'El buen patrón': un gran Javier Bardem da la réplica empresarial a su parado de ‘Los lunes al sol’ en un divertido esperpento laboral

'El buen patrón': un gran Javier Bardem da la réplica empresarial a su parado de ‘Los lunes al sol’ en un divertido esperpento laboral

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'El buen patrón': un gran Javier Bardem da la réplica empresarial a su parado de ‘Los lunes al sol’ en un divertido esperpento laboral

Fernando León de Aranoa representaba muy bien ese necesario contrapunto urbano a ese cine español encerrado en maniqueísmos de Guerra Civil, hecho por cineastas acomodados y un progresismo al que le faltaba salir a la calle y respirar el ambiente del bar de caña y bocata, con la mayoría de las víctimas del neoliberalismo que ya se abalanzaba en plenos años 90. Con 'El buen patrón', que se estrena el 15 de octubre, el cineasta retoma aquel humor ácido para exponer ideas, pero esta vez mirando desde el otro lado.

Si con 'Barrio' (1998) hacía una amalgama coyuntural de la situación social del extrarradio de las grandes ciudades, con 'Los lunes al sol' (2002) alcanzó el punto exquisito de su cine discursivo, una comedia negra llena de la retranca que salía desde el fondo de la clase obrera. Una película, en cierto modo visionaria de lo que estaba por venir con la crisis económica de 2008, que tenía como protagonista a un Javier Bardem saliendo de su imagen de tiarrón para empezar una carrera de actor llena de éxitos.

Comedias para una crisis endémica

Curioso que esa recesión profunda infectara tanto lo laboral que a pesar de una estabilidad asumible se haya traducido en una precariedad crónica e intergeneracional que ha transformado el tejido profesional de países como España, irrigando en la clase media para enmascarar una diferencia más profunda entre los patrones y ese grupo de cincuentones que pasaban los lunes en el bar del barrio, tratando de encontrar sentido a una vida dedicada a los empresarios que ahora ya no contaban con ellos.

Por eso el 2021 era un momento idóneo para retomar su mirada corrosiva a un modelo económico que no ha cambiado nada, para lo que ha invertido el punto de vista, contándonos la perspectiva del empresario, y no podía ser otro que Javier Bardem quien se metiera en la piel de Blanco, un carismático propietario de una fábrica de balanzas industriales en una ciudad española de provincias, cerrando de alguna manera el ciclo empezado con ‘Los lunes al sol’, que aquí tiene contrapartida en un empleado despedido que decide hacer un piquete.

Sin embargo, el tono e ‘El buen patrón’ es más esperpéntico y divertido, el humor no está impregnado de hiel y se ajusta a las peripecias de Blanco, mientras espera la inminente visita de una comisión que decidirá la obtención de un premio local a la Excelencia Empresarial. León de Aranoa se acomoda en una mirada de comedia clásica casi de cine de barrio, con la mirada de Azcona presente y con algunos momentos de enredo que parecen corresponder a una película más ligera.

El Buen Patron 6

Un Bardem de Goya

Pero su fondo ideológico está ahí, sabiéndose cómplice de espectadores de segunda generación de crisis que captarán los recados a la actitud de la burguesía ante determinados problemas. Los mejores momentos de la película recaen en la interpretación de un Bardem que borda el cinismo del personaje y logra crear a un hombre campechano que es capaz de retorcer la realidad de todos los que están alrededor para conseguir sus objetivos, manipulando de tal forma que parezca que todas sus decisiones son salomónicas.

Aranoa sabe desgranar muy bien muchos clásicos de la vida empresarial, conflictos laborales y personales que se entremezclan con una fina línea de teatro absurdo con el que lidiamos en el día a día para poder llevar con diplomacia las relaciones de poder, y el hecho de que la jerarquía solo deja por encima a uno. Así, dinamita amistades inquebrantables, o relativiza enemistades insalvables por el beneficio de una empresa, con el concepto de la justicia prostituido, conectando el leit motiv del film con la imagen elocuente de una balanza que, por mucho que se empeñe el dueño, nunca es capaz de calibrar.

Patron

‘El buen patrón’ juega con la idea del equilibrio y la pone en boca de su protagonista, el mismo el mayor símbolo de que ese balance es imposible, para crear un constante juego de situaciones que van rompiendo ese anhelo que se construye en la cabeza del empresario, pero nunca acaba de cumplirse en la realidad, de tal forma que, durante el camino a la comisión, todo parece ir desajustándose por un sitio o por otro. Incluso el plano final juega con esta idea de que su perfeccionismo nunca podrá alcanzar una línea recta perfecta.

La balanza rota entre humor e ideología

Como es de suponer, Aranoa trata de hablar de muchas cosas, y mientras la comedia casi surrealista que genera la odisea de Blanco recuerda incluso a los mejores momentos de ‘Familia’, algunas subtramas están un tanto forzadas, llegando a tocar algunos clichés rancios de becarias y sexo con jovencitas que resultan de otra época, o peor, de otro tipo de cine Español, con momentos en los que el director parece fascinado con Almudena Amor, un personaje que parece que le ha escrito Santiago Segura.

En esos momentos de dibujar las relaciones entre el personal de la empresa, ‘El buen patrón’ no logra asemejarse al conocimiento de las dinámicas de poder que dibujan películas como ‘Crimen Ferpecto’ y a veces choca mucho más cuando trata de relacionarlo con la inmigración, un tema que trata de incluir de alguna forma y se salda con un prólogo más conectado con el universo de un diario de izquierdas que con el tema principal de la película, que sufre en ese efecto de acumulación ideológica, sobre todo cuando su dibujo de la mujer que trata de acceder al mercado laboral es más bien muy Pérez Reverte.

El Buen Patron 3

En conjunto, ‘El buen patrón’ es una buena comedia ácida que matiza con inteligencia las relaciones laborales y el motor que se mueve tras ellas, quizá le sobre tragedia con moralina en su tramo final pero es un bienvenido regreso a la forma del director de la histriónica ‘Loving Pablo’. Quizá apostar por ella para los Óscar sea confiar demasiado en la capacidad para captar ciertas sutilidades del humor local en el extranjero, especialmente en las bromas más dirigidas a su parroquia más indulgente.

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