Nosotros hemos tenido que acostumbrarnos a entender el acento de Nueva York, que se acostumbren ellos al nuestro. (John Michael McDonagh)
Ayer, en lugar de asistir al pase de 'Cave of Forgotten Dreams' de Werner Herzog, que he podido ver esta tarde (hay varios pases de cada film, y no tienes que perderte ninguno, no es como en Sitges), preferí ver 'The Guard', una comedia criminal irlandesa incluida en la sección Panorama especial. Aparte de que ya había visto dos películas en 3D ('Tales of the Night' y 'Pina') y no me apetecía nada ver otra, estaba prevista para la rueda de prensa de 'The Guard' (2011) la presencia de dos de sus protagonistas, Brendan Gleeson y Mark Strong. Lamentablemente, el segundo no llegó a tiempo, lo que empañó bastante la presentación del film, a la que apenas asistimos una veintena de medios acreditados. Fue incómodo ver tantas sillas vacías delante de un gran actor como Gleeson, que no obstante demostró mucho sentido del humor.
'El irlandés', poli de pueblo
La primera secuencia de 'The Guard', ópera prima de John Michael McDonagh, nos muestra a unos chicos borrachos y drogados en un coche rojo que va a mil por hora; el vehículo pasa por delante de un agente de policía, pierde el control y se estrella. El agente se toma su tiempo en mirar qué ha ocurrido, y cuando lo hace se le nota aburrido, adormilado. Están todos muertos, el coche destrozado. Inspecciona, revisa los bolsillos de uno de los muchachos y encuentra una bolsita con pastillas. Se toma una, se queda mirando al horizonte, y dice: "Qué jodido día tan bueno". Toda la película sigue el estilo de este "prólogo", gente corriente, violencia y un peculiar sentido del humor. Se asemeja a títulos como 'Pulp Fiction' o 'Escondidos en Brujas' ('In Bruges'; también con Gleeson y dirigida por el hermano de McDonagh), pero falta imaginación en la puesta en escena y la mayoría de las conversaciones son similares, con un personaje diciendo una tontería o una burrada y otro quedando sorprendido o indignado.
De esta manera, la primera parte del film resulta muy divertida, tiene algunos momentos desternillantes, con unos torpes policías de pueblo y ese tipo de matones charlatanes que puso de moda Tarantino, pero conforme avanza 'The Guard' se va haciendo repetitiva y tópica. Se produce un asesinato y llega un agente del FBI para ayudar en la investigación, pero van pasando los minutos y llega a importar poco si atrapan o no a los responsables (pues hay tres sospechosos), resolviéndose todo en un fallido clímax, una torpe secuencia de acción con música de spaghetti western. Aun así, siempre nos podemos quedar con el reparto, que es una garantía. Brendan Gleeson (como un policía que recuerda a Torrente), Don Cheadle (el típico compañero estricto y poco bromista), Mark Strong y Liam Cunningham (como dos de los malos), entre otros, consiguen sostener un relato basado en situaciones que ya hemos visto antes mejor resueltas, con la diferencia del marcado acento irlandés (algo difícil de entender al principio). Recomendable para los que adoren las historias de humor negro.
Rueda de prensa con Gleeson y McDonagh
Como dije, la presentación de 'The Guard' resultó algo triste. Strong no apareció, había pocos periodistas/cronistas en la sala, que además se iban marchando poco a poco, y para empeorar las cosas, parecía que los invitados no tenían demasiadas ganas de hablar. Para empeorarlo, McDonagh respondía con frases muy cortas y rápidas, a veces ni acercándose al micrófono, como si le diera igual si le entendían o no. Eso sí, a diferencia de la inmensa mayoría de profesionales del cine, el hombre fue directo y sincero. Le preguntaron por qué, tras dedicarse a escribir, se había decidido a dirigir una película, y su respuesta fue: "Cuando me jodieron el guion de 'Ned Kelly', me dije que sería director, así nadie más volvería a joderme un guion". Gregor Jordan dirigió esa película.
Según reveló, el largometraje nace de mezclar al protagonista de un corto anterior con un caso real de tráfico de drogas. Dice que no investigó, porque "preguntamos a dos tipos y nos dieron respuestas diferentes, así que pensamos que sería inútil". En cuanto a las conversaciones (por ejemplo, hay una escena en la que los gángsters se ponen a hablar de literatura), McDonagh explicó que "un matón no tiene por qué ser idiota", y que quería hacerlas peculiares porque está harto de ver películas donde dicen cosas aburridas, como a dónde van o si llueve. Sobre el reparto, aclaró que no cree en elegir a los mejores, sino con los que sentirse cómodo.
A Gleeson le preguntaron por los comentarios racistas de su personaje, y éste aclaró que no lo es, que solo está probando los límites de quienes están a su alrededor, de los cínicos que defienden lo políticamente correcto; "Tiene un grado de niñez, de inocencia, como cuando dice que adora a Goofy, pero es más listo de lo que la gente cree". En cuanto a su interpretación, dijo que una vez alguien le dijo que no tenía que expresarlo todo durante todo el tiempo, "así que tengo mi cara de poker"; también defendió los ensayos, "lo encuentro perfecto, porque cuando lees antes de rodar, te das cuenta cómo debes decir las frases, te tiras sin miedo del trampolín". No hubo que improvisar nada, pero el actor dijo que, a diferencia de lo que se suele pensar, eso le resulta "liberador".
'El premio', aburridos recuerdos
Tenía pendiente hablaros de 'El premio' (o 'The Prize', 2011), uno de los dieciséis títulos que compiten por el Oso de Oro; se proyectó para la prensa el pasado viernes, antes de 'Margin Call'. Es una coproducción de cuatro países (México, Francia, Polonia y Alemania) escrita y dirigida por Paula Markovitch, que debuta en el cine. La historia de la película es la de su infancia, cuando tuvo que ocultarse junto a su madre durante la dictadura de los años 70. Casi dos largas horas ha necesitado Markovitch para narrar una parte de su vida que es tremendamente aburrida. Apenas sucede nada en todo el film, todo se resume en la siniestra, hostil, atmósfera de la playa donde viven la madre y la hija, huyendo del ejército, y en ver a la segunda jugando con sus amigos o un perro. El hecho más relevante es un concurso de redacción escolar promovido por los militares, que es a lo que se refiere el título.
'El premio' comienza con una lenta panorámica en la que vemos a lo lejos a la pequeña Cecilia, caminando por la playa con patines. No sé cuánto dura el plano, pero la vemos aparecer por la derecha y la perdemos de vista por la izquierda, sin aligerar el paso en ningún momento (al revés, va más lenta porque intenta patinar en la orilla). No sé por qué cree Markovitch que necesitamos ver a su alter ego hacer eso. Hay muchas escenas así, que duran demasiado para su escaso o nulo contenido, y otras las tenemos que ver varias veces, como cuando Cecilia, sola o en compañía, juega rodando por unas dunas. Es esa clase de cine de autor que se basa en narrar experiencias o ideas, sin cuidar la realización o el guion. Lo mejor, sin duda, la magnífica dirección de los chavales, y es que al parecer, Markovitch se dedica a la enseñanza y debe entenderlos muy bien. En especial, sobresale la interpretación de Paula Galinelli Hertzog como Cecilia, aportando espontaneidad, vida y energía a una película gris, intrascendente.
JL Caviaro, 14 de febrero, Berlín.
Ver 9 comentarios