'Buenas noches, mamá': el remake de Amazon Prime Video demuestra que el asfixiante sadismo de la película original era inigualable

Aunque siempre han estado ahí, el incremento exponencial de producción y popularidad de los remakes ha propiciado que se hayan escrito ríos de tinta sobre un tipo de largometrajes que suelen ser tratados con demasiada severidad, alegando carencias de creatividad y otros argumentos más o menos infundados, pero que se han traducido en algunos de los títulos más brillantes de la historia del cine.

En mi humilde opinión, la práctica del remake no debería tener connotaciones negativas de ser tratada con voluntad de renovación; dando vueltas de tuerca y aportando frescor como bien ejemplifican joyas como 'Scarface' o 'La cosa'. Incluso cuando se juega a la fotocopia de forma consciente como parte de un discurso metalingüístico, como en la 'Psicosis' de Gus Van Sant o la 'Funny Games' Michael Haneke, las nuevas versiones pueden tener valor y razón de ser.

No obstante, siempre está presente la alargada sombra de esos calcos carentes de alma que, pese a incorporar variaciones, estas terminan restando más que contribuyendo a la causa. Y este es, precisamente, el caso de 'Buenas noches, mamá'; una suerte de interpretación a la Disney del contundente original que diluye entre melodramas y medias tintas el intenso tour de force que pudimos disfrutar en 2014.

Hasta mañana, si Dios quiere

Recuerdo perfectamente cómo Severin Fiala y Veronika Franz lograron polarizar con su 'Goodnight Mommy' las opiniones hace ocho años durante el Festival de Sitges. Donde muchos quedaron descontentos, otros tantos caímos rendidos ante una muestra de ese terror sobrio, austero y desasosegante que, heredando forma y tono de la escuela de Haneke, asfixió con su imposible combinación de torture porn y horror de autor.

En contraposición a la cinta austriaca, la versión estrenada en Amazon Prime Video sorprende negativamente en la primera toma de contacto con un tratamiento visual mucho menos elegante y refinado. Atrás quedan esta planificación calculada al milímetro, ese montaje pausado y opresivo y esa cuidada fotografía enriquecida por la textura y color del 35mm y presentada en 2.39:1.

En su lugar, 'Buenas noches, mamá' hace poca justicia a los visibles esfuerzos de su equipo con una presentación excesivamente "televisiva" —nótese el entrecomillado, ya que cada vez este término tiene menor sentido en este contexto—; algo que afecta tanto a la rutinaria puesta en escena como a un acabado formal con mucho menos carácter y que no teme en revelar en algunos pasajes su naturaleza digital.

En lo que respecta a su tono y narrativa, el trabajo del realizador Matt Sobel y su guionista Kyle Warren también resulta mucho más obvio y desaliñado; apostando por la música para alimentar su no tan efectiva atmósfera, haciendo tremendamente obvio el giro dramático sobre el que pivota el relato en los primeros compases del segundo acto y subrayándolo innecesariamente con una secuencia de montaje posterior a su revelación, lo cual daña considerablemente la experiencia.

Por el camino también se ha quedado la inmensa mala leche que destila la fuente de referencia, endulzando hasta límites insospechados una segunda mitad que abre paso al melodrama y en la que ya no hay cabida para la violencia y el sadismo, sino para un terror tremendamente descafeinado e incapaz de erizar ni un solo vello de un público que, a estas alturas, ya está curado de espanto.

En la otra cara de la moneda, las interpretaciones de los hermanos Cameron y Nicholas Crovetti y de una Naomi Watts que continúa mostrando sus buenas dotes para el género mantienen a flote un refrito sin alicientes para los conocedores de su predecesora, pero que satisfará hasta cierto punto a quienes lleguen vírgenes y prefieran obviar las grotescas bondades de la original —para más inri, también disponible en Prime Video—.

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