No cabe duda de que uno de los grandes atractivos de 'Brimstone', que se pudo ver en el pasado Festival de Sitges y acaba de ser estrenado en Filmin, es su despreocupada mezcla de géneros. Thriller, western, terror y drama se dan la mano, unificados por un tono pesimista y desesperanzado, y una fatalista y opresiva sensación de que todos los personajes de esta deprimente historia de venganza están condenados a un final violento desde el mismo día en que nacen.
Para entender hasta qué punto la película parte de unos códigos propios del cine de Hollywood, donde no hay género más clásico y codificado por el western, pero también cómo los sobrepasa cargando las tintas hasta el punto de lo grotesco hay que tener en cuenta que la producción no es norteamericana sino europea. Principalmente holandesa -los responsables de todos los apartados artísticos son de allí-, pero también con participación francesa, alemana, belga, sueca y británica.
Su responsable es Martin Koolhoven y esta es su primera película en habla inglesa (después del tímido éxito en Estados Unidos de su 'Oorlogswinter', estrenada como 'Winter in Wartime'), con fragmentos hablados en neerlandés, haciendo honor al origen de los primeros colonos europeos del continente americano. Koolhoven coloca en los créditos su nombre junto al título: estamos, pese a la aparente lejanía de la ambientación, ante una historia de autor. La película tuvo la oportunidad de contar con producción íntegramente estadounidense, pero Koolhoven quería reservarse el derecho al montaje final.
El desarrollo de la producción se prolongó durante cinco años por problemas de financiación y un largo proceso de escritura del guión.
De hecho, Koolhoven pasó cinco años preparando la película y atravesando múltiples penurias en la búsqueda de financiación, como el abandono de uno de los principales productores con todo el equipo trasladado a Europa y los decorados construidos. Cuando Mia Wasikowska, salió de la producción con síntomas de agotamiento y Robert Pattinson abandonó el rodaje creyendo que el proyecto estaba tocado de muerte, Koolhoven tuvo que ser ingresado en el hospital por un ataque de ansiedad. Pero Wasikowska fue sustituida y Pattinson (que encarnaba a un joven forajido) también encontró un relevo en Kit Harington.
Brimstone cuenta una persecución a lo largo de las décadas: Guy Pearce es un predicador obsesionado con la aplicación a rajatabla de las enseñanzas de la Biblia, lo que al parecer incluye casarse con su propia hija, Dakota Fanning. Pero la historia no transcurre exactamente así: más bien Koolhoven pone sobre la mesa una soga con cuatro nudos, coge un extremo y pide al espectador que tire. El desarrollo de la película son esos cuatro nudos, cuatro episodios que centran la acción y que en un principio no están interconectados, pero acabarán formando parte de una única historia de deseo y muerte.
Extremadamente violenta y bañada en un clima asfixiante pese al continuo empleo de espacios abiertos y agrestres, 'Brimstone' juguetea con el drama excesivo y con los ribetes sobrenaturales que nunca se hacen explícitos. Algo del Clint Eastwood protagonista de 'El jinete pálido' tiene este predicador implacable y marcado, y que en el tramo final del film se comporta más como un asesino salido de un slasher que como una persona real (de hecho, hay teorías en Internet que dan por seguro un elemento fantástico que en la película no se aclara del todo).
Un reparto perfectamente equilibrado
Frente a su encarnación de un villano con toques mefistofélicos por parte de Pearce, en el otro extremo del espectro interpretativo están Dakota Fanning como hija del predicador y Emilia Jones como una versión más joven del mismo personaje. Sus interpretaciones, llenas de drama y dolor, pero contenidas y valientes, como corresponde a mujeres que tienen que sacrificar su integridad física y moral hasta el extremo con tal de sobrevivir, son casi una declaración de intenciones: frente a la expansiva y dominante masculinidad de Pierce, la victoria silenciosa (en más de un sentido) de su eterna fugitiva.
Brimstone recuerda a veces al cine de explotación de los setenta: va cargada con abundante erotismo y, sobre todo, violencia (muertes, mutilaciones y torturas son casi constantes) que podrían haber quedado fuera de campo. Pero Koolhoven escoge mostrar todo, sin pisar el freno, lo que sin duda puede ganarle alguna acusación de sensacionalista. Sin duda, la película parece disfrutar con su visión, tremendista y oscura, de la conquista del Oeste.
Koolhoven, sin embargo, no hace el típico acercamiento europeo a la historia de Estados Unidos, y entre líneas, sobre todo gracias al empleo del idioma holandés, parece culpar a su propio país y a su radical concepción de la religión, de muchas de las tropelías que cometieron los colonos, empezando por los de su propia clase y raza. El tema de la retribución, entendida de forma sucia y perversa, vertebra todo el film, y Koolhoven parece en ocasiones estar pidiendo disculpas por las atrocidades cometidas por sus antepasados... mientras que las plasma en pantalla con todo lujo de detalles.
Una factura técnica impecable (de la fotografía de Rogier Stoffers a la banda sonora de Junkie XL), sin duda hará más llevadero el trago a los estómagos más sensibles, pero no hay que llevarse a engaño: los westerns luminosos y esperanzados hace tiempo que quedaron atrás. Es el momento de la revisión de las páginas más oscuras de nuestra historia, a veces desde una óptica centrada en el sufrimiento de las mujeres, y desde ese punto de vista, pocos platos hay tan contundentes como 'Brimstone'.
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