Rodrigo Cortés contaba en su haber con apenas tres largometrajes hasta ahora. Debutó con la interesante pero fallida ‘Concursante’ en 2007, nos maravilló con ‘Buried’ tres años después y ya en 2012 estrenó ‘Luces rojas’, un truco de magia que iba perdiendo fuerza a medida que avanzaba su metraje.
Ahora es el turno de ‘Blackwood’, adaptación de la novela homónima de Lois Duncan que a priori parece más un encargo que un proyecto realmente personal por parte de Cortés. Eso no quita para esperar que lo tratase con mimo para intentar exprimir a fondo el material de partida y lo cierto es que todo arranca de forma hasta cierto punto estimulante, sobre todo tras la llegada a la misteriosa mansión, pero luego va perdiendo energía hasta llegar agonizante a su final.
Un seductor misterio
Uno de los puntos fuertes de ‘Blackwood’ es su capacidad para plantear un seductor misterio alrededor de lo que sucede en esa mansión a la que han llegado cinco peculiares alumnas. Tomando como base el personaje interpretado con soltura y convicción por AnaSophia Robb, Cortés saca sacar partido al algo estereotipado planteamiento del guion firmado por Chris Sparling y Mike Goldbach sobre su problemática existencia para hacerla extensible al resto de estudiantes.
De hecho, la película no arranca realmente hasta la llegada a esa mansión en la que pronto queda claro que algo sucede, tanto por ciertas limitaciones -pelín obvio lo de que haya una habitación a la que las alumnas no tengan permitido el acceso- como por la atmósfera que va creando Cortés. Ahí está una de las grandes fortalezas de ‘Blackwood’, ya que el director sabe jugar muy bien con los diferentes espacios de la casa para ir avivando progresivamente la sensación de suspense.
Es cierto que los avances de la historia se basan por regla normal en detalles demasiado obvios, lo cual hace que el espectador lo tenga bastante sencillo para adelantarse a lo que está por llegar. No hay nada de malo en plantear un camino y esquivar los giros sorpresa, pero al guion le falta más trabajo para enganchar al espectador sin recurrir a ello, confiándolo todo a la pericia de Cortés para la puesta en escena y la dirección de actores.
La decepcionante resolución de ‘Blackwood’
Y lo cierto es que el reparto cumple de forma satisfactoria siempre que tiene material al que hincar el diente, ya que no todos los personajes están realmente desarrollados. De hecho, Robb y Uma Thurman son los únicos con cierta profundidad. La primera esquiva muy bien los tópicos problemas familiares para erigirse como una protagonista a la que merece la pena y la segunda aborda con consistencia, incluyendo su acento, un personaje cuya naturaleza todos tardamos bien poco en olernos.
Y ahí está el problema que va acrecentándose a medida que ‘Blackwood’ va mostrando sus cartas: su incapacidad para ofrecer algo realmente estimulante más allá de la apariencia. Incluso a Cortés se le va un poco de las manos el trabajo de dirección en términos visuales durante una traca final en la que se busca un dramatismo que nunca se llega a conseguir. Obvia y fallida, mala combinación.
En definitiva, ‘Blackwood’ promete bastante más de lo que realmente nos acaba dando. Destaca el trabajo de Cortés tras las cámaras, el notable trabajo de diseño de producción y el buen hacer de Robb y Thurman, pero a cambio el guion no está a la altura de las circunstancias, convirtiéndose en una losa que nunca llega a destruir del todo la película, pero sí le impide alzarse en sus mejores momentos y la hunde todavía más en su decepcionante tramo final.
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