Gustave Kervern y Benoît Delépine llevan más de quince años como pareja artística ideando proyectos delirantes que se han movido siempre sin agobios entre el éxito crítico y de público. 'Borrar el historial' es su última entrega de vidas al límite de lo absurdo y lo imposible.
OK Boomer: la película
Alejados precisamente de toda modernidad, los guionistas y directores optan por un tratamiento cinematográfico en 16mm con el que provocar el primero de los varios shocks, mayoritariamente cómicos, de una fábula moderna sobre los peligros de este mundo de clics, fake news y acosos online. Para mostrar la pesadumbre que este caos tecnológico puede provocar en el corazón del más humano de los mortales, 'Borrar el historial' cruza las vidas de tres amigos con algún asunto pendiente con el mundo digital. Pero ni únicamente son "viejos perdidos en un mundo de jóvenes" ni tampoco vas a ver un continuo "estoy viejo para esta mierda".
Aunque durante los primeros minutos de proyección puedan plantearse serias dudas sobre la presunta tragedia que acecha al final del camino, provocando que algunos espectadores nos pongamos en posición defensiva, lo cierto es que a medida que avanza, 'Borrar el historial' olvida ese hálito de tristeza y acelera por el camino del esperpento. Si uno piensa en el 'Playtime' de Tati o en los 'Tiempos modernos' de Chaplin, puede ver cómo se convierten aquí es un relato sobre el absurdo mundo virtual que nos rodea. Un mundo que no está nada alejado del real, del tangible, y que nos hace olvidar bastante a menudo unas normas básicas de educación.
'Borrar el historial' es una ácida crítica social y una película sobre la importancia de dar los buenos días y perseguir tus sueños, aunque lo hagas todo mal. Con este retrato sobre gente anónima decidida a reventar a los gigantes de Internet, los cineastas tiran de humor absurdo para denunciar el ajetreo y el bullicio del mundo de este mundo, pero también para disparar con balas de plata a sectores muy concretos. La secuencia protagonizada por Benoît Poelvoorde es un gran ejemplo de lo último.
Tiempos modernos
Y no solo el belga se asoma a saludar. Jean Dujardin o Michel Houellebecq, este último en un cameo hilarante, hacen lo propio y aportan una refrescante dosis de amiguismo denuciante muy de agradecer. Agridulce pero siempre divertida y optimista, la película se burla continuamente de buena parte de la cultura francesa, posicionándose con naturalidad y gracejo del lado del más necesitado.
Una película como 'Borrar el historial' no sería posible sin un reparto de nivel. Blanche Gardin, Corinne Masiero y Denis Podalydès, juntos o por separado, dan el do de pecho con unas interpretaciones extremas, tanto arriba como abajo, juntos y por separado, humanizando a sus caricaturas de una manera tan brutal que es imposible no compartir aventura con ellos.
Perfectamente escrita y muy preparada de antemano, los cineastas ruedan con naturalidad con el fin de capturar un momento único y espontaneo. No hay lugar para la improvisación aquí, Kervern, Delépine y su reparto llegan al set con la lección bien aprendida y recogen los frutos de horas de ensayo, algo que se aprecia por ejemplo en la confesión de Corinne Masiero a Denis Podalydès en el coche, seguramente uno de los momentos más divertidos que veremos en un cine este año.
Llena de mala uva y situaciones delirantes, pero con el corazón en el lugar adecuad, 'Borrar el historial' es la comedia que no sabías que necesitabas y que te espera en las salas. Pero no te quites la mascarilla, que te vas a reír mucho. Entre la distopía y el hiperrealismo.
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