Se ha estrenado en Movistar+ un extraordinario thriller de suspense, tan oscuro que llega a ser perturbador, sobre la investigación de una caja negra de un misterioso accidente aéreo que retoma el gran cine de conspiranoia y grabaciones con misterio como ‘Impacto’ (Blow Out, 1981) de Brian de Palma o ‘La conversación’ (The Conversation, 1974) de Francis Ford Coppola, solo que en el improbable mundo de los audios recuperados en aviones siniestrados.
Si alguna vez ha tenido la duda de qué contienen las cajas negras de los aviones y por qué estas son tan importantes para determinar las circunstancias que llevan al desastre, esta es su película. La historia trata sobre Mathieu (Pierre Niney), un joven analista de caja negra encargado de examinar los restos registrados de un trágico accidente en el que murieron 300 pasajeros en lo que parece ser un ataque terrorista a bordo de un avión nuevo, pero cuando las razones que sugiere el registro no acaban de cuadrar con la hipótesis empiezan los problemas.
A esto se suma que un colega senior (Olivier Rabourdin) ha desaparecido misteriosamente tras encargarle el trabajo, lo que genera a Mathieu una obsesión por descubrir la verdad mientras lidia con una solicitud para limpiar rápidamente las inconsistencias del caso por parte de su supervisor incondicional (André Dussollier), las largas de un ejecutivo de una aerolínea cercana (Sébastien Pouderoux), y la presión adicional de su propia socia, Noemie (Lou de Laâge), responsable de certificar los aviones, incluido el del vuelo en cuestión.
El desarrollo maneja varias claves de la película de De Palma, pero ‘Black Box’ se sumerge en los entresijos corporativos de las empresas de accidentes en grandes alturas, en lugar de automovilísticos. En vez de Travolta, aquí Niney, el actor que interpretó a Yves Saint Laurent, se muestra como un trabajador estirado, casi al borde del autismo, en la Oficina de Investigación y Análisis, tan intenso y obsesivo que es casi intratable. Mathieu quería ser piloto, pero su vista le truncó esa carrera.
Una verdad inconveniente
Por ello, trata de compensar en exceso siendo mejor en su trabajo, algo que nadie necesita que sea, como en todos los puestos que pueden destapar verdades inconvenientes, especialmente para el jefe de BEA (André Dussollier), más bien reticente a airear los problemas de un accidente de una aerolínea comercial. El dilema es que si realmente fue un ataque terrorista, podría llevar a una guerra, pese a que la explicación es más conveniente para los intereses corporativos que demostrar un mal funcionamiento del instrumento.
‘Black Box’ convierte los pasos y procesos para llevar a cabo una autopsia de archivos de audio en algo apasionante, mostrando las menudencias para entender cómo unos sonidos sin contexto pueden contener la clave para muchas situaciones e información pertinente, aunque en última instancia, es un ser humano el que debe llegar a una conclusión. Pero la película realmente se pone apasionante cuando su jefe desaparece y él comienza a husmear en su propio tiempo libre.
Todo apunta a que hay pilotos que no reciben la capacitación que necesitan para usar el nuevo sistema de vuelo automático, lo que parece haber sido sacado directamente del caso real de los aviones 737 MAX de Boeing, que quedaron en tierra tras dos accidentes de alto perfil: el vuelo 610 de Lion Air y el vuelo 302 de Ethiopian Airlines, que se puede seguir en el documental de Netflix ‘Caída en picado: el caso contra Boeing’ (Downfall: The Case Against Boeing,2022), pero el de la película es aún más aterrador, ya que la política interna de la aviación agrega una capa adicional de suspense.
Un misterio muy siniestro
Hay razones legales y políticas por las que caso reales de conspiraciones como ‘Silkwood’ no son tan frecuentes hoy en día, pero hay una presión corporativa palpable y asfixiante que resulta demasiado creíble como para tomarlo como algo completamente ficcional. Sin embargo, gracias a la distancia, la película disfruta de un cuidado formal extraordinario, con una fotografía empapada de negros puros y tonos fríos que se van cerrando sobre el protagonista desde su impresionante plano secuencia inicial hasta las tinieblas amenazantes de su tramo final.
El diseño de sonido de la grabación crucial de la caja negra también se establece de forma muy potente y distintiva para impulsar la narrativa en su totalidad, que recuerda a ‘El escritor ’ (The Ghost Writer, 2010) de Roman Polanski en su capacidad de hacer desaparecer la amenaza y hacerla intangible, omnipresente y peligrosa. Uno piensa en el poder que pueden tener las grandes compañías que manejan millones y rápidamente discurrir en que no es algo impensable.
‘Black Box’ es un fascinante descenso a la madriguera de conejo rodada con un tono opresivo y una puesta en escena aséptica y oscura, que va intoxicado su misterio con un peligro invisible alrededor de la tecnología que acariciaría la ciencia ficción... si no fuera ya posible hoy. Su desarrollo absorbe gracias a un desarrollo de "sigue las pistas" que se distingue de otras películas de impostura corporativa o política gracias a un tono claustrofóbico, incluso con algunas fugas al horror psicológico, que consigue convertir el mundo de las aerolíneas en algo siniestro.
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