Una joven princesa escocesa llamada Merida emprende un viaje, enfrentada a su madre, para demostrar su independencia y su rechazo a las convenciones preestablecidas de su reino y especialmente de su madre, la exigente reina Elinor. Con la siniestra presencia de una bruja y su hechizo, Merida deberá resolver los problemas que tal vez haya ayudado a crear y que entorpecen todos u camino.
Esta película es la nueva entrega animada de la compañía Pixar, fue escrita por Irene Mecchi, Brenda Chapman, Steve Purcell y Mark Andrews y fue dirigida por los dos últimos. Purcell es un conocido diseñador de videojuegos, Mecchi permanece acreditada en los libretos de dos piezas del Disney tardío como son ‘El Jorobado de Notre-Dame’ (The Hunchback of Notre-Dame) y ‘Hércules’ (id, 1997), Andrews es un talento educado íntegramente en la casa y Chapman fue una de las responsables de ‘El Príncipe de Egipto’ (The Prince of Egypt, 1998).
Conocidas son las historias de los problemas durante la producción de la película, pero la objeción principal, creo, es que se nota mucho la diferencia en los talentos que firman el guión. Se nota hasta tal punto que bien entrada la película, parece seguir el extraño. El agridulce sabor que produce ver esta película tras ‘Cars 2’ (id, 2011) es el mismo que, al menos para mí, produce ver a la película ocupada en más secuelas, precuelas y demás jerga de la industria reinante. Esta producción, la única original en un panorama algo espeso, nos lleva a diversas reflexiones.
El mayor acierto de esta ‘Brave’ (2012) está en su rampante feminismo, tempranamente anunciado al ver las imágenes de la arquera protagonista enfrentada a todo tipo de conjuros, de nuevo con las consabidas reminiscencias del cine de Hayao Miyakazi. Pero, esta vez, el retrato feminista se hace con mayor éxito que nunca puesto que la película relata, con agradablísima inteligencia, que los conflictos sobre género nacen desde el lugar donde se habla. No es lo mismo un padre que instiga la aventura, la bravuconería y la autonomía que una madre que exige una posición ordenada, leal, secundaria. Esa diferencia es clave para entender lo que se cuenta aquí.
Es ese el gran acierto de la película al retratar su principal conflicto: lo que rechaza Merida de su madre es el lugar donde permanecen las mujeres. El equipo de la película logra explicarlo con una sencillez nada demagógica y es glorioso que usen ese ejemplo y lo conviertan en una pieza de narrativa tan bella y entretenida.La película tiene, no se me malinterprete, auténticas perlas animadas. Hay un personaje, del que no pienso hablar porque no quiero desvelar los vericuetos argumentales, especialmente memorable porque debe sugerir dos naturalezas en una y en la fusión de esas dos naturalezas lo que encontramos es la vitalidad indudable de un gran animador. Pixar es, y sigue siendo, una compañía llena de talento, de frescura, pero la segunda mitad de la película no tiene toda la convicción, belleza y rotundidad de, por ejemplo, la subestimada y muy madura ‘Cómo entrenar a tu dragón’ (How to train your dragon, 2010).
Precisamente, el gran giro argumental de la película es, quizás, algo contradictorio. Como refutación inicial de Pixar a filmar un cuento de hadas espectacularizado puede suponer un gran pero para algunos espectadores, pero es en la ausencia de un material emocional interesante donde hallo su mayor inconveniencia. A fin de cuentas, prometo pensar sobre estas reservas, notables, con la segunda mitad; debo decir que el elemento más glorioso de la película está en su rechazo a la figura del príncipe azul, a través de un dibujo de la situación de un humor bienvenido y fresco.
Le daré una segunda oportunidad a la película, que termina con una dedicatoria a Steve Jobs del todo oportuna, al menos leída la biografía de Walter Isaacson en la que se nos habla de la estrecha y muy especial relación que mantuvieron Jobs y Lasseter, ambos perfeccionistas en lo suyo.
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