Yo era uno de esos espectadores que veía ‘BoJack Horseman’ como la comedia animada del caballo que habla antes de darle una oportunidad. Tardé bastante y es verdad que los primeros capítulos tiran más hacia un humor que no define realmente lo que es la serie creada por Raphael Bob-Waksberg, pero no pasa mucho hasta que todo encaja en su lugar y ahora, por desgracia, ha llegado la hora de decirle adiós en Netflix.
Ha habido varios momentos a lo largo de estas seis temporadas en las que tanto nosotros como el propio BoJack hemos creído que el personaje había tocado fondo para descubrir no mucho más tarde que todavía podía caer aún más abajo. La primera mitad de esta sexta temporada jugaba mucho con la idea de la redención de su protagonista y la serie ha optado en su despedida por enfrentarle a todos los fantasmas de su pasado para ver si realmente merecía o no un final feliz.
¿La caída de BoJack?
A partir de aquí habrá pequeños detalles sobre los últimos ocho episodios de la serie.
Son tantos los comportamientos censurables de BoJack a lo largo de los años que es lógico que ni siquiera él mismo sepa a qué ha de hacer frente realmente cuando se entera que están escribiendo un artículo negativo sobre él, aunque nosotros sí sabemos que la raíz de todo está en la muerte de Sarah Lynn. Será una bomba que tarde en estallar, porque el saberse objeto de una investigación lleva a nuestro protagonista primero al agobio y luego a buscar ayuda entre aquellos en los que realmente confía.
Hay un momento especialmente brillante en estos episodios que es cuando BoJack desconecta durante unos instantes de eso para saludar una vez más a sus estudiantes. La evolución de los rostros de Diane y Princess Carolyn no podría ser más acertada, ya que al mismo tiempo permite al espectador digerir con calma sus sentimientos hacia el protagonista antes de que todo empiece a precipitarse y lleve realmente a BoJack a literalmente tocar fondo y dejar que todo quede enteramente fuera de su control.
En paralelo a eso se va dando cierre a las historias del resto de personajes importantes de la serie en lugar de dejarlo todo para el episodio final. De hecho, este último tiene cierto sabor de epílogo pero sin sentirse jamás como un añadido prescindible. A veces las series no tienen que despedirse con un gran momento cumbre, sino con una escena que sepa captar lo que ha sido su esencia a lo largo de los años y ‘BoJack Horseman’ lo borda en ese aspecto, confiando además en ilustrarlo a través de una canción que no podría estar mejor elegida.
Un cierre impecable
Además, Bob-Waksberg sabe ir midiendo muy bien lo que simplemente podría ser una escalada sin control hasta que todo estalla, desde las dudas iniciales de Hollyhock a mantener el contacto con su padre hermano hasta el descubrimiento de personajes como Diane o Princess Carolyn de todas las actitudes censurables de su amigo en el pasado. Todos sabían ya que BoJack no era exactamente trigo limpio pero solamente él estaba al tanto de todo.
Es sin duda el penúltimo episodio el que funciona realmente como punto álgido y entra de lleno en el panteón de capítulos inolvidables de la serie, pero con anterioridad la serie ya se había permitido juguetear un poco con el peculiar uso de la animación que se hace en el segundo de estos últimos ocho capítulos. Ahí es Diane el eje de todo y su obcecación en escribir un libro sobre su sufrimiento como forma de validarlo pero siendo incapaz de conseguirlo.
Y es que sigue habiendo momentos divertidos -tronchante la reaparición en la serie de Margo Martindale por mencionar solamente uno-, pero este tramo final de ‘BoJack Horseman’ opta por enfrentar a los protagonistas a sus miedos y eso no es algo precisamente fácil. Bob-Waksberg vuelve a incidir mucho en ello a través de los diálogos, pero no para sobreexplicarlo, sino para exteriorizarlo y que sean los propios personajes quienes tengan que asumir esas verdades de la que llevan tiempo escapando.
Lo que se hace en estos últimos episodios de ‘BoJack Horseman’ no es tanto mostrarnos si va a haber final feliz para sus protagonistas como hacer que ellos mismos sean los que entiendan si pueden llegar a serlo. Lo que fueron siempre estará ahí, latente, pero lo importante es dar ese paso adelante en sus vidas, siempre y cuando sea posible hacerlo, pero sin obsesionarnos tampoco con la idea de si acabaremos siendo felices o no tanto como con el hecho de si lo somos realmente ahora.
En resumidas cuentas
El final de ‘BoJack Horseman’ es extraordinario, dejando claro una vez más que es la mejor serie que Netflix ha hecho hasta ahora, pero confirmando también que seguramente deberíamos hablar ya de ella como una de las mejores de todos los tiempos sin tener en cuenta cuál ha sido su hogar. Decía su creador que por el hubiese seguido algo más de tiempo con ella, pero su despedida ha sido perfecta. Nada se ha sentido acelerado, todo ha encajado en su sitio y además ha sido presentado de una forma insuperable.
Gracias por todo, ‘BoJack Horseman’.
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