Puede que ‘BoJack Horseman’ no genere audiencias tan impresionantes como ‘Stranger Things’ o ‘La casa papel’, pero lleva varios años siendo la mejor serie de Netflix y todavía ninguna ha conseguido superar lo que para muchos puede ser la divertida historia de un caballo que habla. Algo de eso hay, sobre todo en su primera temporada, pero fue cuando comenzó de lleno a ser un imprescindible retrato de la depresión cuando llegó a un nivel con el que muchas solamente pueden soñar.
Tras cinco grandes temporadas, Netflix ha decidido cerrar ‘BoJack Horseman’ con una sexta dividida en dos tandas de episodios, La primera, formada por ocho capítulos, ha llegado hoy a la plataforma y en ella se explora la posibilidad de redención para sus protagonistas tras todos los problemas que han ido surgiendo en sus vidas previamente.
¿Puede haber final feliz para todos?
‘BoJack Horseman’ ha sabido muy bien cómo traspasar los muros emocionales de los espectadores para conseguir una conexión irrepetible con sus personajes. Siempre lo ha hecho sin cargar demasiado las tintas, aunque siendo muy directa a través de los diálogos para que la herida que deja en los personajes -y por extensión en nosotros- sea aún más dolorosa. La cuestión es hasta qué punto uno puede caer más bajo y BoJack ya había decidido al final de la quinta temporada que era la hora de entrar en rehabilitación para reconducir su vida.
El primer episodio gira sobre todo alrededor de él, mostrando sus miedo e inseguridades, ya sea con el trato que da a la persona encarga de recibir a los nuevos pacientes, su relación con los compañeros en rehabilitación o el tratamiento que allí recibe. Por ello, los flashbacks pasan a ser más comunes de lo habitual en la serie para incidir en el origen de todos sus traumas. No es un proceso fácil y va expandiéndose a lo largo de los episodios, pero ahí Raphael Bob-Waksberg, creador y showrunner de la serie, sabe qué teclas tocar para que no se convierta en algo redundante.
Su gran baza es explorar también los problemas del resto de personajes, desde la dificultad para comprometerse de Diane para alcanzar la felicidad hasta el correcalles en el que convierte la vida de la Princess Carolyn tras adoptar a un bebé. En todo momento prima un halo de optimismo que estamos deseando que se contagie a la vida de los personajes, pero no podemos evitar pensar que algo va a suceder. Si llegan a ser felices tan rápido, ¿qué sentido tiene una segunda tanda de ocho episodios?
Esa es una idea que además va creciendo según avanzan los episodios, sobre todo cuando toca centrarse en Mr. Peanutbutter. Resulta curioso que se haga algo así, ya que siempre había sido la representación de la alegría, aunque muchas veces fuera a costa de negar sus problemas. La serie hace mucho que alcanzó su madurez y ahora ha llegado el momento de dar un cierre a la historia de los personajes que realmente se sienta como una despedida.
No basta con identificar el problema
Hay que ir aún más allá para demostrar si esa redención es posible o si no deja de ser otro de esos momentos en los que parece que sus vidas va a mejorar para recibir un golpe mucho más duro. Lo mismo sucede con la rehabilitación de BoJack, pues puede llegar un punto en el que ya no tenga más cosas que volcar y aún así no estar convencido de que hayas podido superarlo. Si ya es difícil identificar y reconocer el problema, encontrar la solución necesaria puede serlo todavía más.
Las grietas en esa felicidad efímera no tardan en ir apareciendo en los cinco primeros episodios que ya he podido ver, pero es algo que va surgiendo con naturalidad, como siempre en la serie. Además, ahí el toque más excéntrico que podía tener en diferentes ocasiones se deja de lado en beneficio de un enfoque más mundano. Ahora toca entrar de lleno en la raíz de los problemas de cada uno de ellos para ver si es posible solucionarlos o no.
No entendáis todo esto como que ‘BoJack Horseman’ ha dejado de lado su componente cómico más lúdico, ya que sigue estando ahí y te puede arrancar una sonrisa ya sea por un cartel que hay de fondo o por las aportaciones de algunos personajes. Todd ya tuvo lo suyo con sus problemas para reconocer su asexualidad, pero aquí vuelve a aportar esa energía optimista, entre lo despreocupado y lo delirante.
En resumidas cuentas
‘BoJack Horseman’ vuelve a demostrar una vez más que es una de las mejores series de televisión en antena. Ya conocemos los problemas de los personajes y en este comienzo del fin toca ver si es posible una redención para ellos. Puede que nosotros deseemos que así sea, pero no por ello tiene que ser necesariamente el caso.
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