Eduardo Verástegui protagoniza y produce ‘Bella’ (2006), un film escrito y dirigido por Alejandro Gómez Monteverde (‘Waiting for Trains’). Tammy Blanchard es la protagonista femenina. Se estrena mañana, 7 de noviembre, después de convertirse en éxito de taquilla y de recibir innúmeros premios por diferentes festivales.
Cuando Nina (Blanchard) es despedida del restaurante en el que trabaja como camarera, Jose (Verástegui), chef del local y hermano del dueño, sale tras ella para consolarla. Ella le cuenta que está embarazada y que por eso ha faltado tanto al trabajo.
Se trata de una película sencilla de factura: tiene la frescura de un rodaje naturalista, a primera toma, con conversaciones aparentemente cotidianas. Esto está rodado con acierto y la interacción entre los intérpretes se consigue.
Sin embargo, se pierde el realismo cuando los hechos se presentan sumamente forzados por guión para que vayan en la dirección deseada: el encuentro entre los dos protagonistas debería ser fortuito, pero no es así. Es decir, que Jose salga tras Nina no se explica salvo por el motivo de que es necesario para que la historia continúe. Él, sin ser responsable de su situación y sin tener una especial amistad con ella, arriesga su empleo para acompañarla durante un día sin rumbo concreto y sin tener aparentemente ninguna solución que ofrecerle. Si él supiese que con ese día le hace un gran favor, se entendería que lo que le motiva es su enorme bondad y generosidad, pero en un principio no tiene nada pensado. De hecho, el tag-line de la película habla de lo que puede cambiar todo por un encuentro casual de un día… pero aquí no hay nada casual.
La teórica naturalidad también desaparece cuando se mezcla con recursos muy convencionales, como flashbacks introducidos para explicar de la motivación del protagonista, que responde a los mayores tópicos psicológicos: SPOILER como él se siente culpable por haber atropellado a una niña, adopta otra. Si no hubiese atropellado a nadie, se podría considerar un héroe por adoptar a la niña, pero si sólo lo hace para aplacar su conciencia, está siendo egoísta. No me parece mal a mí moralmente, únicamente digo que la intención de los autores de presentar a un héroe se incumple cuando él tiene motivos muy personales para hacer el bien. FIN DEL SPOILER.
Por desgracia, tuve que ver una copia doblada. No es que vaya a hablar mal de los doblajes en general, pero a esta película en concreto no le sienta bien por dos motivos. El primero es que el tono de doblaje resulta muy adecuado para los films que vemos más habitualmente, pero para algo que se podría decir, salvando las distancias, rohmeriano, con aspecto improvisado, natural, etc… el doblaje suena artificial y chirriante. El segundo motivo es aún peor: existen en numerosos momentos conversaciones en las que un personaje habla español y otro inglés. El que habla inglés –Tammy Blanchard— no entiende lo que le dice el que habla español y pone unas caras de extrañeza muy exageradas. Si esas caras se ven en alguien que está escuchando frases en su propio idioma, el ridículo es total. Aquí se debería haber buscado alguna solución.
Por este doblaje no puedo evaluar con toda la certeza con la que me gustaría las interpretaciones de los actores. A pesar de ello, da la impresión de que están muy bien. Blanchard —que en algunos gestos me recordaba a Hilary Swank— quizá es demasiado lastimera y su pasividad ante todas las situaciones hace que perdamos la identificación con su situación. El que tenga que ser él quien le arregle la vida en todos los sentidos hace que el personaje de ella se convierta en casi un objeto. Verástegui hace un gran papel y se aleja de la imagen de guaperas que por lógica debería tener para ser algo más. En este sentido, se nota que hay más trabajo del personaje por parte del intérprete que trabajo de dirección de actores por parte del director. Y tampoco es el guión lo que le ha facilitado el trabajo a Verástegui: en ninguno de los dos personajes se aprecia una profundización psicológica bien hecha, que debería ser el valor de un film de conversaciones como éste.
A pesar de los intentos de alcanzar el realismo, la responsabilidad de ‘Bella’ pesa tanto por culpa de las intenciones de sus creadores que esa sencillez desaparece, aunque sea conceptualmente. Si se ha producido no era por ganas de contar esa historia, sino al revés: porque sus creadores se querían dar dos mensajes –reivindicar la figura de los latinos en EE. UU. y dar una alternativa al aborto— y la historia surgió después. Por ello, desconfíen muy mucho de opiniones que puedan escuchar sobre el film porque estarán teñidas de este tipo de convicciones y no les hablarán de la calidad de ‘Bella’ como película.
Tras todo esto, la conclusión sería que si Monteverde se centrase más en hacer cine que en lanzar proclamas, podría ser un buen cineasta, ya que el estilo de la película está logrado y el resultado es muy solvente para el poco tiempo de rodaje con el que contó. De la misma forma, si se consigue ver el film ignorando todo lo que acarrea, el visionado puede ser agradable y se puede salir de la sala con una sensación positiva acerca de lo que se ha visto.
Más información en Blogdecine sobre ‘Bella’ y sobre Eduardo Verástegui.
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