Aunque me pareció poco justo, a la par que sospechoso, que ‘También la lluvia’ se llevase tan pocos premios Goya, lo cierto es que uno de los que, en mi opinión, más le correspondían, el de mejor guion, recayó en manos de otro guionista que igualmente se lo merecía: Chris Sparling, por ‘Buried (Enterrado)’ —curiosamente, ninguno de los autores es español—. Y es que la película de Rodrigo Cortés, que también obtuvo Goyas a mejor montaje y mejor sonido, puede sorprender por muchas de sus facetas, en los cuales supera retos inabordables, pero resulta especialmente formidable lo que logra su guionista a pesar de sus limitaciones autoimpuestas.
Sostener el interés de una historia durante más de hora y media es arduo siempre. Hallar diferentes hechos que muevan la acción con constancia y sorprender con algún giro nuevo, sin que la tensión decaiga, supone una difícil labor en cualquier caso. Pues bien, conseguir todo ello con un solo personaje, con un único y reducido escenario y sin recurrir a flashbacks o planos tomados fuera del espacio acotado suena, a priori, casi imposible.
He comentado varias veces cómo me fascinan los relatos o los capítulos de series de terror o misterio en los que los personajes son enterrados en vida. Los hay superiores a la película ‘Buried (enterrado)’ en algunos aspectos, pero ninguno tiene la valentía de permanecer todo su metraje dentro de la caja.
El teléfono móvil lo cambia todo. Hace un par de décadas no se podría haber escrito este guion, ni siquiera uno parecido. Pero quizá lo que más sirve a Sparling para ganar tiempo es la naturaleza de los operadores telefónicos de EE. UU. que, aunque aquí puede resultar difícil de creer, no se aleja en la película ni un ápice de la realidad. Así, ‘Buried (enterrado)’, durante un tiempo se convierte en una crítica sobre esta situación desesperante y absurda. Es obvio que la conversación acerca de la cobertura del seguro que mantiene el protagonista ya avanzada la película está aún más cargada de protesta social y consigue una temperatura tan elevada que se convierte en el auténtico clímax final del film.
Un ejercicio de realización
Efectivamente, como se ha comentado con más fervor que lo referido al guion, Rodrigo Cortés hace alarde de grandes habilidades como realizador gracias a ‘Buried (enterrado)’. Como si se tratase de un ejercicio impuesto en una escuela de cine para que los alumnos expriman al máximo su imaginación e inventen o experimenten todo plano imaginable, la situación de partida es tan restrictiva que parece que, por necesidad, la película resultante deba quedar monótona y plana visualmente. No es extraño que ningún otro director se hubiese atrevido con ella.
Cortés obtendría un sobresaliente al dar con una gran variedad de ángulos y movimientos de cámara para no cansar al espectador, aunque alguno, como el que sube hacia la superficie, haya tenido un resultado extraño —pues no tendrían que verse paredes de tabla inacabables, pero se trata de una minucia sin importancia—. La película se ve con la misma sensación con la que se vería un film rodado en exteriores o variados escenarios y no produce la claustrofobia que a tantas personas ha echado atrás a la hora de plantearse verla —quizá en los primeros segundos de oscuridad—. El director demuestra aún más imaginación, al incluir los diferentes aparatitos para dar luz, que le permiten iluminar con distintas tonalidades, para aumentar la impresión de diversidad.
Ryan Reynolds, actor al que había apreciado como intérprete cómico desde la serie ‘Two Guys and a Girl and a Pizza Place’ y por todo el cine que hizo después, demuestra aquí que también sabe ser dramático y más que nunca, hace aquello que señalo tantas veces que es sostener él solo la interpretación de una película.
Pero, por difícil que sea pensar en encuadres y movimientos dentro de una caja, más arduo aún es inventar situaciones y acontecimientos. Por ello, el auténtico mérito de ‘Buried (enterrado)’, si bien el del realizador también es grande, recae en el guionista. Sé que ya se ha dicho, pero desde que vi la película en la fecha de su estreno en salas, tenía ganas de escribir esta reivindicación.
El final de ‘Buried (Enterrado)’
Aviso: ni que decir tiene que este apartado tendrá más spoilers que el buga de Vin Diesel.
Entiendo que para muchas personas se redondea la maestría de esta película debido a que acaba mal y el protagonista muere, pues este tipo de finales está de moda o, más bien, el final feliz está mal visto. Se ha argumentado que no habría resultado creíble que el protagonista consiguiese salir, pero ahí está la cuestión: que consiga salir podría haber sido fruto de una trampa —por ejemplo, lo que se suele llamar un Deus ex machina—, pero también podría haber sido creíble, si se hubiese hecho bien.
Tras las flores regaladas a Sparling, aquí voy a tacharlo de vago —dejo a un lado comentar algún detallito poco coherente de la historia, por no extenderme aún más—. Casi cualquiera de las soluciones que se nos ocurrirían de buenas a primeras probablemente suponga una trampa o un final inverosímil y forzado a favor de la felicidad. Un final bien buscado y justificado, fruto de un esfuerzo mayor, sí podría haber resultado creíble. Lo que ocurre es que resulta más fácil y cómodo no intentarlo y hacer que la película acabe mal, lo que, además, da una impresión de modernidad y dureza.
Por otro lado, si lo que desean los autores es huir de la apariencia tramposa con la que el espectador saldría del cine sintiéndose engañado, poco sentido tiene incluir un recurso tan manipulador —y ya tan visto, pues probablemente se inició con ‘El silencio de los corderos‘— de suscitar una esperanza para hacer ver, más tarde, que los rescatadores cavaban en la tumba equivocada.
Por mi parte, habría preferido que la película tuviese un final feliz, pero no por sentir que el padre y esposo inocente pudiese reunirse con su familia, después de las conversaciones dramáticas y sentimentales que me han insuflado ese sentir.
Me habría gustado que finalizase bien porque una de las formas de disfrutar de este tipo de películas, en las cuales se introduce al protagonista en un apuro que aparentemente es irresoluble, consiste en ver cómo se resuelve. Intelectualmente, estás esperando que te deslumbren con una solución que a ti no se te habría ocurrido y que, en contra de todo pronóstico, encaje y sea verosímil. Un autor introduce a su protagonista en una situación de la que parece que no puede salir para demostrar cómo lo va a sacar él, como si te hiciese un truco de magia. Si es para no resolverlo, entonces no hay límites a la imposibilidad que se le quiera imponer. Como ya decía, esta última cuestión es debatible, ya que para muchas personas este final supone otro de los aciertos del film, pero personalmente me habría satisfecho más que se hubiese dado una solución válida y verosímil.
En definitiva, se trata de una película que podría servir de ejemplo de cómo se puede rodar algo con limitaciones extremas, de cómo se puede desarrollar una historia yendo siempre más allá y hallando siempre nuevos elementos. ‘Buried (enterrado)’ —que acaba de salir en DVD— es un ejercicio cuyos autores merecen el aplauso solo por intentarlo, pero más aún por dar en el clavo y ejecutarlo con acierto.
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‘Buried (Enterrado)’, Rodrigo Cortés da una lección de cine, por Alberto Abuín.
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