Netflix lleva apenas unos años haciendo series de televisión, pero en ese tiempo ya ha sacado adelante obras tan alabadas como ‘House of Cards’, ‘Orange is the New Black’, ‘Daredevil’ o ‘Mindhunter’. Es cierto que no todas sus series merecen la pena, pero sí que ha conseguido una imagen que hace que la gente se interese más por ellas que por sus películas, donde esperemos que pronto se note una mayor apuesta por la calidad y no solamente por la cantidad.
Como es natural, cada uno tiene su serie favorita de Netflix, ya que una de las cosas que ha hecho muy bien la plataforma es sacar adelante propuestas para todos los gustos. Por mi parte, cada vez estoy más convencido de que ‘BoJack Horseman’ es lo mejor que ha salido de Netflix y en su quinta temporada ha confirmado que es una de las mejores series animadas de todos los tiempos. Y una orientada por completo al público adulto que no tiene miedo a abordar temas especialmente dolorosos.
Combinando la risa y la depresión con maestría
La inesperada genialidad para combinar drama y comedia ha sido siempre una de las señas de identidad de ‘BoJack Horseman’, jugando de forma constante con la idea de que su protagonista está dando un paso hacia la redención para luego hundirse cada vez más. Es un elemento que podía haberse vuelto repetitivo con facilidad pero a la hora de la verdad se ha convertido en un excelente hilo conductor para desarrollar tanto a BoJack como al resto de personajes habituales.
De hecho, esta quinta temporada ha dedicado capítulos a la práctica totalidad del resto de personajes principales -la asexualidad de Todd, cómo llego la Princesa Carolyn a ser lo que es desde sus humildes orígenes y su intento por adoptar un bebé o Diane sobrellevando su divorcio encontrado su lugar en el mundo a partir de sus raíces culturales-, consiguiendo un retrato más variado del universo de la serie y dando normalmente en la diana en todos los temas que trata -quizá esa parte en concreto que señalaba de Diane no funciona igual de bien que el resto, pero se compensa con creces con el resto de arcos del personaje-.
Sin embargo, BoJack sigue siendo el gran protagonista de la función, utilizándole tanto para entrar a hablar de temas de candente actualidad -en esta ocasión el auge del feminismo y las campañas contra aquellas obras o artistas que siguen incurriendo abiertamente en actitudes machistas- como para ahondar más y mejor en las bases sobre las que construyó el caballo en el que acabó convirtiéndose.
Al respecto es imprescindible destacar el sexto episodio por multitud de razones. La primera es por lo arriesgado que era hacer un capítulo centrado única y exclusivamente en el discurso que hace BoJack con motivo de un funeral. El intenso trabajo vocal de WIll Arnett dota al episodio de un exquisito dramatismo, pero es que la serie tampoco renuncia al sentido del humor y es probablemente la única que recuerde que te ha hundido anímicamente y al mismo tiempo consigue provocarte varias carcajadas, haciéndolo además de una forma natural con lo que conocemos de su protagonista.
‘BoJack Horseman’ es maravillosa
Y esa es otra de las grandezas de la serie, ya que en ningún momento te da la sensación de estar forzando nada, tanto cuando apuesta por lo cómico, sea a nivel personal o valiéndose del mundo del espectáculo para hacerlo de formas más o menos elaboradas -para lo de Laura Linney no se comieron mucho la cabeza pero incluso eso funciona-, como cuando lo dramático pasa a primer plano. Todo fluye y encaja con lo demás de una forma que prácticamente nadie más sería capaz de igualar.
Tampoco me olvido de los momentos en los que se vuelve al pasado de BoJack visto en anteriores temporadas para reforzar que el personaje, por muy bien presentado que esté, no es para nada un modelo a seguir. Un problema recurrente por parte de los amantes de algunas series de televisión que toman a protagonistas tóxicos como personajes a celebrar. Esta quinta temporada incide directamente en este punto, desnudando aún más las miserias del mismo y criticando de caso que las series puedan perpetuar su existencia.
Al final hay que tocar fondo para poder (intentar) recuperarse, pero el caso de BoJack es tan peculiar que cuesta dirimir en qué momento lo ha hecho porque siempre parece capaz de ir a peor por mucho que exista una determinación a mejorar. La quinta temporada poco menos que se despide dándonos a entender que el protagonista va a dar el paso necesario para dejar atrás su naturaleza nociva, pero algo me dice que BoJack aún puede hundirse más y que cierta llamada telefónica que hace en la quinta temporada puede acabar siendo el desencadenante de ello.
En definitiva, ‘BoJack Horseman’ es una auténtica maravilla que sigue evolucionando sin tener miedo a entrar en temas delicados y lo hace con una solvencia incuestionable, sabiendo manejar las emociones del espectador de forma asombrosa con un cóctel que fácilmente podría resultar indigesto. Ojalá tengamos muchas más temporadas de la serie si sus responsables siguen siendo capaces de seguir elevando el nivel. Incluso con mantenerlo me “conformaría”.
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