'Bitelchús Bitelchús' es el verdadero regreso del mejor Tim Burton. Una divertidísima comedia macabra llena de terror chiflado y nostalgia bien entendida

Michael Keaton, Winona Ryder, y Catherine O'Hara retoman sus papeles junto a nuevos fichajes como Jenna Ortega

La esperada secuela del clásico de culto de Tim Burton ‘Bitelchús’ ha llegado trayendo consigo una mezcla de nostalgia e ideas nuevas bajo el título de 'Bitelchús Bitelchús’ (2024), en la que el director resucita el espíritu gamberro de la original a la vez que introduce a una nueva generación en el peculiar encanto del bio-exorcista más infame del más allá, trayéndose consigo al equipo de ‘Miércoles’, con los que parece haber hecho buenas migas.

La secuela continúa la historia 36 años después de los hechos de la original, a partir de un guion elaborado por Alfred Gough y Miles Millar, sobre una historia del dúo junto a Seth Grahame-Smith. Ha tenido el honor de inaugurar la 81ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia antes del estreno oficial el 6 de septiembre de 2024. La premisa de la secuela gira en torno a la familia Deetz, que regresa a Winter River tras una tragedia familiar y tiene la capacidad para mantener el espíritu de la original al tiempo que amplía el universo con nuevos personajes y argumentos.

Lydia, la adolescente gótica que estuvo a punto de casarse con el demonio blanquinegro, es ahora madre de una adolescente rebelde llamada Astrid, junto a la que descubre una misteriosa maqueta en el desván de la antigua casa familiar, lo que llevará a la apertura accidental del portal al más allá que facilita el regreso de Bitelchús y las consiguientes penurias sobrenaturales para vivos y muertos. Lo primero que sorprende del inesperado regreso es su tono de comedia de terror sin ataduras, fruto de la imaginación de un Burton plenamente en forma y de vuelta a su lado más chiflado y macabro.

Tres décadas ¿Para qué? para hacer chistes de partos y tripas

Cuenta con el regreso de Michael Keaton junto a Winona Ryder como Lydia Deetz y Catherine O'Hara como Delia Deetz. Puede que el mayor valor la película sea ese regreso de los personajes principales, rompiendo la tendencia de las "legacy sequels" que siempre suelen prestar más atención a los nuevos personajes, cuando no humillan a los de la generación previa, como pasó en la impresentable ‘El Exorcista: Creyente’. Afortunadamente, esta va sobre Lydia y su historia personal con el demonio.

Por lo general, Burton logra una secuela en el sentido más académico, ofreciendo lo mismo de la anterior con toneladas de nuevas variaciones sobre la misma idea, pero eso sí, que en un mismo año dos de estos de clásicos de los 80 con fantasmas, sí ‘Cazafantasmas: Imperio helado’, hablamos de ti, tengan dos subtramas absolutamente idénticas es pasmoso. O se han filtrado guiones, o hay una plantilla para este tipo de proyectos en Hollywood que cada uno adapta a su franquicia.

Afortunadamente esta no es tanto un viaje a los 80 como un “aquí estoy yo” de Burton que sabe mirar al pasado sin perder el aguijón para la buena comedia negra, saltándose algunas normas de la clasificación PG-13 por su contenido “violento, imágenes macabras y sangrientas, lenguaje fuerte, algo de material sugerente y breve consumo de drogas”. El sistema ha cambiado desde que se hizo la original, pero si aquella era para todos los públicos (acompañados) esta tiene algunas muertes brutales de fantasmas en el más allá, a cada cual más ingeniosa.

Pesadilla en Halloween antes del otoño

Señoras de los gatos a medio comer, víctimas de tiburones, quemados… la cantidad de habitantes del inframundo con “sorpresa” dobla a los ejemplos de la original, con lo que la frescura de la nueva aproximación muestra el lado más chiflado del director desdeFrankenweenie’, de la que recupera el stop motion en algunos flashbacks geniales, e incluso en la aparición de las lombrices de arena, justo en el año en el que se ha estrenado ‘Dune: parte 2’. La aparición final de una de ellas incluso hace pensar que Burton ha leído el relato ‘Jerusalem’s Lot’ de Stephen King.

Pero es que además tenemos un torrente de gags, algunos con gore, e incluso homenajes directos a Mario Bava. La historia del protagonista se narra en italiano y en blanco y negro, como si hubiera salido de ‘La máscara del demonio’, que ya había homenajeado el autor en ‘Sleepy Hollow’, por cierto, una correlación indisoluble con la presencia de Monica Belucci, pareja del director, que convierte aquí en una figura gótica absoluta, mezcla de la novia de Frankenstein, la novia cadáver y Morticia Addams (o Lily Munster).

También se referencia, por cierto, que Lydia rompió aguas en una proyección de ‘Operazione Paura’, lo que crea un aura gótica indisoluble en su hija, el nuevo icono adolescente rebelde Jenna Ortega, aunque la película lo pasa mal para separar a su personaje de ‘Miércoles’, de donde la película bebe en tono, actitud e incluso en una puesta en escena demasiado televisiva, si no contamos con las obvias similitudes de una trama concebida por los mismos artífices de la serie de Netflix.

Un carnaval de chistes tontos y complicidad

Pero en realidad, el argumento en sí acaba dando un poco igual. La expresión "no se toma en serio a sí misma" debería redefinirse tras el festival de chorradas contagiosas y humor tontorrón que despliega ‘Bitelchús, Bitelchús’, una celebración en pantalla que huele a reunión de viejos amigos sin más pretensiones que pasárselo en grande, untarse de látex, sangre falsa y pegarse con muñecos con un diseño de arte de colores saturados y luces tenebrosas envueltas en niebla y ramas de árboles retorcidos.

Hay gags que parecen replicar ‘Estoy Vivo’, vía sueños de ‘La mosca’, e incluso hay diseños que parecen salidos de ‘Braindead’ de Peter Jackson, todo es una apertura de Burton a sus mayores fijaciones en la que puede ser su última oportunidad de jugar con sus muñecos y mundos expresionistas, distorsionados y absurdos, en los que igual te aparece Danny DeVito que una fiesta blacksploitation zombie salida de ‘Sugar Hill’. Su mejor baza es que puede pasar cualquier cosa.

No está muy allá la dirección, tendente en demasía hacia su comodidad estática de Netflix, la textura sin matices de los interiores con cámaras demasiado nítidas y otros problemas del primer mundo de estrenos de grandes mutinacionales, pero el cómputo es más que positivo, alegre, un poco suicida y sin el más mínimo código para entrar mejor a generaciones cinéfilas. Puede que ‘Bitelchús Bitelchús’ sea innecesaria, pero hace el papel de bálsamo para los escépticos del trabajo del director, que tenía todo para haber hecho esto con su ‘Dark Shadows’ y que parece recuperar su vena más majareta y soltarse sin miedo a ser absurdo. Quizá por ello cuando aparecen los títulos de crédito podemos salir de la sala con una gran sonrisa.

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