Los datos hablan: BBC había logrado con 'Bodyguard' su mejor estreno en años y todo un fenómeno. Una audiencia media de diez millones de espectadores con picos que superaban los once en su final, emitido el pasado mes de septiembre. Desde el especial navideño de 'Doctor Who' en 2008 no veían cifras igual.
Con estos datos y unas críticas tremendamente positivas, la llegada a España (via Netflix) de 'Bodyguard' vino precedida de un gran hype. Y, la verdad, una vez vistos sus seis episodios hay que decir que, desde luego, lo vale.
Richard Madden, a quien conocemos por ser Robb Stark en 'Juego de Tronos', es David Budd, un veterano de guerra que trabaja actualmente en la policía. Tras evitar un atentado terrorista en un tren -en lo que son los veinte minutos más magistralmente tensos que he visto este año- Budd será ascendido a ser escolta personal de Julia Montague (Keeley Hawes).
Montague es ministra de Interior del Reino Unido y, además, una de las voces más insistentes y polémicas con su visión en torno a la inmigración y, sobre todo, el terrorismo islámico... lo que la convierte en un objetivo tanto por los de fuera como por los de su mismo gobierno, al ver que se puede convertir en la próxima titular de Downing St.
Jed Mercurio, que ya nos trajo hace años la estupenda 'Line of Duty', crea una gran historia de conspiración con el acierto, a mi juicio, de no embarrullarla con un plano de traición emocional que eclipse la trama criminal. Y esto, a pesar, de cierto enredo romántico que decide imponer el guion. Enredo con el que la química entre los dos está tan bien trabajada y es tan evidente que de no producirse faltaría algo.
Por lo demás, tampoco abusa demasiado, aunque bastante hay, de los tropos de género. Sobre todo del "nadie es lo que parece" ya que desde el primer momento Mercurio diseña a sus personajes con toda una escala de grises que no nos permite precipitarnos en nuestras propias presunciones. Al igual que Budd, nosotros también empezamos a jugar en este misterio de quién está implicado y quién es la cabeza.
Circunstancia que, de hecho, Mercurio aprovecha para que estemos cada episodio intentando discernir qué está pasando en base a cada conversación y cada gesto de nuestros sospechosos. Claro, estos grises causan que ningún personaje te atraiga como persona. Ni siquiera los protagonistas son completamente accesibles.
Por lo que realmente 'Bodyguard' brilla es en su construcción de la tensión. Ya hablé al principio de esta crítica del comienzo del primer episodio y es que nos encontramos con una gran lección de cómo construir tensión y mantenerla en el tiempo. Personalmente no estaba tan con las uñas clavadas desde la escena de Brody en el búnker en la primera temporada de 'Homeland'.
'Bodyguard' es también una serie que intenta descifrar el panorama sociopolítico actual: el giro hacia la ultraderecha en los gobiernos occidentales, el terrorismo islámico y el nivel de vigilancia policial adecuado para detener posibles amenazas. La pena es que el análisis de Mercurio no llega, ni de lejos, a la que hizo David Hare en 'Collateral'.
Esta falta de análisis crítico resta algo de interés a 'Bodyguard' pero, aun así, la exitosa serie británica puede ser, perfectamente, uno de los thrillers de 2018. Seis horas de maravilloso drama policiaco que dejan huella.
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