiva, escribe y dirige un film nostálgico narrado a base de flashbacks, que comienzan en 1941. Anastas Michos consigue una exquisita fotografía y la cuidada ambientación de época aporta elementos de gran belleza, donde lo que más destaca son los vehículos y más en concreto los Cadillacs que dan título al film.
La película sirve de reivindicación de una herencia musical. Quiere dar a conocer, a quienes no lo supieran, dónde están las raíces de grupos como Led Zeppelin o The Doors. Así que de alguna forma se podría ver como un film didáctico –o hasta publicitario, si tenemos en cuenta que produce Sony—. Pero no descubre nada que no pudiese saber ya cualquier persona con un mínimo interés en el tema. Por ese motivo, me parecería más interesante haber escrito la película desde el punto de partida de que eso ya se conoce, para aportar el lado humano de esa historia. Este aire reivindicativo, que se hace más patente que nunca en el cierre de la cinta, suena a lloriqueo, en lugar de a posicionamiento orgulloso. Así y todo, de esa idea parte una escena que tiene una gran intensidad dramática. SPOILER. Little Walter ha muerto y, mientras Muddy Waters coloca el traje con el que lo van a enterrar, en un televior, Elvis canta la canción que lanzó a Walter a las listas de éxitos. FIN DEL SPOILER.
La otra proclama de ‘Cadillac Records’ es la racial. Y es ésta la que me parece más interesante de la película. La época no es tan remota, pero las cosas son completamente distintas a como se presentan hoy en día. El segregacionismo llega a extremos que no podríamos ni creer: desde una falta de respeto absoluta a prohibiciones de todo tipo. Los negros todavía en los años cuarenta sufrían un trato de apestados y los blancos tenían casi libertad para agredirlos. Es muy significativo que el protagonista del film, Muddy Waters, fuese recolector de los campos de algodón antes de conseguir fama como guitarrista y cantante. Cuando los personajes principales de raza negra tienen que enfrentarse a cualquier aspecto de esa tremenda discriminación, la película consigue transmitir indignación. Por otro lado, el tema está directamente relacionado con la historia que se narra ya que, según la fama de estos músicos va aumentando y las décadas van pasando, la situación se modifica vertiginosamente. Por ello, se podría decir, rimbombantemente, que la historia del blues y el rock es una historia de América.
La estructura de ‘Cadillac Records’ es la de un biopic, género que, personalmente, a mí no me suele decir mucho, salvo excepciones. De esta manera, más que una trama que se extienda a lo largo de toda la película, tenemos momentos y anécdotas que se van sucediendo. Inevitablemente, algunos de estos lapsos son más llamativos que otros, por lo que se podría tener la impresión de que el film es irregular. El interés que despiertan unos personajes y otros tampoco es equivalente.
Por carecer de esa trama principal, ‘Cadillac Records’ tiene que centrar su atención en las personas. Por mucho que se base en seres reales, cuando se escribe el guión, éstas se convierten en personajes y, como tal hay que retratarlos. Me parece que el de Leonard Chess está bien diseñado y tiene sus cuitas que provocan que nos interesen las cosas que le ocurren. Adrien Brody resulta muy adecuado para encarnar a este hombre que, siempre con intenciones positivas, es un rebelde. Sin embargo, Muddy Waters, que es tan protagonista o más, es un personaje mucho más plano, que despierta menos simpatía y que, al igual que la película en sí, da más la sensación de estar quejándose que de hacer algo por las cosas. Un irreconocible Jeffrey Wright interpreta al mítico guitarrista sin aportarle demasiado carisma o gancho.
El más interesante de los secundarios es Little Walter, interpretado por Columbus Short. Su personaje tiene gran fuerza en el inicio, pero en seguida se pierde entre tópicos de famoso borracho. Quizá los momentos más bajos de la cinta se corresponden a la aparición de Etta James, a quien da vida Beyoncé Knowles. No es que ella haga una mala interpretación, pero el personaje entra pasada la mitad del metraje y toma una posición demasiado central, por lo que la narración se desequilibra. Como ella está en la producción, ha sobredimensionado un personaje que resulta cansino y ha forzado –imagino— a que las únicas actuaciones que se contemplen completas sean las suyas.
Encuentro cuestionable que, probablemente con la intención de buscar antagonistas donde no los había, se haya demonizado de alguna manera a un par de personas que no provocaron las situaciones negativas. Uno de ellos es Howlin’ Wolf, a quien se presenta como personaje nocivo únicamente por su forma de ser. Está interpretado por Eamonn Walker y, en el poco tiempo que se le concede, casi resulta más atractivo como personaje que el propio Waters. Pero el otro es mucho más importante: Chuck Berry, a quien da vida Mos Def. Sorprende que aparezca en escena de forma tan tardía, ya que su propia historia podría haber sido perfectamente la columna vertebral del film. Y luego asombra que se le muestre como un enemigo de Muddy Waters, por mucho que las ventas de éste hubiesen bajado cuando se descubre el rock’n‘roll.
Quizá la prueba para saber si un biopic es o no atractivo es plantearse si las historias relatadas podrían atrapar, cual trama de ficción, a cualquier persona, independientemente de si ésta está interesada o no en la figura real representada o en el legado artístico que dejó. En algunas ocasiones, las vidas de los famosos fueron tan apasionantes que podría ocurrir así. Pero creo que no es el caso. Eso no significa que ‘Cadillac Records’ no tenga interés, ya que me parece que puede hacer las delicias de los amantes del blues y del rock primigenio, así como de las películas que recrean épocas pasadas. Y a todos ellos se la recomiendo.
Más información en Blogdecine sobre ‘Cadillac Records’, que se estrena mañana, 20 de febrero.
Mi puntuación: