Hace unos días se habló mucho de ‘Better Call Saul’ porque Guillermo del Toro comentó que le gustaba más que ‘Breaking Bad’. Una afirmación muy llamativa que al menos sirvió para que la serie protagonizada por Bob Odenkirk recibiese una atención muy merecida, pues yo no creo que llegue a superar a las “aventuras” de Walter White, pero la transformación de Jimmy McGill en Saul Goodman está resultando un viaje mucho más apasionante de lo que nunca esperé.
A priori podía parecer una propuesta innecesaria para intentar estirar más el éxito de ‘Breaking Bad’, pero ’Better Call Saul’ tardó muy poco en encontrar su voz y en aprovechar todo lo que sus responsables habían aprendido ya con Walter White y compañía. El resultado de ello ha sido una serie cocinada a fuego lento pero que nunca jamás bajaba de unos mínimos que otros títulos apenas rozan en sus mejores días y ahora ha vuelto a demostrarlo con su magnífico final de cuarta temporada.
Jimmy ya es Saul
Jimmy ya había mostrado rastros de Saul desde el comienzo de la serie, pero siempre habíamos visto en él una humanidad más o menos marcada que nos hacía apoyarle y esperar que todo saliera bien aunque sabíamos muy bien en lo que iba a convertirse. Ese deterioro moral ha ido mostrando progresivamente y la muerte de Chuck fue primero un shock pero más tarde ha acabado derivando en que parece que simplemente ha perdido cualquier noción de qué es malo y qué bueno.
Él mismo ha ido potenciando esa faceta, pero tanto Kim, el gran eje moral de la serie, y por extensión de Jimmy, -aunque algo corrompido por la influencia de Jimmy en el tramo final de la cuarta temporada-, como nosotros creíamos que se pudiera orientar para hacer el bien. La escena en el autobús de ‘Coushatta’ incidía momentáneamente en lo simpático de sus actividades ilícitas, yendo a más con el teatro que monta para convencer a la fiscal, pero es una pequeña luz antes de la llegada de la oscuridad.
Posteriormente hemos visto cómo Jimmy se desesperaba al serle rechazada una nueva oportunidad laboral y al ver cómo HHM rechazaba dar una beca a una joven con la que se sentía identificado. Quizá sería injusto decir que ese es el momento en el que explota, pero el extraordinario trabajo de Odenkirk para exteriorizar todas sus frustraciones a modo de consejo para ella deja claro que él mismo se ha cansado de ver visto como una persona y un abogado inferior.
Eso nos lleva al maravilloso final de ‘Winner’, en el cual Saul nos convence a todos -también es que queremos que lo haga- de que la ausencia de Chuck al fin le ha afectado y que todavía hay esperanza para él para darnos la estocada definitiva al anunciar no solamente que era todo un teatro -debimos verlo venir siendo él-, sino que va a dejar atrás el apellido McGill para ejercer como Saul Goodman. Si esto hubiese sido el final de la serie, tampoco me habría quejado. Así de bien funciona.
La decisión de Mike
Es verdad que tener esos elementos que unían aún más a ‘Better Call Saul’ con ‘Breaking Bad’ era estimulante, pero confieso que todo lo ajeno a Jimmy casi siempre me interesa algo menos. Esa distancia se había estrechado notablemente en esta cuarta temporada, en gran parte por el vínculo que se iba estableciendo entre Mike y Werner, algo que el segundo echa a perder hasta tal punto que matarle se convierte en la única opción viable para Fring.
Todo lo que viene antes está perfectamente atado para marcar el camino a seguir -Fring pronto tendrá que lidiar con las sospechas de los Salamanca-, pero la secuencia que acaba con la ejecución de Werner es una maravilla en todos los aspectos, un acto de madurez suprema por parte de la serie. Ya no es tanto que hayan conseguido que la reacción de Werner aceptando su destino resulte natural, pues además el trabajo de puesta en escena resulta fundamental.
Igual me excedo calificando ese momento de dolorosa poesía visual, pero hasta ese punto quedé satisfecho con el resultado. Por otro lado, me llamó mucho la atención la llamada de teléfono para salvar a su esposa, pues por un momento vi trazas de Walter White en Werner, lo único que eran fingidas, lo cual aumentó el efecto dramático de lo que llegó instantes después cuando se acercó a ver un poco mejor las estrellas. Sin palabras.
¿Ha tocado techo ‘Better Call Saul’?
La duda que me queda ahora es hasta qué punto lo que esté por venir en ‘Better Call Saul’ vaya a seguir siendo la serie y no se aumente de forma ya demasiado grande su naturaleza de precuela de ‘Breaking Bad’. Lo que sí me queda claro es que la relación con Kim va a quedar muy afectada tras lo visto al final de la cuarta temporada y ahí es donde la transformación en Saul Goodman tiene que alcanzar su máximo esplendor y cambiar la unión entre ambos personajes para siempre.
Por lo demás, ‘Better Call Saul’ ha cerrado por todo lo alto una temporada que me ha mantenido enganchado en todo momento sin renunciar a las características vitales de la serie. Eso sí, ojalá sepa encontrar ese paso adelante necesario para llegar a superar a ‘Breaking Bad’, que la serie liderada por Bryan Cranston tuvo sus problemas de entrada pero luego creció a un nivel al que apenas han llegado un puñado de series. A la que ahora nos ocupa solamente le falta ya el último empujón.
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