Es uno de esos fenómenos tapados de Netflix, de esas series de las que nadie parece estar hablando, pero que, a diferencia de otras como ‘Cristal Oscuro: La Era de la Resistencia’ o ‘Esta mierda me supera’, que generaron conversación y admiración, no ha tenido problemas para renovarse. Quizá porque no parece una serie excesivamente cara, la primera temporada de ‘Black Summer’ apareció en la plataforma como un spin-off de ‘Z-Nation’, a priori una propuesta menor.
Sin embargo, además de no compartir el tono de comedia de terror trash de ese show de zombies, ni siquiera coincide en su propuesta estilística, y puede ser lo más elegante y funcional que haya salido de la factoría Asylum. Pero antes de salir corriendo por pronunciar ese nombre, hay que considerar que el artífice de todo es John Hyams, un cineasta que ha ido creciendo y definiendo un estilo físico que ha dado un giro con su notable ‘Alone’ (2020) y que en la segunda temporada de ‘Black Summer’ ha perfeccionado su fisicidad audiovisual latente.
Diferente, haciendo todo más simple.
Es importante destacar la dirección de la serie porque es el elemento que define y diferencia su propuesta de otras de zombies o de cualquier tipo de postapocalipsis fantásticos. Tras ‘The Walking Dead’ y sus diversos spin-offs, ‘Kingdom’ o películas como ‘Un lugar tranquilo 2’ (2021) o incluso ‘The Stand’ (2021) de Stephen King, no parece haber ya sitio para una nueva oferta de humanidades devastadas y hombres siendo lobos para el hombre. Sin embargo, Hyams se las ha arreglado para ofrecer algo fresco sin realmente hacer nada nuevo.
‘Black Summer’ no tiene un argumento novedoso dentro de las historias de muertos vivientes, la sociedad comienza a colapsarse y el mundo se convierte en un lugar sin reglas, peligroso e impredecible. Todos nos sabemos las fases por las que pasa: búsqueda de refugio, lucha con otros supervivientes por los recursos y ataques de redivivos de cuando en cuando. Normalmente hay muchos momentos de charla delante de la hoguera, dramas sobre el pasado de los personajes y episodios de relleno, pero eso no ocurre aquí.
En la serie de Netflix no hay relleno porque no va trata de nada en particular. Somos observadores de un grupo de supervivientes huyendo a ninguna parte y esto puede hacerse cuesta arriba en una época en la que dependemos y exigimos grandes tramas y arcos de temporada, pero lo que propone es vivir cada episodio como una experiencia, normalmente alrededor de un pequeño evento o lugar al que los protagonistas llegan de alguna forma. Hay muchas historias paralelas, pequeños capítulos, microlapsos de eventos que son píldoras de acción y terror.
Corre, corre que te pillo
En cierta forma, ‘Black Summer’ no deja de ser una extensión de lo que propuso George A. Romero en ‘El diario de los muertos’ (Diary of the Dead, 2007) en la que el creador del cotarro innovó con un punto de vista grabado por los protagonistas que llevaba a diferentes cápsulas episódicas a modo de Road movie dando una nueva perspectiva más presencial al colapso. La gran diferencia es que en la serie el que tiene la cámara en mano no es ningún personaje, pero la textura inmediata es la misma, con algunos planos secuencia que parecen reformulaciones de uno de los mejores momentos de la de Romero.
La idea es que esta forma de presentar la ficción define todo lo que sucede ya que el concepto es el de meternos en la piel de los supervivientes, a menudo reduciéndose su periplo a correr, correr y correr delante de zombies cabreadísimos, conformando la persecución como el lenguaje cinematográfico predilecto de la serie, no difiriendo mucho a un videojuego cuando se meten en casa y edificios desconocidos y llenos de recovecos, sombras, pasillos largos y ángulos muertos. Por ello nunca se hace pesado acompañar a los personajes, aunque la desventaja es que no es recomendable un binge watching porque la fórmula también puede empachar.
La temporada 2 mejora y perfecciona todos los hallazgos de la primera, logrando una gran experiencia survival de pura tensión, que no escatima en violencia y en donde las reglas asentadas ya no son un impedimento narrativo sobre lo que pretende. El ambiente nevado recuerda al de ciertos westerns bajo cero y su falta de complicaciones acaba acercándola a dicho género en no pocas ocasiones, como ese asalto del episodio 4, que viene a ser un clímax de cualquier tiroteo de los grandes duelos clásicos a lo ‘Río Bravo’ (1959) durante 35 minutos.
Una dirección férrea
Incluso episodios como el quinto, casi una aventura minimalista de náufragos, acaba tomando forma de viejo relato del oeste en el que viejas rencillas afloran en un escenario virgen para una humanidad en reconstrucción. ‘Black Summer’ se permite dejar de seguir a sus protagonistas durante un episodio completo porque tiene algo de relato coral, una visión general de gente tratando de sobrevivir en el que no se duda ni se hace melodrama cuando hay que llevarse a alguien por delante.
La curva de aprendizaje en salvajismo de los protagonistas tiene una pendiente muy elevada y es que la serie no pierde el tiempo en reflexión porque seguro que hay algún zombie acercándose o algún grupo de supervivientes tratando de engañarte para quedarse con tus provisiones. No hay una visión de la humanidad más negra, pero tampoco se detiene a recrearse en esa oscuridad, porque la muerte viene detrás. Cuanto podrían aprender otros carísimos estrenos recientes del mismo género en la plataforma.
A diferencia de otras series, no hay una gran cantidad de zombies en masa, sin embargo cuando uno aparece, el episodio te mantiene clavado a la silla y no se permite un solo momento aburrido. La atmósfera sombría, los tonos grises y lavados juegan de parte del tono desangelado de su mundo, un escenario de carreras enloquecidas, acción sin descanso, pura diversión con una puesta en escena brillante que logra con voluntad lo que otros racanean, a base de coreografías caóticas y tensas que requieren una dirección confidente. Si es tan fácil hacer lo que hace ‘Black Summer’ ¿Por qué parece la única que lo consigue?
Ver 13 comentarios