‘Beau tiene miedo’ (Beau is afraid) es la nueva película de Ari Aster, el director amado y odiado por sus películas de terror ‘Hereditary’ y Midsommar’, una odisea psicológica que ha vivido un tortuoso proceso de montaje hasta llegar a la duración actual de tres horas, tras un tira y afloja de A24 con el autor, que había hecho un corte de casi cuatro. Esta razón le impidió llegar a Cannes pero ahora se estrena el 28 de abril en España, tras un previsible fracaso en taquilla en Estados Unidos.
No es de extrañar el bofetón, con otras tres películas de terror haciendo buenos números, desde ‘El exorcista del Papa’ a ‘Posesión Infernal: el despertar’, esta que, irónicamente, toma prestados varios momentos clave del debut de Aster, porque lo nuevo del director se aleja del género más convencional y se lanza a lo experimental, combinando humor muy oscuro, el drama y una lógica surrealista que ha provocado ira entre los espectadores casuales, incluso entre algunos de sus fans.
Protagonizada por Joaquin Phoenix la película empieza como una extensión del corto ‘Beau’, que ya exploraba la idea de un hombre que pierde las llaves para vivir una serie de eventos siniestros, pero además, esta variación combina elementos de varias de otras de sus primeras obras cortas como ‘The Strange Thing About the Johnsons’, ‘Munchausen’ o ‘Basically’, dotando al viaje alucinante dentro de la mente de un hombre atormentado por sus miedos y traumas infantiles, de algunos toques escatológicos que convierten el experimento en algo más conscientemente estúpido de lo que muchos presuponen.
La película narra la historia de Beau Wassermann (Phoenix), un hombre paranoico que vive solo en una ciudad caótica y violenta. Su única conexión con el mundo es su madre (Patti LuPone), una empresaria exitosa y autoritaria que le oculta la verdad sobre su padre, supuestamente fallecido durante un orgasmo. Un día, Beau recibe la noticia de que su madre ha muerto decapitada en un accidente y decide emprender un viaje para asistir a su funeral. Sin embargo, en el camino se encontrará con una serie de obstáculos y situaciones absurdas.
El maestro de incomodar al espectador
‘Beau tiene miedo’ tiene un carácter episódico, un poco al estilo de un ‘Don Quijote de la mancha’ o ‘Ulises’, y cada uno de ellos tiene un tono y estilo diferentes, que abarcan desde la comedia grotesca hasta el terror psicológico, pero todos ponen a prueba la cordura del protagonista, entregado a sus manías y sus terrores más profundos, pero ninguno deja duda de que es una película difícil de digerir en un primer visionado. El autor ha creado un universo propio lleno de referencias, pistas y simbolismos, jugando con las expectativas del espectador, rompiendo constantemente las reglas de la lógica narrativa.
Pero no se conforma con ser una obra provocadora, sino que en su panaché de ideas y caprichos hay un control minucioso de los detalles, cada nueva escena de impacto codifica algo que ya hemos visto, algunas imágenes recurrentes aparecen como señales para conectar algo que ya hemos visto, no es un conjunto de ideas desparramadas arbitrariamente, hay un juego consciente con el espectador, una suerte de puzle intuitivo preparado para analizar en múltiples visionados. Hay una clara vocación atemporal en sus intenciones que se resiste a un juicio superficial.
Sin embargo, la interpretación de Joaquin Phoenix no necesita mucha reflexión. Es sencillamente soberbia. El actor de ‘Joker’ se entrega por completo para demostrar una vez más su versatilidad para reflejar personalidades marginales, seres humanos extravagantes y patéticos sin repetirse o resultar forzado. A veces es ridículo, a veces da lástima, a veces conmueve y siempre resulta bastante gracioso. Tiene la suerte de estar acompañado por un reparto secundario de lujo, con Nathan Lane, Amy Ryan, Parker Posey o Richard Kind, uniéndose al festival de caricaturas de la película.
Una obra compleja pero contada con sencillez
Los personajes representan recuerdos, personas conocidas del protagonista, o bien extraños que le ayudan o le obstaculizan su viaje, y llegado cierto punto se cuestiona si todos son reales o imaginarios, expresiones de sus deseos o temores encarnados en caras que han pasado de alguna forma por su vida. Sin embargo, todo es menos críptico de lo que suena, a diferencia de otros autores que han dado propuestas similares, como Charlie Kaufman, Aster parece querer hacer partícipe al espectador de la experiencia de confusión y extrañeza, subirle en una montaña rusa de situaciones que le ofrecen lo que no va a encontrar en otras películas, es como una versión cotidiana de ‘Kafka, la verdad oculta’ (1991) de Steven Soderbergh.
‘Beau tiene miedo’ tiene el propósito de ser impredecible en un tiempo de cine cortado con un patrón reconocible, recoge la herencia de Fellini, Roy Andersson, Jacques Tati, Wojciech Jerzy Has o el Terry Gilliam más lisérgico y lo lleva a una dimensión de película de gran estudio, no solo en su apartado técnico, con una tremenda fotografía Pawel Pogorzelski, segmentos animados de los directores de ‘La casa lobo’ o una partitura memorable de Bobby Krlic, sino en su sencillo lenguaje visual, nada contemplativo, con una planificación y narración secuencial concreta, que no tiende a gustarse a sí misma, a pesar de que lo que presenta en pantalla sea una fantasía incognoscible.
‘Beau tiene miedo’ enfadará a muchos, reafirmará a los enemigos de su autor y permanecerá como la obra onírica más cara y arriesgada del cine comercial americano. La obra de un genio que acabará siendo revisitada y analizada al detalle durante muchos años. Una pieza tan difícil como alucinante que pasa por encima de valoraciones en caliente, cuyo riesgo en todos sus apartados merece que sea vista al menos una vez y celebrada por una crítica a la que el paladar se le empieza a embotar con blockbusters manufacturados en salas de ejecutivos.
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